Diego Velicia, psicólogo del COF Diocesano de Valladolid
Comienzo con un spoiler (la palabra spoiler es un anglicismo utilizado para expresar que alguien te cuenta el final de una película, una serie o un libro, estropeando así el desenlace de la intriga). Pues bien, como decía voy a comenzar con un spoiler. La frase que le dice Jack Nicholson a Helen Hunt en la escena final de la película Mejor Imposible (1997):
“Puede que yo sea la única persona sobre la faz de la tierra, que sepa que eres la mujer más fantástica de la tierra, puede que yo sea el único que aprecie lo asombrosa que eres en cada una de las cosas que haces, y en cómo eres con Spencer (su hijo) y en cada uno de los pensamientos que tienes, y en como dices lo que quieres decir y en como casi siempre quieres decir algo que tiene que ver con ser sincero y bueno, y… creo que la mayoría de la gente se pierde eso de ti, y yo les observo preguntándome cómo pueden verte traer su comida y limpiar sus mesas (ella es camarera) y no captar que acaban de conocer a la mujer más maravillosa que existe. Y el hecho de que yo si lo capte me hace sentir bien conmigo mismo”
Esta frase recoge de forma magistral la esencia de la admiración en la pareja y el matrimonio, que se divide en tres partes.
Hay una parte que consiste reconocer las cualidades del otro. En la escena que mencionaba son cosas muy concretas: cómo eres con tu hijo, cómo dices lo que quieres decir, y lo que quieres decir tiene que ver con ser sincero y bueno… En cada caso serán cosas diferentes. Pero hay un realismo a la hora de percibirlas, uno no se las inventa, surgen de la observación atenta de la realidad y del otro. ¡Qué bueno es ese realismo que, sin ignorar los defectos, es capaz de seguir identificando cualidades!
Pero hay más. Hay una parte de asombro, de sorpresa. Que se produce cuando uno se encuentra con la realidad de lo afortunado que soy por contemplarte y ver tus cualidades. Es la sorpresa de que nadie perciba esas cualidades como las percibo yo. Es sorprendente que exista alguien como tú, que haya personas que pasen a tu lado y convivan contigo un día y otro sin darse cuenta de tu valor. Que para ellos seas una persona más. Y hay una reacción de sorpresa. Una alegre sorpresa. La de estar junto a un tesoro que nadie más ha descubierto pese a que estaba a la vista de todos.
Normalmente cuando nos enamoramos idealizamos al otro y le ponemos cualidades que no tiene. Admirar no es idealizar. Admirar tiene que ver con apreciar las cualidades que el otro realmente tiene. Puedes quedarte en la frustración de aquellas cualidades que el otro no tiene y te gustaría que tuviera. O puedes reconocer y valorar aquellas que realmente tiene.
Una tercera parte tiene que ver con la reacción que esta situación provoca en mí: “que yo sí lo capte me hace sentir bien conmigo mismo” Al ver las cualidades del otro me alegro de estar a su lado. Me hace sentir bien captar esas cualidades. Cuando nos concentramos en lo que no nos gusta del otro solemos sentirnos mal: frustrados, desesperanzados… Cuando nos concentramos en aquellas cualidades que el otro tiene, nuestros sentimientos suelen ser diferentes: alegres, animados…
Hay momentos en la vida en que no podemos dejar de ver los defectos del otro. A veces nos sacan de nuestras casillas. Si mantenemos nuestra admiración por el otro y sus cualidades, esas crisis serán pasajeras. Este puede ser un buen tiempo para poner la lupa sobre las cualidades del otro.