Fuente: elsaltodiario.com
Más rápido, más fino, más inteligente, nuevo y proactivo. La exigencia de ser cada vez ‘más’ apenas ha sido discutida en el último año, incluso aunque las señales de alerta se hayan activado a raíz de la pandemia. Las sociedades condenadas al crecimiento no encuentran el modo de detenerse y afrontar un futuro en el que esas señales se incrementarán en forma de fenómenos climáticos extremos.
El filósofo alemán Hartmut Rosa emplea dos conceptos que tienen gran importancia en los tiempos que vivimos. El primero es la lógica de la disponibilidad, un elemento relativamente nuevo de nuestras sociedades por el que se crea la ilusión de que es posible tener lo que queremos —cualquier cosa que se nos ocurra— ahora, en este preciso momento.
En nuestro día a día, esa lógica se traduce en las imágenes de los repartidores de Deliveroo o Glovo cabalgando su bici bajo un temporal para acercarnos una tortilla de patatas o un bocadillo. El ensueño de que es deseable que cualquier impulso se pueda saciar en cualquier momento opera en una lógica de debilitamiento y supresión de derechos laborales. Tal vez solo puede funcionar de ese modo, puesto que sin ese deseo caprichoso del consumidor y la disponibilidad de un ejército de riders precarios, esas compañías no obtendrían la plusvalía que las hace tan rentables.
El otro concepto es el de aceleración. Una exigencia de crecimiento continuo, cada vez a mayor velocidad, que está asociado a la alienación individual. Rosa explica cómo la lógica de la optimización —todo cada vez más rápido— está asociada a las otras grandes enfermedades del siglo: la ansiedad y la depresión.
La generación de cristal, los ‘zoomers’, nacidos con el siglo, están explicitando a quienes les quieren escuchar que las consecuencias de vivir en esa “rueda del hámster” llegan en forma de malestar mental.
Las soluciones no son fáciles, deben ser valientes. No se trata de enarbolar conceptos de la New Age, pedir que todo sea más relajado, optar por terapias para desestresarnos individualmente. En el mejor de los casos, eso puede funcionar a nivel personal. Pero la valentía tiene que partir desde una posición política. Examinar qué economía es necesaria para afrontar la emergencia climática, qué es importante planificar y retirar de manos de los mercados, cómo aseguramos que la sociedad funcione bajo el prisma del bien común, primero en situaciones de emergencia y catástrofes; idealmente, en cualquier momento.
La generación de cristal, los zoomers, nacidos con el siglo, están explicitando a quienes les quieren escuchar que las consecuencias de vivir en esa “rueda del hámster” llegan en forma de malestar mental. Para solucionar los problemas que plantean no servirá el habitual recurso a la guerra entre generaciones que explica tantas cosas de la actual vida política. No se trata de la sustitución de un grupo por otro, sino de trabajar en la posibilidad, por pequeña que sea, de construir una sociedad en la que el padecimiento psíquico, el estar quemado o la sensación de “no llegar” no sean la regla.