Ana Sánchez
Muchas veces se nos hacen largos los caminos, pero eso depende mucho también de con quién lo hagamos y de la razón que nos lleva a ese camino. El de la película «El largo camino a casa» se refiere al camino que cada día, durante más de un año, recorrieron los negros de la ciudad de Montgomery para desplazarse a sus puestos de trabajo, colegios, reuniones, etc. Muchos de ellos se desplazaban andando, en muchas ocasiones kilómetros, para evitar coger los autobuses. ¿La razón? El 1 de diciembre de 1955, Rosa Parks, una mujer afroestadounidense, fue detenida por negarse a ceder su asiento en un autobús a una persona blanca. El lunes siguiente se hizo un llamamiento general a toda la población de color para no subirse en los autobuses que permitían esta segregación.
Esta película nos cuenta la historia de dos familias que vivieron esta situación, una blanca y una negra. La perspectiva es la de la hija pequeña de la familia blanca, una niña de siete años que asiste a la creciente implicación de sus padres en la cuestión, cada uno inclinándose hacia un lado de la polarizada cuestión.
Destaca el ambiente de lucha noviolenta que tuvo este largo boicot (duró más de un año), ejemplificado en la defensa pacífica que el hijo de la criada hace de su hermana cuando esta toma un autobús y en la decisión final de la «señora» blanca, invitada a formar parte del grupo que organiza los coches para el traslado cotidiano de los negros, un grupo que responde a la agresión de los próceres de la ciudad entonando un canto de unidad. Ahí también está muy presente la figura de Luther King y su labor al frente del movimiento por los derechos civiles a través de medios noviolentos.
Cada uno somos hijos de la sociedad en la que vivimos y de la manera en que hemos sido educados y esto no es fácil cambiarlo de la noche a la mañana, pero la historia y las vidas de mucha gente nos muestran que es posible. Supone esfuerzos y muchas veces enfrentamientos, pero es posible. Quizá el primer enfrentamiento tenga que ser con nosotros mismos, con nuestros medios, pero es posible.
Y hoy sigue siendo posible que venzamos esos miedos y consideremos al resto de las personas como tales, sigue habiendo muchos esclavos en esta sociedad que se dice civilizada. Más de los que pensamos, de los que queremos ver, de los que nos avergüenza reconocer.