El pasado 20 y 21 Encuentro y Solidaridad organizó en Burgos las XXIII Jornadas de Militancia Cristiana en recuerdo del sacerdote burgalés D. Felipe López que falleció hace 30 años.
En esta ocasión las jornadas tuvieron como hilo conductor el compromiso por la promoción de los derechos humanos.
El jueves 20 tuvo lugar la actuación teatral «Cartografía de la Desobediencia» en la que Moisés Mato, de la compañía Teatro del Abrazo planteó la necesidad de comprometernos con la justicia y los derechos humanos hasta llegar a la desobediencia por amor.
El viernes 21, Francisco Rey y Jorge Lara, militantes de Encuentro y Solidaridad presentaron la investigación que han estado realizando en los últimos meses sobre la contribución de personajes burgaleses – muchos de ellos desconocidos- a los derechos humanos desde el siglo XV.
No se trataba, como plantearon los ponentes, de un orgullo provinciano por reivindicar supuestas glorias pasadas sino la importancia de conocer y valorar la contribución que en nuestro entorno se ha hecho a la justicia, en condiciones mucho más desfavorables que las actuales y que constituyen, por tanto, un reto para todos nosotros.
En primer lugar se presentó la figura de Francisco de Vitoria que nació en Burgos y se educó en el convento San Pablo de los Dominicos, que fue clave en el desarrollo, por ejemplo de las «Leyes de Burgos» que prohibieron la esclavitud de los indios.
Francisco de Vitoria es considerado Padre del derecho internacional, de los derechos humanos e inspirador de la idea de Naciones Unidas. Es una de las figuras más relevantes de la Escuela de Salamanca que hizo posible una autocrítica e el modo en el que se comportaban algunos encomenderos en América. Planteó el derecho a migrar, el deber de acogida, la prohibición de esquilmar los recursos de otros e incluso la propia desobediencia a las leyes injustas.
Otros personajes menos conocidos fueron Antonio de Valdivieso, misionero burgalés, obispo mártir por defender a los indios Nicaragua, así como Alonso de Salazar y Frías, sacerdote denominado «El abogado de las brujas» que evitó las injustas condenas que se daban en otros lugares.
En Oña destaca la labor de la escuela de sordos y la figura de Andrés de Olmos que defendía las lenguas indígenas y desarrolló la primera gramática Náhuatl.
Llamó la atención la figura de Teresa de Cartagena, que ha sido conocida también hace pocos años; fue una religiosa humanista por la paz. También fue la primera mujer que escribió un libro en castellano reflejando su experiencia con los enfermos. Acusada de plagio pues muchos no creían a una mujer capaz de tal obra, escribió un nuevo libro esta vez en defensa de la mujer.
Todas estas aportaciones a los derechos humanos tienen su origen en la cultura castellana del municipalismo, los concejos, la democracia, en la que el propio Santo Domingo de Guzmán fue un adelantado a su tiempo estableciendo una regla que luego inspiró la constitución estadounidense.
Es tarea nuestra continuar en esta defensa de la dignidad humana y, en ese sentido, se están haciendo propuestas al Ayuntamiento para que esta rica herencia sea conocida por los estudiantes y la ciudadanía en general. Para ello se está planteando instaurar un premio internacional para defensores de los derechos humanos hoy, hacer patente la importancia histórica del convento de San Pablo (ubicado donde actualmente se erige el Complejo de la Evolución) y que esta dimensión tenga sea destacada en las exposiciones y eventos conmemorativos del octavo centenario de la catedral.