Miguel Fernández Taboada
El pasado jueves 19 falleció Boubker Elkhamlichi, impulsor de múltiples organizaciones para la defensa de la democracia y los derechos de los trabajadores en Marruecos, una tarea por la que fue encarcelado y torturado en varias ocasiones. Boubker había estudiado Ingeniería Agrícola en la España del franquismo gracias, según él decía, a la solidaridad del pueblo español. Antes que aprovechar sus estudios para medrar en un Marruecos atrasado, dedicó su vida a luchar por la justicia con los trabajadores explotados bajo la represiva dictadura de Hassan II que, como nos contó en 2015, todavía fue a peor con su hijo Mohamed VI. En ese encuentro en Tánger, breve y secreto porque le vigilaba la seguridad marroquí, Boubker hablaba firme, pero con voz frágil, como su salud, deteriorada tras su último encarcelamiento. Le habían detenido junto con Ouafaa Charaf, una trabajadora que había tenido un papel destacado en una manifestación obrera. Años más tarde, en 2020, participó vía internet en un curso organizado por Encuentro y Solidaridad [podéis ver el video al final del artículo]. En ese curso, Boubker, bastante enfermo, definió la solidaridad como “la esencia de la humanidad”, y nos explicó las lamentables condiciones laborales en diversas multinacionales instaladas las nuevas áreas industriales de Tánger.
A continuación, recogemos extractos de un escrito suyo sobre su detención junto a Ouafaa Charaf, que nos permite conocerle de su propia mano. Descanse en Paz.
El caso de Ouafaa Charaf (Extractos)
por Boubker Elkhamlichi
Vinieron el jueves 10 de julio a las cinco de la tarde, esta vez estaba seguro de que era para detenerme, tuve justo el tiempo para llamar a mi mujer y a mi abogado para informarles de mi detención. Bajé las escaleras y había más de 6 agentes rodeando la puerta con cámaras de fotos y videos, parecía que estuvieran preparados para detener a uno de los más peligrosos terroristas del país. Me invitaron a ir con ellos a la comisaria, rechacé rotundamente, entonces me confirmaron que tenían una orden de detención. Subí a uno de los coches tranquilamente y me llevaron a la comisaría central donde comenzó mi interrogatorio.
La Brigada Nacional se había presentado dos veces con la invitación para que yo fuera a la comisaria a declarar. Evidentemente, rechacé en ambas ocasiones. No tenía nada que declarar respecto al caso del secuestro de la militante Ouafaa. Pero dos razones más reforzaban mi decisión:
Aún no había olvidado mi detención del 6 de noviembre de 1985 por la misma Brigada Nacional, que utilizaba todas las formas de tortura física y moral contra las compañeras y compañeros, acumulando crímenes y muertes contra los miles de militantes por la libertad de nuestro pueblo durante los años de plomo. Ninguno de los criminales y torturadores responsables de tales crímenes ha sido cuestionado ni juzgado todavía.
El 13 de junio fui testigo del estado crítico de la joven militante Ouafaa en la sala de espera de las urgencias del Hospital Mohammed V. Estaba rodeada de policías de la brigada y de la comisaria. La seguían sometiendo, junto a todos los miembros de su familia, a interrogatorios maratonianos con el único fin de obligarla a confesar que su denuncia era falsa.
El caso de Ouafaa comenzó el sábado 27 de abril 2014 alrededor de las 7.30 de la tarde, justamente al terminar con gran éxito la manifestación de los consejos de obreros y obreras, donde Ouafaa tuvo un gran papel en la animación del evento, con la participación de más de 300 obreras y obreros. Estábamos cerca de mi coche con mi mujer y unos amigos, y Ouafaa iba a su casa en otra dirección, nos despedimos y nos fuimos al centro de la ciudad. Por la noche, al volver a casa, se me ocurrió llamarla para felicitarle por su excelente labor durante la manifestación obrera, me respondió llorando, y me conto que había sido secuestrada y violentada. Fui a su casa y en el camino llamé a la Asociación de Derechos Humanos y a los compañeros de Vía Democrática. Cuando llegue a su casa estaba en un estado lamentable. La llevamos a las urgencias del Hospital Mohamed V, donde le inyectaron tranquilizantes y le recomendaron un medicamento que compramos posteriormente en una farmacia de guardia (…)
El jueves 10 de julio, cuando me llevaron detenido a la comisaria, no sabía nada de la joven Ouafaa, empezó mi interrogatorio. (…)
Al final del interrogatorio rechacé firmar mi declaración, y el jefe de la brigada, muy enojado, confirmó mi detención. Sin pensarlo mucho tiempo, tomé la decisión de declararme en huelga de hambre y de no tomar mis medicamentos ni agua, y me bajaron al calabozo de la comisaria.
Con las enfermedades crónicas que padezco (diabetes, problemas cardiacos etc…) ciertamente era un gran riesgo, pero como aprendí de Abdelkrim Khatabi, de Gandhi y de otros grandes libertadores de sus pueblos, hay momentos en la vida de una persona en que lo más importante es la dignidad. No podía permitir ser detenido sin ningún motivo. Mi vida había sido siempre solidaria con los explotados, con las víctimas del poder… y ahora iba a ser solidario con Ouafaa y conmigo mismo, víctimas de este régimen makhzani. Era muy consciente del riesgo de mi decisión (…). Fue un triste recordatorio de los 6 años de cárcel vividos décadas atrás (…)
[Testimonio publicado por el Equipo de trabajo para el norte de África de la S. de RR. II. de la CGT]