Diego Velicia
(Crónica del curso Radicalidad y diálogo en el compromiso político en la Casa Emaús)
Asistir a una primera comunión, celebrar un cumpleaños o el día de la madre, cuidar a un padre enfermo o mayor, ir de excursión, trabajar, estudiar para los exámenes, hacer deporte… ¡Cuántas cosas buenas se pueden hacer y se hacen en un fin de semana! Sin duda, una de ellas es encontrarse con un grupo de personas, algunas conocidas y otras no, para reflexionar juntos, escuchar el mundo y renovar el compromiso político.
Esto ha sucedido este fin de semana en la Casa Emaús en Torremocha de Jarama (Madrid) en el curso “Radicalidad y diálogo en el compromiso político”. En él han participado más de 100 personas y ha contado con las aportaciones del sacerdote diocesano de Santander, Oscar Lavín, que introdujo el tema “¿Qué aportan los cristianos a la política? ¿Qué deben aportar?” En su presentación y en el diálogo posterior se profundizó en la importancia de hacer teología del pueblo, esto es, la reflexión sobre lo que Dios dice a través de la acción de un pueblo. A partir de ahí, presentó las claves que deben guiar la presencia de los cristianos en la política: la importancia de la conversión permanente y del discernimiento constante.
Posteriormente tuvo lugar un coloquio con Maixabel Lasa sobre política y reconciliación. Maixabel es exdirectora de la oficina de atención a las víctimas del terrorismo en el País Vasco y víctima de ETA, que asesinó a su marido, Juan Mari Jáuregui en el año 2000. Fue impulsora y participante de los encuentros restaurativos entre víctimas de ETA y exmiembros de la banda terrorista. Su experiencia ha sido popularizada en la película Maixabel dirigida por Icíar Bollaín. En ese coloquio Maixabel expuso que lo que la lleva a impulsar y participar en los encuentros es que cree que va a ser bueno para la sociedad para la que trabaja políticamente. Es su tarea política lo que la lleva a dar el paso de los encuentros, en los que experimenta un bien personal. La política puede haber cometido muchos errores y algunos horrores. Pero tareas y vidas como las de Maixabel son, sin duda, un impulso a la participación política. El diálogo con los asistentes fue hermoso, sincero, estimulante.
Tras la comida compartida, se representó la obra de teatro Bajo el mismo sol, una coproducción de. Teatro Sin Papeles y Teatro del Abrazo. Esta, a ratos hilarante, a ratos tierna, a ratos conmovedora obra, acercó la realidad de la inmigración y el diálogo que se establece entre dos mundos del que brota una conclusión contundente: ni paternalismo ni victimismo.
Para terminar el día el catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Castilla La Mancha, Eduardo Demetrio, presentó la ponencia El derecho y la cultura cristiana, en la que profundizó acerca de los fines de la pena en el Derecho Penal y la necesidad de promover una democracia más deliberativa y menos populista (y por tanto, menos autoritaria) en torno al derecho penal.
Al día siguiente el curso contó con la participación de Rafael Larreina, que fue parlamentario vasco y diputado en el Congreso de los Diputados con una intervención sobre las posibilidades de acción de los cristianos en política. Larreina comenzó contundente: “las crisis mundiales son crisis de santos, hacen falta santos (de los de la puerta de al lado)” Es necesaria la participación en política. Muchas veces las razones para no entrar en ella son muy nobles: proteger a la familia, cuidar las tareas profesionales… Pero la política es una forma de dedicar un tiempo al servicio común, lo que debería ser casi una obligación para todos los ciudadanos.
Tras el diálogo con Larreina, el curso concluyó con la elaboración de las conclusiones por parte de los asistentes y con la alegría de haber dedicado el fin de semana a una de las mejores cosas a las que se puede dedicar.