Frente a la criminalización de los migrantes

«No se trata solo de migrantes» es el lema de la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado 2019. Este año se celebra con una novedad: la Santa Sede hacía publico el pasado mes de noviembre la decisión de cambiar de enero al último domingo de septiembre la Jornada, respondiendo a la petición de varias Conferencias Episcopales. Este año será el día 29 y a él queremos acercarnos con estas palabras de Mons. Santiago Agrelo en el “Círculo de silencio” de Santiago de Compostela realizado el 5 de septiembre pasado.


Amigas, amigos: Gracias por haber acudido a este círculo de silencio en el primer jueves del mes de septiembre.

Hoy queremos denunciar la criminalización que, en la política, en los medios de comunicación, en las calles, se hace de los emigrantes:

Si un político, un periodista, un ciudadano cualquiera, hablando de emigrantes –de hombres, mujeres y niños en busca de futuro, hombres, mujeres y niños que se mueven en condiciones de extrema vulnerabilidad, expertos en todo tipo de sufrimiento-, si el político, el periodista, el ciudadano, los reduce a la condición de ilegales, de irregulares, aunque no lo sepa, está cerrando a esas personas todas las puertas que no sean las de un CIE o las de la muerte, está justificando el sufrimiento de esas personas, está aumentado su vulnerabilidad, las está empujando al fondo de una patera, antesala forzosa del fondo del mar.

zSi el político, el periodista, el ciudadano, a esos hombres, mujeres y niños los presenta como mafiosos, como posibles terroristas, como vagos o ladrones, aunque no lo sepa, está justificando que a esa humanidad necesitada de todo se la trate como se supone que mafiosos, terroristas, vagos o ladrones han de ser tratados.

Si de los emigrantes, el político, el periodista, el ciudadano, dice que asaltan nuestras fronteras, aunque no lo sepa, los está presentando como un ejército que nos invade o una banda de ladrones que atraca un banco, y está justificando que se les trate como a invasores y atracadores.

Queremos denunciar asimismo que se criminalice a quienes ayudan a los emigrantes: como si ayudarles fuese un delito, y empobrecerlos fuese un derecho; como si salvarles la vida fuese una iniquidad, y empujarlos a la muerte fuese un acto de justicia.

Queremos denunciar, finalmente, el silencio informativo sobre la tragedia de la emigración clandestina: Mientras las sociedades no tengan un acceso libre, constante, objetivo, a la realidad de la emigración, no estarán en condiciones de generar una política que merezca el nombre de migratoria.

La visión que los pueblos de Europa –también el pueblo español- tienen del emigrante, es una visión distorsionada por falta de información, por información falsa, sesgada, manipulada, interesada.

En esas condiciones de criminalización y desinformación, el rechazo al emigrante representa para los partidos una fuente de votos –entiéndase una fuente de poder-, y eso hace impensable cualquier política de atención a las necesidades de la humanidad emigrante.

Quienes presentan al emigrante como un delincuente, como un vago, como un aprovechado, como una amenaza, aunque no lo sepan, aunque se laven las manos delante del mundo entero, el hecho es que se las están manchando con la sangre de miles y miles de hombres, mujeres y niños que no han cometido otro delito que el de hallarse en una situación de extrema necesidad.

Y el cometido atroz de crear en la sociedad una imagen deformada del emigrante –condición indispensable para la indiferencia, cuando no para el odio-, lo desempeñan sin pudor, políticos e informadores, ideólogos totalitarios y falsos cristianos que pisotean el evangelio y ponen a Dios al servicio de los propios intereses.

 

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