La integridad del ser

Corina Fuks

EL CUERPO Y LA EXISTENCIA HUMANA

No podemos estudiar al ser humano desde la óptica de cualquier disciplina sin considerar su realidad física. La vida de una persona implica libertad, capacidad de comprensión, amor… pero también incluye la actividad de su cerebro, sus sistemas orgánicos: respiratorio, circulatorio, sensorial… No podemos entender completamente a la persona y su existencia individual e histórica sin tener en cuenta su cuerpo abordado en su totalidad.

El cuerpo humano engloba tanto aspectos objetivos: apariencia y fisiología, como subjetivos: experiencias y emociones. Es perceptible por los demás, y por nosotras mismas como una realidad íntima y personal. Es portador de una historia individual y colectiva. Por lo tanto, mi cuerpo y yo somos uno, no hay un cuerpo como objeto separado del yo como sujeto.

LA DISOCIACIÓN EN EL CONTEXTO NEOLIBERAL

En medicina, el cuerpo humano es esencial para experimentos debido a su complejidad. La fisiología, farmacología, anatomía, genética… utilizan el cuerpo para entender funciones, probar medicamentos, estudiar estructuras, explorar el sistema nervioso, analizar la herencia genética y un largo etcéteras. Aunque estos estudios permiten avances significativos en el conocimiento y tratamiento de las enfermedades, actualmente desde otras perspectivas dentro de estas mismas ciencias y desde otras disciplinas, como la psicología, la neurociencia o la psicobiología, el cuerpo no se disocia del yo. Se entiende que el cuerpo, la mente y la conciencia están intrínsecamente conectadas. La disociación entre cuerpo, psique y conciencia puede llevar a una desconexión emocional, afectando las relaciones interpersonales, causando desórdenes de identidad y dificultando el procesamiento adecuado de las dificultades de la vida.

El sistema neoliberal se beneficia de esa disociación del cuerpo y el yo porque nos induce a tratar al cuerpo como un objeto o producto que puede ser comercializado. Esta separación crea mercados en torno a la salud, la belleza y el bienestar, donde el cuerpo se convierte en un capital que es explotado económicamente.

EL CUERPO COMO RECURSO ECONÓMICO

La asociación entre el sistema económico actual y el de jerarquía de poder basado en el sexo lleva la disociación del cuerpo y el yo al extremo, promoviendo la idea de que el cuerpo de niñas y mujeres es un capital erótico o reproductivo. En este contexto, el cuerpo se convierte en un producto que puede ser comercializado y (auto-)explotado.

En la pornografía y la prostitución, las mujeres son vistas como cuerpos disponibles para el placer de los hombres, despojándolas de su autonomía y reduciéndolas a mercancías. En el caso de los vientres de alquiler, o llamado eufemísticamente gestación subrogada, el cuerpo de la mujer se convierte en un medio de (re)producción. En ambos casos, el cuerpo de la mujer es tratado como un recurso económico. Esta dinámica no solo afecta la percepción de las mujeres y niñas sobre sus propios cuerpos, sino que también perpetúa un sistema en el que sus cuerpos son controlados y explotados, causando sufrimiento y limitando su capacidad para funcionar plenamente.

LA PROMOCIÓN DE LA INTEGRIDAD Y LA DIGNIDAD HUMANA

Para progresar como humanidad, debemos reconocer la dignidad y el valor intrínseco de cada persona, entendiendo que el cuerpo es una parte fundamental de su identidad y experiencia. Debemos garantizar que todas las personas tengan derecho a la integridad física y mental, implementando las leyes y tomando todas las medidas necesarias que aseguren que los cuerpos no sean tratados como mercancías.

Esto requiere promover una visión del cuerpo y el yo como un todo, respetando su integridad y rechazando cualquier forma de disociación, cosificación y explotación. Para ello, es fundamental abogar y trabajar por un sistema que priorice el bienestar y la dignidad de todas las personas sobre el lucro y la explotación.

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