Papa Francisco

13 películas que dejaron huella en la vida del Papa Francisco

Sabemos que Francisco ha sido lector de Borges, Dostoievski, Marechal; que escuchaba Beethoven, Wagner, Mozart; que apreciaba a Chagal y a Caravaggio. Entrar en sus gustos cinematográficos es entrar en el mundo de directores como Fellini, Rossellini, Visconti, Benigni…

Acaba de publicarse el último libro de Mons. Dario Viganò: La mirada: puerta del corazón. El neorrealismo entre memoria y actualidad (Effatà editorial), en el que el Papa recuerda las películas que han marcado su vida. A lo largo de una entrevista, el Pontífice anima a mirar la vida con los mismos ojos de los protagonistas del neorrealismo italiano, una de las mejores formas de preservar la memoria.

El libro adelanta una gran novedad: el Papa desea crear un gran archivo o Mediateca para conservar los documentos audiovisuales de la Santa Sede que custodie las cintas de «alto nivel religioso, artístico y humano».

No es la primera vez que el Papa recuerda la impronta que algunas películas de cine han dejado en su vida, pero en esta entrevista confirma que uno de los momentos más bellos de su infancia fueron aquellas largas tardes de “sesión continua”, en el cine del barrio, al que le llevaban sus padres. Lo normal es que vieran tres películas seguidas cada vez que acudían al cine.

Era tal su afición, que el Pontífice reconoce que entre los 10 y los 12 años, pudo haber visto todas las películas de Anna Magnani y Aldo Fabrizio, dos de los actores más destacados del neorrealismo italiano. La madre del Papa Francisco, Regina Maria Sivori tenía la costumbre de ponerles en contexto las películas antes de verlas, tal como hacía cuando escuchaban las óperas que se retransmitían los sábados por la radio. Hemos investigado en los escritos de la web vatican.va (para completar las cinco referencias que hace en este libro) y hemos encontrado ocho películas más de las que habla Francisco en alguno de sus discursos. Las comentamos a continuación:

Roma, Ciudad Abierta de Roberto Rossellini (1945)

» Sí, entre las películas que mis padres querían que conociéramos estaban las del neorrealismo. Entre los diez y los doce años, creo que vi todas las películas con Anna Magnani y Aldo Fabrizi, incluida «Roma ciudad abierta», de Roberto Rossellini, que me gustó mucho. Para nosotros, los niños de Argentina, esas películas fueron muy importantes, porque nos hicieron comprender profundamente la gran tragedia de la guerra mundial. En Buenos Aires, la guerra la conocimos sobre todo a través de los muchos inmigrantes que llegaban: italianos, polacos, alemanes. Sus relatos nos abrieron los ojos sobre un drama que no conocíamos directamente, pero también gracias al cine hemos tomado conciencia profunda de sus efectos», explica Francisco en la entrevista incluida en el libro de Dario Edoardo Viganò.

En diciembre de 2017, cuando recibió a la asociación de Empresarios de Cine de Italia, les recordaba que el cine debe ser lugar de comunión y escuela de humanismo, tal como plasmó el neorrealismo italiano: “El cine en el período de posguerra, contribuyó de manera excepcional a reconstruir el tejido social. Las películas transfirieron esperanzas y expectativas. Esas  películas italianas, formaron nuestros corazones y ustedes son herederos de esta gran escuela del humanismo”.

La Strada de Federico Fellini (1954)

“La Strada es quizás una de las películas que más me ha gustado” (Papa Francisco).

La herencia italiana que corre por las venas del Papa Francisco le ha llevado a conocer la filmografía de Federico Fellini, en especial La strada, la primera ganadora del Oscar a mejor película de habla extranjera. Anthony Quinn interpreta a un fortachón de circo que cae rendido a los pies de la bella inocencia de Giulietta Masina.

Francisco cita esta película como su predilecta precisamente por su atención hacia los últimos, pero también por sus referencias al santo de los pobres, San Francisco de Asís: «Fellini supo dar una luz inédita a la mirada de los otros. En esa película la narración de los últimos es ejemplar y una invitación a preservar su preciosa atención de la realidad (…) Es una mirada de esperanza que sabe dar luz en la oscuridad, y por eso debe ser protegida».

La Strada y las Scholas

El Papa Francisco soñó Scholas para responder al llamado a crear la cultura del encuentro, acercando a los jóvenes en una educación que genere sentido. Hoy, a más veinte años de su primer experiencia en Argentina, soñada por el entonces arzobispo Jorge Bergoglio , Scholas se constituye hoy como una Organización Internacional de Derecho Pontificio, con sedes en Argentina, Chile, Ciudad del Vaticano, Colombia, España, Estados Unidos, Haití, Japón, Italia, México, Mozambique, Panamá, Paraguay, Portugal y Rumanía, presente con su red en 190 países, integrando a más de 400 mil centros educativos y llegando a más de un millón de niños y jóvenes en todo el mundo.

En la inauguración de la nueva sede de Scholas Ocurrentes en diciembre de 2013 afirma que : “lo que te hace crecer es la creatividad, y eso es lo que veo en todos estos. Que cada uno ha crecido. Y esta creatividad acompañada por símbolos, historias, narraciones que son símbolos. Empezando por el “loco” de La Strada y hoy el “Telémaco”. Yo conservo todavía sobre mi escritorio la piedrita que me regalaron el primer año después del loco de La Strada. La tengo ahí, y de eso me acuerdo.

En el videomensaje, con ocasión del ciberencuentro mundial organizado por la Fundación Scholas Ocurrentes el 5 de junio de 2020 les habla de nuevo, entre otras obras, de La Strada como inspiradora de sentido de esta fundación:

Queridos hermanos y hermanas de Scholas: Hoy, luego de todos estos años compartiendo la pregunta que nos funda, es una gran alegría poder llamarlos “comunidad”: Comunidad de amigos, comunidad de hermanos, hermanas. Aún recuerdo el origen: dos enseñantes, dos profesores, en medio de una crisis, con un poco de locura y un poco de intuición. Una cosa no planeada, vivida a medida que iba caminando. Cuando la crisis en aquel entonces dejaba una tierra de violencia, aquella educación reunió a los jóvenes generando sentido y, por lo tanto, generando belleza. Tres imágenes de este camino me vienen al corazón, que fueron tres imágenes que guiaron tres años de reflexión y de encuentro: el loco de “La strada” de Fellini, “El llamado de Mateo” de Caravaggio y “El idiota” de Dostoevskij. El Sentido —el loco—, el Llamado —Mateo— y la Belleza. Las tres historias son la historia de una crisis. Y en las tres, por lo tanto, se pone en juego la responsabilidad humana. Crisis significa originalmente “ruptura”, “tajo”, “apertura”, “peligro”, pero también “oportunidad”.[…]

Mundos de Gratuidad, de Sentido y de Belleza. “El idiota”, la “llamada” de Caravaggio y el loco de “La strada”.[…]

Nunca se olviden de estas últimas tres palabras, gratuidad, sentido y belleza.

¡Pueden parecer inútiles!, sobre todo hoy en día. ¿Quién se pone a hacer una empresa buscando gratuidad, sentido y belleza? No produce, no produce. Y sin embargo, de esta cosa que parece inútil depende la humanidad entera, el futuro.”

Pelota de trapo de Leopoldo Torres (1948)

En septiembre de 2019 tuvo un encuentro con Scholas Occurrentes en Maputo, donde los niños de Mozambique le trajeron una pelota de trapo con la que juegan y les dijo:

“Hay una cosa que me tocó mucho el corazón y es la pelota de trapo. Cuando era chico yo jugué con una pelota de trapo, porque en aquella época eran pelotas de cuero, cosidas con cuero y eran muy caras. Y nosotros, que íbamos a la escuela todos juntos, no teníamos para comprar esas pelotas número 5 que eran muy grandes. Todavía no estaba el plástico ni la pelota de goma. Estaba la pelota de cuero o esta de trapo.

Así que, en la esquina de mi casa donde jugábamos, una placita que todavía está, jugábamos con una pelota de trapo. En Argentina, la pelota de trapo pasó a ser un símbolo cultural de aquella época, a tal punto que un poeta popular argentino escribió una poesía que se llama ‘pelota de trapo’. Y también hay una película que han filmado que se llama ‘pelota de trapo’.

Ustedes con esto están recogiendo toda una historia de artesanía del deporte: trabajo para hacer esto y alegría para el juego. Trabajo y juego. En la vida si no hay trabajo, la vida no sirve, y si no sabes jugar, la vida no sirve. Trabajo y juego, juntos. Pelota de trapo. Sería lindo que hicieran un concurso artístico, canción, dibujo, poesía, prosa sobre el tema pelota de trapo. Y al ganador yo le voy a dar un premio.”

El 13 de octubre de 2019 en el saludo a la selección de fútbol de Italia les recordó que:“ Hay una película argentina que se titula Pelota de trapo, donde se ve la “mística” [el espíritu] de lo que usted [el Presidente de la FIGC] dijo, también con una pelota de trapo. Una película quizás de los años 40, bien hecha, muy bella, poética. Os dejo con estas dos obras artísticas: lo que dije [el cuadro], la ternura de Dios en la creación de cada persona, de un niño; y Pelota de trapo, la película. Tal vez os gustaría verla. Y gracias, muchas gracias por este gesto, este gesto de grandes hombres capaces de ternura, de acercarse a un niño.”

Pelota de trapo es una película argentina dramática de 1948 dirigida por Leopoldo Torres Ríos y protagonizada por Armando Bó y Andresito Poggio. El filme tuvo un extraordinario éxito popular. La primera parte de «Pelota de trapo» narra la etapa infantil de los protagonistas, y es buen ejemplo del neorrealismo que surgía en ese momento de posguerra. Está considerada como «uno de los retratos inigualados del cine argentino, la descripción magistral de un barrio y su pandilla». Fue la primera vez que una película argentina se filmaba en los suburbios reales.

Los novios (I promessi sposi) de Mario Camerini (1941)

“He leído Los novios tres veces y ahora lo tengo sobre la mesa para volverlo a leer. Manzoni me ha dado mucho. Mi abuela me hacía, de niño, aprender de memoria el comienzo de Los novios: “Quel ramo del lago di Como, che volge a mezzogiorno, tra due catene non interrotte di monti…” manifestaba el Papa en una entrevista al jesuita Antonio Spadaro.

La película es una adaptación de la novela de Alessandro Mazoni, “Los novios” que narra la historia de una pareja del siglo XVII que se ven separados por culpa de un malvado noble. “He leído ‘Los Novios’ tres veces, y ahora lo tengo sobre la mesa para volverlo a leer. Manzoni me ha dado mucho”, comentó en una entrevista. De ahí su predilección por el film.

Esta obra fundamental de la literatura es una historia de opresores y oprimidos, con la novedad de que los héroes que ven amenazado su amor son dos humildes campesinos. Enmarcando las muchas desventuras de la pareja protagonista, hay un extenso mundo social cruzado por estigmas e injusticias, y con personajes tan de verdad, que al lector le parece haberlos conocido. Todos despiertan la piedad, el amor, la risa, el desprecio o la admiración.

Francisco en junio de 2020 les decía a los médicos y enfermeros y agentes sanitarios de Lombardía: “La pandemia ha marcado profundamente la vida de las personas y la historia de las comunidades. Para honrar el sufrimiento de los enfermos y de tantos muertos, sobre todo ancianos, cuya experiencia de vida no debe ser olvidada, es necesario construir el mañana: para ello hacen falta el compromiso, la fuerza y la dedicación de todos. Se trata de partir de nuevo de los innumerables testimonios de amor generoso y gratuito, que han dejado una huella indeleble en las conciencias y en el tejido de la sociedad, enseñando cuánto se necesita la cercanía, el cuidado y el sacrificio para alimentar la fraternidad y la convivencia civil. Y, mirando al futuro, me acuerdo de las palabras de Fra Felice, en el lazareto, en Manzoni [Los novios, cap. 36°]: con qué realismo mira la tragedia, mira la muerte, pero mira el futuro y sigue adelante.” Y en ángelus del 15 de marzo de 2020 recordaba: Hay sacerdotes que piensan en mil maneras de estar cerca del pueblo, para que el pueblo no se sienta abandonado; sacerdotes con el celo apostólico que han entendido bien que en este tiempo de pandemia no se puede ser como el don Abundio (el sacerdote miedoso y pusilánime de Los Novios de Alejandro Manzoni, n.de la r). Muchas gracias a vosotros, sacerdotes.

En la entrega de la Cruz de la JMJ en noviembre de 2002 dice: “ Manzoni nos da un hermoso consejo: «Se debería pensar más en hacer el bien que en estar bien; y así se acabaría estando mejor» (Los novios, cap. XXXVIII) . Con ocasión del Meeting de Rímini “Para la Amistad entre los Pueblos “ en agosto de 2019 escribía: “¡Cuántos olvidados tienen necesidad urgente de ver el rostro del Señor para encontrarse de nuevo consigo mismos! El hombre de hoy vive a menudo en la inseguridad, caminando como a tientas, extraño a sí mismo; parece que no tuviera consistencia, hasta el punto de dejarse aferrar fácilmente por el miedo. Pero entonces, ¿qué esperanza puede haber en este mundo? ¿Cómo puede el hombre encontrarse a sí mismo y volver a tener esperanza? No puede lograrlo sólo a través del razonamiento o la estrategia. He aquí, pues, el secreto de la vida, el que nos hace salir del anonimato: fijar la mirada en el rostro de Jesús y familiarizarnos con Él. Mirar a Jesús purifica nuestra vista y nos prepara para mirar todo con ojos nuevos. Al encontrar a Jesús, al mirar al Hijo del Hombre, los pobres y los sencillos se encuentran a sí mismos, se sienten amados en lo más profundo por un Amor sin medida. Pensemos en el Innominado de “Los novios” que estaba frente al Cardenal Federigo que lo abraza: «El Innominado, desprendiéndose de aquel abrazo, volvió a taparse los ojos con una mano, y, levantando el rostro, exclamó: «¡Dios es verdaderamente grande! Dios es verdaderamente bueno, ahora me conozco, comprendo quien soy» (A. Manzoni, Los novios). También nosotros hemos sido mirados, elegidos, abrazados, como nos recuerda el profeta Ezequiel en la maravillosa alegoría de la historia de amor con su pueblo: «Eras hija de extranjeros, fuiste apartada; pero yo pasé, te lavé y te llevé conmigo» (cf. Ez 16). Nosotros también éramos «extranjeros», y el Señor vino, nos dio una identidad y un nombre.

El Festín de Babette del danés Gabriel Axel (1987)

Ganadora del Oscar a la película en lengua no inglesa, esta cinta del director danés Gabriel Axel (1918-2014) es una exquisita adaptación de un cuento de la también danesa Isak Dinesen, seudónimo de la baronesa Karen Blixen.

En una entrevista de 2010, tres años antes de ser elegido Papa, Francisco aseguraba que probablemente era su película favorita.

En un pueblo de pescadores en la costa danesa se congrega una pequeña comunidad de tradición puritana nucleada por un pastor que guía a sus fieles con gran autoridad. Cuando éste muere, sus dos hijas continúan adelante con su obra y sus principios. En 1871, huyendo de la Comuna de París, una joven francesa –Babette en la película– encuentra refugio en el austero hogar de las dos hermanas. Llegado el aniversario del pastor difunto, Babette ofrece a la comunidad su mejor regalo: una cena increíble que posee una potencia trasformadora en lo más profundo de las personas.

Cuando llega la frescura de la libertad, del derroche en una cena, todos terminan transformados. En verdad, esa comunidad no sabía lo que era la felicidad. Vivía aplastada por el dolor. Estaba adherida a lo pálido de la vida. Le tenía miedo al amor.” (Papa Francisco)

Fue una película que le marcó , tal como quedó recogida en la exhortación apostólica Amoris laetitia. “En mi experiencia como pastor, he recurrido varias veces a la «memoria en imágenes»: en Amoris laetitia, me refiero a la película El festín de Babette de Gabriel Axel (1987), [en el nº 129, ed], para explicar la importancia de la «alegría que produce el deleite de los demás». En el punto 129 escribe: “La alegría de ese amor contemplativo tiene que ser cultivada. Puesto que estamos hechos para amar, sabemos que no hay mayor alegría que un bien compartido:

«Da y recibe, disfruta de ello» (Si 14,16). Las alegrías más intensas de la vida brotan cuando se puede provocar la felicidad de los demás, en un anticipo del cielo. Cabe recordar la feliz escena del film La fiesta de Babette, donde la generosa cocinera recibe un abrazo agradecido y un elogio: «¡Cómo deleitarás a los ángeles!». Es dulce y reconfortante la alegría de provocar deleite en los demás, de verlos disfrutar. Ese gozo, efecto del amor fraterno, no es el de la vanidad de quien se mira a sí mismo, sino el del amante que se complace en el bien del ser amado, que se derrama en el otro y se vuelve fecundo en él.”

Los niños nos miran (I bambini ci guardano) de Vittorio De Sica (1943)

El Papa Francisco en una visita pastoral a Milán en marzo de 2017 en el estadio Meazza – San Siro, decía: “Nuestros hijos nos están mirando todo el tiempo; aunque no nos demos cuenta, nos observan todo el tiempo y, mientras tanto aprenden. Los niños nos miran, es el título de una película de Vittorio De Sica de 1943. Buscadla. Buscadla, Los niños nos miran. Y, entre paréntesis, me gustaría decir que aquellas película de la posguerra italiana y un poco más adelante, han sido —en general— una verdadera “catequesis” de humanidad. Cierro el paréntesis. Los niños nos miran, y no os podéis imaginar la angustia que siento un   niño   cuando   los   padres   discuten.

¡Sufren!. Y cuando los padres se separan, las cuentas las pagan ellos. Cuando se trae un niño al mundo, hay que ser conscientes de esto: asumimos la responsabilidad de crecer en la fe a este niño”

“El cine neorrealista es una mirada que provoca la conciencia. I bambini ci guardano (Los niños nos miran) es una película de 1943 de Vittorio De Sica que me gusta citar a menudo porque es muy hermosa y rica en significado. En muchas películas, la mirada neorrealista ha sido la mirada de los niños sobre el mundo: una mirada pura, capaz de captarlo todo, una mirada clara a través de la cual podemos identificar inmediata y claramente el bien y el mal”

Y a los representantes de ACEC_SDC con ocasión de su 70 aniversario les decía: “ Me gusta mencionar ―porque lo siento muy en consonancia con este encuentro― la película I bambini ci guardano. Es una obra hermosa, rica en significado. Pero todo el cine de posguerra, aquellas grandes figuras… Todo el cine de posguerra es una escuela de humanismo. Lo hicisteis vosotros, los italianos , con vuestras grandes figuras, no os olvidéis. Y no hablo porque me lo hayan dicho. Cuando éramos pequeños, nuestros padres nos llevaban a ver esas películas y formaron nuestros corazones. Retomar esas películas. He mencionado esa película para la familia, pero hay muchas, muchas… Vosotros sois los herederos de esta gran escuela de humanismo, de humanidad que es el cine de la posguerra.

KAOS de los hermanos Taviani (1984)

Los Taviani recrean cinco bellos relatos sicilianos de Luigi Pirandello, tomados de   tomados de su libro «Novelle per un anno» (1922/1937).

“De Sicilia conozco una película bellísima, que vi hace diez años; se llama Kaos, con la «k»: Kaos. Es una película sobre cuatro relatos de Pirandello, y es muy bonita esta película. Pude contemplar todas las bellezas de Sicilia. Esto es lo único que conozco de Sicilia. ¡Pero es bonita!” comentó Francisco a un estudiante de una escuela de Jesuítas que le preguntó si conocía Sicilia.

Esta película es una adaptación cinematográfica de cinco hermosos relatos del escritor siciliano Luigi Pirandello. Kaos consta de cuatro episodios y un epílogo. El primer cuento: EL OTRO HIJO es el más trágico, narra la desesperación de una madre cuyos hijos emigraron a América 14 años antes y de los que no tiene noticias.

Muestra a través de imágenes de una fuerza sin igual, la aridez de la tierra, la pobreza, la ignorancia y el atraso, y sobre todo la soledad, el dolor y la desesperación de la separación entre los que se quedan y los que emigran a América. Pero los Taviani no se quedan en los hechos o el paisaje, lo que prima en toda su filmografía es el paisaje humano: sentimientos, odio, culpa, recuerdos, fuerza humanas que batallan contra la naturaleza y el destino.

El segundo cuento: MAL DE LUNA es una muy peculiar versión de la leyenda del hombre-lobo, en la que éste es curado por el amor. Es la historia de Batá y su mujer Sidora, que viven aislados, lejos del pueblo, y el vigésimo día de esposarse, en la noche de luna llena, Batá sufre la transformación.

El dolor y la impotencia que sufre el personaje, la hermosa escena en la plaza del pueblo en la que confiesa y relata cómo fue hechizado por la luna, nos muestran como tanto Pirandello como los Taviani logran humanizar una antigua leyenda, una superstición viva en la cultura siciliana. Se destaca en este cuento la ironía, la inocencia de Batá, reflejada en su relación con la burra Tita, la estética escena de los pescadores en el mar, y finalmente el contenido moral con que se resuelve

El tercer cuento: EL CANTARO, es una fábula en la que se enfrentan el poder de los terratenientes y la sabiduría popular. El relato muestra la explotación del terrateniente en las haciendas de olivos y el miedo de los campesinos

El cuarto cuento: REQUIEM cuenta el enfrentamiento entre las razones legales de la autoridad y los derechos religiosos de la colectividad. Los campesinos de un pueblo alejado bajan a la ciudad a reclamar por un cementerio, ya que deben caminar un día y una noche para llegar. Un párroco los apoya en su enfrentamiento con el Barón, el noble dueño de las tierras. La negación del permiso de construir un cementerio, como el Barón lo dice, es el arraigo a la tierra a través de los muertos, es decir que se trata de la pelea por la tierra.

Finalmente: COLOQUIO CON LA MADRE – Epílogo del film Kaos

Es una delicada y estremecedora caricia autobiográfica del escritor, y es el momento culminante de Kaos: viejo y cansado, el propio Pirandello (interpretado por Omero Antonutti, de notable parecido físico) regresa a su casa natal, en Agrigento, acudiendo al llamado de su madre muerta. Allí pondrá orden en el caos de unas imágenes que lo persiguen en el recuerdo y reconstruirá –un cuento dentro de otro cuento, un sueño dentro de otro sueño– una vieja historia que solía contarle su madre, que en la plasmación visual de los Taviani alcanza una dimensión sobrecogedora.

Un hombre de palabra de Wim Wenders (2018)

Lanzado en cines en 2018, el documental le da voz al pontífice para reflexionar sobre los grandes temas sociales del mundo actual. Conmueven escenas de sus viajes por zonas de extrema pobreza en una muestra más de su cercanía con la humanidad. Resulta un canto del director hacia un Papa que muestra actitud humilde, entendido como una gran esperanza, que clama por la solución a las atrocidades, injusticias, pobreza y privaciones que tantísimos sufren en el globo

En Fratelli tutti hay tres referencias [en el nº 48-203-281, ed] a la película Papa Francisco – Un hombre de palabra, de Wim Wenders (2018).

Rapsodia en agosto de Akira Kurosawa (1991)

Profunda reflexión sobre el holocausto nuclear de Nagasaki desde el punto de vista de una superviviente y sus cuatro nietos. Entre sonrisas y lágrimas, la abuela recuerda la historia de su familia y de la sociedad japonesa de su tiempo, tratando de llegar a comprender mejor el pasado y el presente.

El papa Francisco a los miembros de la pontificia comisión para América Latina en febrero de 2014 les decía: “Yo recuerdo una película que vi hace 25 años más o menos, de Kurosawa, de este japonés, este famoso director japonés; muy sencilla: una familia, dos chicos, papá, mamá. Y papá, mamá se iban a hacer una gira por los Estados Unidos, entonces le dejaron los chicos a la abuela. Chicos japoneses de Coca-Cola, hot dogs, o sea de una cultura de ese tipo. Y todo el film está en cómo esos chicos empiezan a escuchar lo que les cuenta la abuela de la memoria de su pueblo. Cuando los padres vuelven, los desubicados son los padres, fuera de la memoria, los chicos la habían recibido de la abuela.[…] Este encuentro de los chicos y los jóvenes con los abuelos es clave para recibir la memoria de un pueblo y el discernimiento en el presente.”

Kurosawa coloca ante el espectador ese choque cultural cuando van a visitar a la abuela sus hijos y nietos. Algunos de ellos han vivido fuera de Japón con otro estilo de vida, por lo que los nietos no entienden a su abuela. Esta maravillosa película es ante todo la historia de tres generaciones con la letal bomba de fondo. En una visita a Nagasaki los niños pueden ver el drama que allí acabó con la vida de su abuelo, tomando conciencia de este drama por primera vez en sus vidas. Esto conduce a un enorme respeto y admiración por su abuela, como superviviente y como auténtica heroína que pudo rehacer su vida después de la desdicha vivida.

El gatopardo (Il gattopardo) de Luchino Visconti (1963)

También el Papa Francisco elogió ”El gatopardo” de Luchino Visconti, la épica sobre el resurgimiento italiano, protagonizada por Burt Lancaster como el príncipe de Salina.

Adaptación de la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, y obra clave en el cine europeo de los años sesenta.

Burt Lancaster protagoniza como Don Fabrizio Corbera, un noble siciliano al final de su vida que se ve envuelto en la tormenta sociopolítica causada por el Risorgimento (la unificación italiana) durante la segunda mitad del siglo XIX, con Alain Delon interpretando a su oportunista sobrino Tancredi, y Claudia Cardinale como su ahijada. El largometraje muestra la vida de Don Fabrizio, Príncipe de Salina (it:Principe Fabrizio Salina), y de su familia, que se ve alterada al ser Sicilia invadida por las tropas de Garibaldi. Como consecuencia de esto, todos van a refugiarse a la casa de campo que la familia tiene en la ficticia Donnafugatta.

Se trata de una refexión sobre la fugacidad de las condiciones de la vida de cada quien, así como los cambios de la sociedad.

Ensayo de orquesta de Federico Fellini (1978)

En una tranquila capilla romana ahora convertida en oratorio, un veterano grupo de ancianos se reúne para llevar a cabo un ensayo orquestal. El ambiente distendido y las bromas de los miembros de la orquesta cesan de inmediato cuando reciben la noticia de que un equipo de televisión estará presente durante el ensayo, no es obligatorio hablar con ellos, pero tampoco habrá compensación adicional por hacerlo. Al principio, acceden contando entrañables historias acerca de los instrumentos y sus primeros acercamientos a la música, pero cuando el director alemán llega todo cambia. Les propina insultos, gritos y demandas que ninguno está dispuesto a aceptar. Tras el momento de tensión, el director, tras las insistencia del delegado sindical, decide concederles 20 minutos del descanso, pero no sabe que es lo peor que podría haber hecho. Después del descanso todo es un caos: la banda se revela y se niega a seguir con la grabación del programa.

Fellini explora las diversas alegrías, tristezas, frustraciones, y triunfos de los músicos, con la orquesta como metáfora de la propia humanidad.

La vida es bella de Roberto Benigni (1997)

“Es una de las últimas películas que pude ver” (Papa Francisco).

Años antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, un joven llamado Guido llega a un pequeño pueblo de la Toscana italiana con la intención de abrir una librería. Allí conocerá a Dora, una joven maestra de quien se enamora. Guido y Dora se casan y tiene un hijo. Los problemas aparecerán pronto y toda la familia será reclutada a un campo de concentración donde sufrirán, por separado, la guerra. Lejos de todo determinismo, es notable que ninguna situación puede robarles la esperanza ni impedirles amar.

Cuando el papa Francisco llamó por teléfono al director de «La Vida es Bella»

«El papa Francisco llamó a mi casa después de la primera transmisión de Los Diez Mandamientos, a las 8 de la mañana, y mi familia le dijo: ‘está durmiendo, llame más tarde’. ¿Se imaginan?», así contaba divertido, hace unos días, el actor italiano Roberto Benigni sobre el Papa, en la Fiesta del Cine de Roma

Era una llamada de la que se sabía que había sucedido, pero sólo ahora, después de dos años, Benigni ha revelado el contenido.

El famoso director de La vida es bella realizó una transmisión especial en la televisión pública italiana en el año 2014 sobre la importancia de los 10 mandamientos en la historia de la humanidad. Recuérdalo aquí:

Roberto Benigni: ¡Los Mandamientos son algo fantástico! ¡Dios es espectacular!

Pues sí, el papa Francisco no defraudó, como siempre, ¡y llamó unas horas más tarde! «Me dijo: ‘¿Pero sabes el bien que estás haciendo?‘. Yo le respondí: ‘¿Yo?

¡Usted es el que hace el bien!’. Fue algo extraordinario”.

«La película favorita de Wojtyla era ‘La vida es bella’. La visionó con Roberto Begnini» Al acabar el visionado del filme, el Papa Juan Pblo II le dijo: «Gracias por mostrarnos el amor de un padre en los campos del infierno».

Mediterráneo de Marcel Barrena (2021)

Sí, el Papa Francisco ha recomendado la película ‘Mediterráneo’, sobre la ONG española Open Arms, por cómo trata el drama migratorio. A su juicio permite comprobar cómo «arriesgamos la civilización» cuando dejamos morir a los refugiados en las aguas del Mediterráneo.

En diciembre de 2021, en la conferencia de prensa durante el vuelo de regreso de Chipre y Grecia, declaró:

Y después otro drama, quisiera subrayarlo: cuando los migrantes, antes de venir, caen en las manos de los traficantes que les quitan todo el dinero que tienen y los llevan en la patera. Cuando son devueltos [rechazados], estos traficantes se los llevan. En el Dicasterio para los migrantes [Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral – Sección migrantes y refugiados] hay grabaciones sobre lo que sucede en estos lugares donde van los migrantes que están de vuelta. Así como no se puede acogerlos y abandonarlos, porque tenemos que acompañarlos, promoverlos e integrarlos, así si yo devuelvo un migrante debo acompañarlo, promoverlo e integrarlo en su país, no dejarlo en la costa de Libia. Esta es una crueldad. Si quieren más sobre esto, pidan al Dicasterio de las migraciones que tiene estas grabaciones. Y hay también una grabación ―ustedes seguro que la conocen― sobre “Open Arms”, que es un poco romántica, pero hace ver la realidad de los que se ahogan. Esto es algo que duele. ¡Pero arriesgamos la civilización, arriesgamos la civilización!”

Repitió así la advertencia que dejó el domingo durante su visita al campo de acogida para desplazados de Lesbos, la isla griega situada a 10 kilómetros de las costas turcas y que constituye uno de los símbolos de la crisis migratoria. «La Unión Europea debe asumir los ideales de los padres fundadores, que eran ideales de unidad, de grandeza, y tener cuidado de no dar paso a las colonizaciones ideológicas.

“Mediterráno”, de Marcel Barrena, ha conseguido una nominación a los Premios Forqué en la categoría de mejor película mientras que en los Goya ha logrado 7 nominaciones, entre ellas las de mejor largometraje y mejor actor protagonista para Eduard Fernández.


Extracto la entrevista publicada por Vatican News:

–  En su magisterio se refiere a menudo al cine: a veces le oímos mencionar tal o cual película. ¿De dónde viene esta particular relación con el cine?

Mi cultura cinematográfica se la debo sobre todo a mis padres. Cuando era niño, iba a menudo al cine local, donde proyectaban tres películas seguidas. Es uno de los mejores recuerdos de mi infancia: mis padres me enseñaron a disfrutar del arte en sus distintas formas. Los sábados, por ejemplo, mi madre, mis hermanos y yo escuchábamos las óperas que se emitían en Radio del Estado (ahora Radio Nacional). Nos hacía sentarnos junto al aparato y, antes de que empezara la emisión, nos contaba el argumento de la ópera. Cuando estaba a punto de comenzar algún aria importante, nos advertía: «Estén atentos, es una canción muy bonita». Era algo maravilloso. Luego estaban las películas en el cine, para las que mis padres aplicaban el mismo método: como hacían con las óperas, nos las explicaban para que nos orientáramos.

–   Y fue en este contexto donde nació su relación con el neorrealismo italiano…

Sí, entre las películas que mis padres querían que conociéramos estaban las del neorrealismo. Entre los diez y los doce años, creo que vi todas las películas con Anna Magnani y Aldo Fabrizi, incluida «Roma ciudad abierta», de Roberto Rossellini, que me gustó mucho. Para nosotros, los niños de Argentina, esas películas fueron muy importantes, porque nos hicieron comprender profundamente la gran tragedia de la guerra mundial. En Buenos Aires, conocimos la guerra sobre todo a través de los muchos migrantes que llegaron: italianos, polacos, alemanes… Sus historias nos abrieron los ojos a un drama que no conocíamos directamente, pero también fue gracias al cine que adquirimos una profunda conciencia de sus efectos.

–  Usted ha definido a menudo el cine neorrealista como una «catequesis de la humanidad» o una «escuela de humanismo». Son expresiones muy finas

con las que atribuye un valor universal a esta cinematografía. ¿Dónde está la relevancia de estas películas?

Las películas del neorrealismo formaron nuestros corazones y aún pueden hacerlo. Diría más aún: esas películas nos enseñaron a mirar la realidad con otros ojos. Aprecio mucho que este libro recoja este aspecto fundamental: el valor universal de ese cine y su relevancia como herramienta importante para ayudarnos a renovar nuestra visión del mundo. ¡Qué necesidad tenemos hoy de aprender a mirar!

La difícil situación que vivimos, profundamente marcada por la pandemia, genera preocupación, miedo, desánimo: por eso necesitamos ojos capaces de atravesar la oscuridad de la noche, de levantar la mirada más allá del muro para otear el horizonte. Hoy es tan importante una catequesis de la mirada, una pedagogía para nuestros ojos que a menudo son incapaces de contemplar en medio de la oscuridad la «gran luz» (Is 9,1) que Jesús viene a traer. Una mística de nuestro tiempo, Simone Weil, escribe: «La compasión y la gratitud descienden de Dios, y cuando se dan a través de una mirada, Dios está presente en el punto en que las miradas se encuentran». Por ello, la reflexión sobre la mirada se abre a la trascendencia. Qué maravilloso sería redescubrir a través del cine la importancia de la educación en la mirada pura. Justo como ha hecho el neorrealismo.

–  Además de proporcionar una pedagogía de la mirada, el cine, en general, también tiene un gran valor social…

El cine fue y es un gran instrumento de agregación. Especialmente en la Italia de la posguerra, contribuyó de manera excepcional a la reconstrucción del tejido social con tantos momentos de agregación. Cuántas plazas, cuántos cines, cuántos oratorios, animados por personas que, al ver una película, trasladaron esperanzas y expectativas. Y a partir de ahí recomenzaban, con un suspiro de alivio, en las ansiedades y dificultades de la vida cotidiana.

También fue un momento educativo y formativo, para reconectar relaciones consumidas por las tragedias vividas. Incluso hoy, mirando más allá de las dificultades del momento, el cine puede mantener esta capacidad de agregación o, mejor aún, de construcción de comunidad. Sin comunión, la agregación carece de alma.

–  Pero, ¿cómo puede este cine enseñarnos a mirar?

El cine neorrealista es una mirada que provoca la conciencia. I bambini ci guardano (Los niños nos miran) es una película de 1943 de Vittorio De Sica que me gusta citar a menudo porque es muy hermosa y rica en significado. En muchas películas, la mirada neorrealista ha sido la mirada de los niños sobre el mundo: una mirada pura, capaz de captarlo todo, una mirada clara a través de la cual podemos identificar inmediata y claramente el bien y el mal. Recuerdo las palabras de mi hermano Jerónimo, arzobispo ortodoxo de Atenas y de toda Grecia, a propósito de una de las realidades más duras de nuestro tiempo: «Quien ve los ojos de los niños que encontramos en los campos de refugiados

es capaz de reconocer inmediatamente, en su totalidad, la ‘quiebra’ de la humanidad» (Discurso en el campo de refugiados de Moria, Lesbos, 16 de abril de 2016).

En muchas ocasiones y en muchos países diferentes, mis ojos se han encontrado con los de niños, pobres y ricos, sanos y enfermos, alegres y sufrientes. Ser mirado a través de los ojos de los niños es una experiencia que todos conocemos, que nos llega a lo más profundo del corazón y nos obliga a hacer un examen de conciencia. El cine neorrealista ha universalizado esta mirada de los niños: su mirada, que es mucho más que un simple punto de vista, nos interroga aún más hoy, cuando la pandemia parece multiplicar las bancarrotas de la humanidad.

–    El neorrealismo también puede verse como un gran proceso de construcción de una memoria colectiva, que de otro modo habría quedado enterrada en los escombros de la guerra. ¿Qué valor tiene para usted el cine en la dinámica entre historia y memoria? ¿Y qué importancia tiene conservar esta «memoria a través de las imágenes»?

Es una cuestión decisiva para el futuro. En mi experiencia como pastor, he recurrido varias veces a la «memoria en imágenes»: en Amoris laetitia, me refiero a la película El festín de Babette [en el nº 129, ed], de Gabriel Axel (1987), para explicar la importancia de la «alegría que produce el deleite de los demás»; en Fratelli tutti hay tres referencias [en el nº 48-203-281, ed] a la película Papa Francisco – Un hombre de palabra, de Wim Wenders (2018). El cine enseña a crear y conservar la memoria, a través de una mirada capaz de traducir y descifrar el mensaje. Pienso también en la densidad de la memoria que las imágenes de la «Statio Orbis» del 27 de marzo de 2020 han sedimentado en el corazón de muchas personas.

En este sentido, también para la Iglesia, la dinámica historia-memoria encuentra un importante punto de referencia en el cine. Veamos el neorrealismo: el arte del cine consiguió iluminar la trama de los hechos para revelar su significado profundo. Esta es otra razón por la que es importante volver a esas películas no con nostalgia, sino con un compromiso con el futuro.

–  Hacer más por parte de la Iglesia significa, en primer lugar, no dispersar el patrimonio de fuentes audiovisuales, o tal vez poder prever algo que se sitúe al lado de las grandes instituciones vaticanas del Archivo y la Biblioteca Apostólica…

Pienso en una institución que funcione como un Archivo Central para la conservación permanente, ordenada según criterios científicos, de los fondos audiovisuales históricos de los organismos de la Santa Sede y de la Iglesia universal. Podríamos llamarla Medioteca, junto al Archivo y la Biblioteca, para la recogida y custodia del patrimonio de fuentes históricas audiovisuales de alto nivel religioso, artístico y humano.

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