Ana Sánchez // Dignidad quizá sea la mejor palabra para definir esta película del año 2000: Erin Brockovich, interpretada por Julia Roberts. Erin es una mujer que busca básicamente vivir con dignidad; no se trata simplemente de sobrevivir, aunque desde luego que eso es algo fundamental para sacar adelante a su familia, pero, evidentemente, no puede valer cualquier cosa. Esta producción estadounidense de Steven Soderbergh combina medio ambiente e investigación, enfermedad y juicios, profesión y familia, una serie de elementos que por sí mismos podrían dar entidad cada uno a una historia y que están presentes con distinto peso a lo largo de todo el metraje.
Lo fundamental es lo que representa la figura de Erin o más bien su personalidad y cómo se relaciona con los que la rodean, gente que pasa a formar parte de su vida, de su lucha cotidiana. Se trata de algo personal: el trabajo, el sudor, el tiempo lejos de los hijos… es algo personal; en el fondo, Erin no quiere más que ser una buena madre, una buena persona, pero sabe que eso no puede conseguirlo a costa de cualquier cosa y menos pasando por encima de otras personas. En este sentido es fundamental la búsqueda de la verdad y de la dignidad de los otros, tratados siempre como personas únicas e irrepetibles.
La protagonista es una luchadora, que sabe llegar a la gente y que busca siempre una salida hacia delante; una persona fuerte, segura de sí misma, consciente de que el futuro de sus hijos pasa por la lucha que ella sea capaz de poner en su propia vida.
Su tenacidad y persistencia en un nuevo trabajo la irán llevando a adentrarse en otras vidas, en las vidas de personas normales y corrientes, como ella misma, con sus historias particulares, en las que se verá implicada, precisamente por tratarlas como tales personas, no considerándolas un instrumento para su trabajo, un objeto con el que negociar una solución fácil. Esto conlleva también la fidelidad a la palabra dada al otro, algo que no puede perder de vista cualquiera que trate de buscar la verdad y luchar por la justicia, ahí radica la verdadera dignidad de la persona.
Podría añadirse que la película está basada en hechos reales, que se trata del pequeño David que, unido, le hace frente al Goliat que representa una gran multinacional que pretende salir inmune de sus engaños y negocios sucios, pero… eso es otra historia. Por cierto: la gente normal ganó a la corporación, que contaba con muchos más medios y trucos legales que ellos.