El malestar emocional o psicológico tiene mucho que ver con vivir un presente de precariedad y explotación y de falta de vínculos y redes sociales, que dificulta imaginar un futuro mejor y de que esté en tus manos luchar por él. En el curso celebrado del 28 al 30 de Julio hemos visto cómo factores sociales y políticos influyen, limitan y condicionan las vidas de las personas, especialmente las de los más pobres. Los ponentes nos pusieron ejemplos de ello: en mi barrio obrero hay muchas casas de apuestas y en el centro de Madrid menos o ninguna. En la pandemia aumentó el consumo de alcohol y las adicciones online de forma importante. Muchas mujeres retrasan su deseo de tener hijos al menos 5 años y tienen menos hijos de los que hubiesen deseado, entre otras cosas, por la precarización laboral o no tener esperanzas en la estabilidad de la relación de pareja.
La injusticia estructural genera mucho malestar y beneficios económicos. Hemos visto en este curso cómo la perspectiva individual y clínica, no sólo se queda corta, si no que en muchos casos puede hacer enfermar más a la sociedad y conducir a las personas a la indefensión. Y también hemos visto respuestas creativas y asociadas ante el malestar de la sociedad. Desde el dibujo, la música, el teatro, la asociación en el barrio, el diálogo entre profesionales y con las familias, asociaciones que promueven el pensamiento y la acción crítica en el ámbito sanitario, etc. No es suficiente, pero es una continuidad, una brecha; es devolver el poder a las personas.
En la Casa Emaús de Torremocha de Jarama (Madrid) hemos vivido estos tres días el cuidado mutuo que nos han traído los ponentes con sus aportaciones vitales y científicas (profesionales de la salud, demógrafa, abogado laboralista, ilustradora, actriz, músico, periodista); los asistentes compartiendo sus vidas; las personas que estuvieron sirviendo las mesas, cocinando, limpiando los W.C., en la organización de la casa… Estos días el ambiente fue MÁS NOSOTROS y menos yo, MÁS DE LO DEL OTRO, MÁS COLECTIVO. Y por ahí van las conclusiones de este curso, que os contamos a continuación:
- Empezamos con la necesidad de ayudar a los niños y jóvenes a pensar. La vivencia, cuando es reflexionada, se hace experiencia. Es importante que promovamos las vivencias (relaciones diversas, redes sociales amplias, naturaleza, asociación…) y que tengamos el diálogo que necesitan para hacerlas experiencia.
- Cuando hay malestar emocional o problemas mentales lo PRIMERO es COMPRENDERLOS y tener tiempo y espacios de cuidado para compartirlos y encontrar soluciones colectivas. La comunidad tiene un papel importante. Muchos encuentran eco y respuesta cuando nos implicamos. La cultura de la imagen, por ejemplo, está creando sufrimiento psíquico y enfermedad entre las generaciones jóvenes.
- La música, el dibujo, la escritura, el teatro, entre otros, son instrumentos potentes para dar visibilidad a los problemas, promover el cuidado, la salud comunitaria y la transformación del mundo en el que vivimos. En el curso también hemos tenido oportunidad de experimentar y escuchar experiencias desde el arte.
- Constatamos que el negocio está por encima de la persona y la machaca. Las adicciones (drogas, juego, porno, entre otras) son un negocio criminal y tomar conciencia política y asociarse para responder a ellos es medicina a gran escala y da sentido.
Nos fuimos con el reto de seguir educándoNOS, hacer experiencias pequeñas colectivas e implicarnos en exigir asociadamente medidas políticas
¡Nos fuimos con alegría! La alegría de juntarnos para compartir y recuperar el poder de transformar nuestro malestar. Juntos.
En este breve video podéis ver algunos momentos y espacios de este curso: