Eugenio Rodríguez
El pasado jueves 9 de enero falleció Manuel Elkin Patarroyo en Colombia. Patarroyo también recibió el reconocimiento de la Universidad de Las Palmas. Mucho antes, en 1994, recibió el Príncipe de Asturias.
Lo más destacado de Patarroyo es que donó gratuitamente el fruto de su investigación para que la vacuna contra la malaria fuera lo más barata posible. No es el único científico que no quiere vivir de las rentas pero la industria farmacéutica cuenta con la complicidad de los que quieren estirar y estirar los derechos de propiedad intelectual. Si en caso de necesidad se pueden tomar las bienes de donde sea qué decir de la necesidad de los bienes intelectuales. Es moral poner en duda la propiedad intelectual sobre todo en las dimensiones actuales. La industria farmacéutica en nombre de la investigación concentra bienes en modo escandaloso.
También es importante que esta vacuna es la primera contra la malaria de carácter sintético. Eso le da algunas ventajas para su realización y distribución. Pero es que además dedicó grandes esfuerzos de su vida a mejorarla. Es lo lógico sí, pero sin embargo hoy es frecuente lapidar a quienes piden que tal o cual vacuna mejore, o que tal o cual vacuna no se distribuya hasta que se mejore.
Cuando coincidí con él por casualidad en un avión y simplemente le saludé y pedí una foto fue cordial y sencillo. Tuve que explicar a las tripulantes de cabina quien era aquel señor mayor a quien no conocían..
Es importante reconocer a Patarroyo porque es todo un emblema de la ciencia al servicio de los problemas de la humanidad, y no de los problemas pequeños de los más pudientes. Es importante reconocer a quien ha investigado sobre una vacuna tremendamente necesaria y no sobre vacunas-negocio completamente innecesarias, que también las hay. Es importante reconocer a quien sigue investigando y no se ancla en los éxitos, a quien hace de su vida una ofrenda, a quien se plantea los problemas comunes.