¡Buenas tardes! Tenemos la gran alegría de presentar hoy la asociación “Encuentro y Solidaridad” en Valladolid. Los que nos conocéis sabéis que, aunque encuentro y solidaridad acaba de nacer, llevamos ya unos cuantos años caminando tras los pasos del Señor en esta ciudad y en otras ciudades de España.
Hoy somos llamados a empezar de nuevo a caminar.
Nuestra nueva asociación hunde sus raíces en la espiritualidad de encarnación inaugurada en el pesebre de Nazaret y continuada por tantos que, a lo largo de los siglos, la han hecho realidad, especialmente en el siglo XX, por Guillermo Rovirosa y Julián Gómez del Castillo y quienes con ellos trabajaron para dar vida al apostolado laico en España. Somos asociación de bautizados: familias, trabajadores, sacerdotes… buscando el ideal de vivir la contemplación y la lucha en medio del ajetreo cotidiano en pleno siglo XXI.
Y presentamos esta tarde nuestra asociación, esta pequeña plantita que está germinando, ofreciendo la obra de teatro llamada “Cartografía de la desobediencia”, en la que se hace una afirmación tan sorprendente como que “la desobediencia es un acto de amor”Y puede ser verdad…: fijaos… hace unas cuantas semanas, lo habéis visto en las noticias, el barco pesquero Nuestra Madre Loreto rescató en alta mar a 12 hombres africanos que se habían lanzado al agua huyendo de las autoridades libias. Un pequeño barco, el patrón y 12 pescadores afanados en su trabajo, no miraron para otro lado y se atrevieron a desobedecer las leyes y las órdenes del Gobierno y de toda Europa; compartieron su comida y sus enseres con estos emigrantes y arriesgaron mucho para llevarles con vida a puerto seguro.
Una vez más, un grupo de pescadores nos enseña el ABC de la solidaridad: cuando las leyes y las costumbres están contra la persona, hay el deber de desobedecer. Estos hombres, en medio del ajetreo de su trabajo, reconocieron el valor y la dignidad de los desconocidos que tenían delante e hicieron posible la fraternidad en unas condiciones tan adversas.
Nuestro mundo está lleno de respuestas solidarias, como la de estos pescadores. En estos años de andadura hemos visto los milagros que obra la solidaridad: hemos conocido personas que perdonan a los asesinos de sus familias, a madres que han perdido a sus hijos y han hecho de su dolor un instrumento para ayudar a otras madres en su situación, hemos visto empresas que hacen de la solidaridad y no del beneficio su razón de ser, hemos conocido a políticos que han ido a la política a perder de lo suyo por el bien común. El mundo está traspasado por los esfuerzos solidarios y a ellos queremos sumarnos.
Todos los días somos tentados a una vida mediocre, autorreferencial, del disfrute por encima de todo. Pero esa vida sacrifica la alegría, la loca alegría de dar vida.
Nacemos para desobedecer los dictados de la mediocridad, que nos obligan a mirar para otro lado cuando pasamos al lado de los prostíbulos que salpican de vergüenza nuestras carreteras donde se come llanto y se beben lágrimas a tragos. Nacemos para desobedecer los dictados de la mediocridad que nos obliga a mirar para otro lado para no ver a nuestros hermanos emigrantes, hijos del mismo Dios, esquilmados en sus países y trabajando esclavizados en nuestros invernaderos. La mediocridad que nos obliga a mirar para otro lado para no ver a niños muriendo de hambre en un mundo de abundancia y derroche, para no ver a los esclavos que fabrican nuestras ropas…
Nacemos para poder abrir los ojos a la realidad. Y para contribuir con nuestros trabajos, en nuestras profesiones, en nuestras familias, en nuestra vida política, a hacer posible que el mundo sea hogar y la humanidad familia.
Nuestro nombre, “Encuentro y Solidaridad”, obedece a la llamada que hoy nos hace la iglesia a renovar y vigorizar el anuncio de la buena noticia de Jesús en el mundo.
Queremos vivir el encuentro: encuentro con el Cristo que vive hambriento, esclavizado, maltratado, en paro, encarcelado….y encuentro con los hermanos con los que convivimos en el barrio, en el trabajo, en nuestra misma ciudad y en cualquier lugar de este mundo global. Y para que sea posible tenemos que aprender a escuchar, a callar, tendremos que aprender otras lenguas… tenemos tanto que aprender….
Queremos vivir la solidaridad, esa que obra milagros, y para ello tendremos que aprender a ser humildes y pequeños, a ser valientes y honrados.
En este camino que ahora comenzamos necesitamos contar también con vuestro apoyo y calor. Gracias por estar hoy aquí. Nos sentimos profundamente agradecidos a la Iglesia de Valladolid, al Movimiento Cultural Cristiano, a quienes debemos nuestra vida militante, agradecidos a los amigos y al Señor, que nos vuelve a poner en los caminos.
Hilda Cantarín