Gritar, escuchar, responder, liberar. Estos cuatro verbos laten de fondo en el mensaje con el que el Papa Francisco ha convocado esta segunda Jornada Mundial de los Pobres. «Este pobre gritó y el Señor lo escuchó» (Sal 34,7). Estas son las palabras que han resonado en esta mañana del 18 de noviembre de 2018 en Burgos en la jornada con la que hemos querido responder desde distintas asociaciones a la llamada de Francisco para estar hoy y cada día más cerca de los pobres.
Se nos quedó pequeño el comedor de la Casa de acogida de las Hijas de la Caridad que hizo las veces de capilla para celebrar la eucaristía con la que dio comienzo esta jornada. El rector del Seminario, Javier Valdivielso, que vino acompañado de varios seminaristas de Burundi se centró en el mensaje del Papa para animarnos a comprometernos con los problemas de los pobres y contra las causas de su empobrecimiento y exclusión. Tras la misa hemos compartido un café con las personas que comen y cenan habitualmente en la casa y con muchos voluntarios y colaboradores además de las hermanas que sostienen esta iniciativa.
El siguiente momento ha tenido lugar en la plaza Santo Domingo, en pleno centro de nuestra ciudad. Allí hemos realizado un acto público con decenas de asistentes. En plena calle hemos escuchado el mensaje del Papa, testimonios de amigos africanos que llevan años viviendo y trabajando entre nosotros, personas que viven sin hogar y militantes de Encuentro y Solidaridad. Para tomar conciencia de la realidad de millones de hermanos teníamos dispuestos materiales como fotos y textos que junto con otros elementos simbólicos llamaban a la reflexión frente a la globalización de la indiferencia.
Juntos hemos acabado este acto público cantando para afirmar nuestro compromiso de vida solidaria con los empobrecidos. Hoy este compromiso exige nuestra caridad política para transformar las actuales estructuras políticas y económicas injustas que generan exclusión y miseria por todo el mundo.
El final de la mañana ha tenido lugar en el comedor de Atalaya Intercultural donde hemos podido compartir la comida con decenas de inmigrantes que encuentran en esta casa la acogida y el apoyo en forma de alimento.
Ha sido una experiencia sencilla y enriquecedora de encuentro con personas excluídas y empobrecidas de nuestra ciudad y con quienes les acogen diariamente. Ya no podemos vivir sin más acomodados en una cultura que ensalza al dinero y descarta a las personas. Estamos llamados a escuchar y a gritar para responder y liberar. Para encontrar nuestra propia liberación en la vida solidaria de la mano de los pobres.
Pablo Muñoz
Encuentro y Solidaridad. Burgos.