Aquí nunca pasa nada

Hilda Cantarín

La compañía Teatro sin Papeles ha representado en la Sala Borja de Valladolid la obra teatral Aquí Nunca Pasa Nada. Invitadas por Red Íncola y con la colaboración de Albor, Encuentro y Solidaridad y Comejusto Comesano han aproximado al numeroso público asistente  la realidad de la trata con fines de explotación sexual en España.

La obra se inspira en el conocido caso Carioca, una macrocausa judicial en la que estuvieron imputados funcionarios, miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, políticos y proxenetas que formaban una red organizada de tráfico de mujeres para la prostitución. La maquinaria del poder utilizó la ley y la justicia en contra de las víctimas.

La representación nos acerca al sufrimiento de las mujeres importadas como ganado para el lucrativo negocio de la prostitución en España. La situación de vulnerabilidad de estas mujeres pobres las convierte en carne de cañón de todo tipo de abusos:  violadas, apartadas de sus hijos, obligadas a abortar, vejadas, apaleadas, aterrorizadas por sus proxenetas, sin lugar a donde ir ni nadie que las defienda.

Nuestra sociedad utiliza cientos de excusas indecentes para seguir permitiéndolo: siempre hubo prostitución, es una válvula de escape que evita males mayores, es un trabajo que debe ser regulado como tal, lo hacen voluntariamente,… excusas para mirar para otro lado, para seguir a lo nuestro y afirmar con una de los personajes de la obra que “aquí nunca pasa nada”.

España es el primer país europeo y el tercero del mundo en demanda de sexo pagado. Estos días se desvelaba otro caso más de utilización de mujeres prostituidas por altos cargos del gobierno, para cerrar negocios, y para celebrarlos. El consumo de pornografía está disparado entre los jóvenes… y no tan jóvenes. El caso Carioca no es un suceso terrible y puntual que aconteció en el pasado. Nuestras carreteras están llenas de clubes con miles de mujeres víctimas de trata. Un crimen a la vista de todos.

La lucha y la valentía de muchas víctimas que denunciaron jugándose la vida y de una jueza que escuchó el clamor de estas mujeres alientan e inspiran a luchar por una cultura y unas leyes que rompan la cadena de explotación y abuso.

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