Fuente: Alfa y Omega
Autora: Ester Medina
La defensora de los derechos humanos nos revela cómo fue su encuentro reciente con el Pontífice y el trabajo incansable que la Iglesia realiza en las fronteras
¿Por qué debemos llamar «masacre» a la tragedia de Melilla, tal y como pide el Papa Francisco?
—Él fue muy claro en el video. El Papa está muy implicado en la defensa de las personas migrantes y con sus derechos. Además, esta ha sido una línea importantísima durante su papado. Ya lo demostró hace años en Lampedusa y lo sigue haciendo.
¿Cómo fue el encuentro con él? ¿De qué hablaron?
—Fue un encuentro privado y básicamente compartimos las cifras tanto de las personas muertas como los desaparecidos que nosotros monitoreamos. También le pasamos toda la información sobre la ruta atlántica con la que vienen muchos migrantes. Sabíamos que ya había recibido con anterioridad a los obispos de Canarias y que le habían hecho llegar algunos casos concretos de esa ruta. Francisco mostró mucha preocupación por los muertos, por los desaparecidos y sus familias. Aparte de manifestar esa preocupación, nos animó a seguir trabajando. Hablamos también de la Iglesia en la frontera y de esas congregaciones religiosas de mujeres y de la importancia que tienen a la hora de defender los derechos de las personas migrantes.
¿Francisco conoce la situación tan dramática que se vive en la frontera sur de España?
—Está muy bien informado, preocupado y comprometido. Igualmente estuvimos dialogando sobre las dificultades de defender esos derechos, como la criminalización que por ejemplo yo sigo sufriendo. Hay muchas personas que por ese compromiso al que él alude están siendo perseguidas; muchas personas en frontera y también de la Iglesia Católica. Nos dijo que los que estamos haciendo ese camino sintiéramos que él está con nosotros, que reza por nosotros y que tenemos su apoyo.
Durante el encuentro les mostró su total apoyo para seguir trabajando por los derechos de los migrantes. ¿Qué significa tener el apoyo del Pontífice para ustedes y para tantos defensores de derechos humanos?
—Es un líder religioso, además representa un Gobierno y un Estado, y eso significa una protección. Está protegiendo a las defensoras y el trabajo que se está haciendo en defensa de los derechos. Esto es algo importantísimo para los que defienden los derechos de las personas migrantes. Además, estamos viendo cómo Europa está girando hacia esa Europa del odio que criminaliza la solidaridad. Que un líder como él dé ciertos mensajes es importante. También hablamos sobre esa Iglesia en frontera que durante mucho tiempo ha tenido dificultades.
¿Qué conclusiones sacan de la reunión?
—Seguir en contacto con las comunidades que, como siempre, están trabajando en la defensa del derecho de las personas migrantes dentro de la Iglesia, y trabajar con las comunidades de países como Marruecos, Senegal, Argelia o Túnez. Además, hay un equipo en el Vaticano con experiencia e información importante sobre migraciones, y pensamos que ese equipo puede nutrirse con estas informaciones que le llevamos a Francisco.
¿Cuál ha sido su experiencia trabajando junto a la Iglesia en los lugares de frontera?
—Llevamos muchos años trabajando en esto, y cuando llegamos hace 20 años a la frontera nos encontramos a muchas personas de congregaciones religiosas, especialmente mujeres, como las vedrunas o las adoratrices. El arzobispo Santiago Agrelo marcó un antes y un después en el trabajo que se ha hecho sobre migraciones, y para muchas personas ha sido -y es- un faro. También está el gran trabajo de la Delegación de Migraciones junto al Servicio Jesuita a Refugiados. Personalmente me quedo con el trabajo de esas mujeres de las congregaciones religiosas que muchas veces han estado solas y cuyo apoyo desde el Vaticano les arropa.