Fuente: El Mundo
Autor: Jorge Bustos
No todos los arzobispos de España militaron en los movimientos antifranquistas. En sus intensos cuatro años como secretario y portavoz de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello (Meneses de Campos, 1953) ha tenido que lidiar con las maniobras de Sánchez o con los casos de abusos en la Iglesia. Ahora será arzobispo de Valladolid a tiempo completo.
No pocos católicos tienen en España una especie de síndrome de persecución: leyes agresivas contra sus valores. ¿Está justificado ese sentimiento?
Esos valores afectan a todo ser humano: las cuestiones relativas a la vida, a la comprensión de la persona, a la dignidad humana, al trabajo. A ese humus del que venimos lo llamamos tradición judeocristiana o mundo occidental. Y cuando ahora se le niega carta de naturaleza retorna como una intuición, como una presencia anhelada. La cuestión del aborto no pertenece a la Iglesia: hay muchos argumentos científicos para poder decir que en el seno de una mujer hay una vida distinta de ella misma. O que hablar del derecho a decidir en el propio cuerpo no es falaz por la fe sino por la ciencia. O que no se puede llamar de la misma manera a una relación que tenga capacidad de engendrar vida que a una que no la tiene. O que ante la realidad dramática del sufrimiento no se puede ofrecer la muerte como solución: anular al que sufre para solucionar su sufrimiento. Todos estos asuntos no pertenecen exclusivamente al orden cristiano, sino a nuestras raíces griegas y al derecho romano. Pero cuando desaparece el aliento espiritual de una sociedad, la razón decae.
Me han contado que usted procede de la izquierda. Militó en la oposición a la dictadura.
Yo soy de una familia de Tierra de Campos, tradicional. Tengo un tío muerto en la guerra, que no sabemos en qué cuneta está, del bando nacional. Mi familia es de derechas de toda la vida. Pero un chaval adolescente en los 60 y joven en los 70, además de la rebeldía propia de la edad, experimentaba la evolución de España. Yo estudiaba Derecho en Valladolid, y la ciudad vivía una ebullición de movimientos sociales con los trabajadores de Fasa o de la construcción. En esa época yo estuve cercano a la Junta Democrática, fui delegado de facultad el año en que se cerró la universidad, en 1975, y el Partido Comunista me puso un coche para moverme en la clandestinidad. Me venía a Madrid y esas historias. En las primeras elecciones municipales ganó el PSOE y asesoré a la concejala de Cultura. Pero luego el mismo PSOE me detuvo en 1983 en las manifestaciones contra la OTAN, cuando hacíamos sentadas para tratar de evitar un desfile militar. Y ese mismo año me fui al seminario.
¿Considera esa militancia un pecado de juventud?
No: forma parte de mi historia. Intuí que el desafío gordo para la soñada revolución pendiente tenía más que ver con la transformación personal que con el cambio de las estructuras. Y luego mi experiencia de vida me lo ha confirmado. Pero sí me hace tener una sensibilidad singular para no dejarme llevar por la simplificación entre izquierda y derecha, neoliberalismo y progresismo.
¿Le preocupa que crezca la decepción con la democracia liberal en ciertas órbitas católicas?
Siempre hay un riesgo en todos los grupos católicos: leer la fe y la propuesta cristiana desde la -legítima, ojo- ideología de cada cual. La relación entre la fe y la ideología siempre es problemática. Pero es que además la fe en Jesucristo, que es el hijo de Dios hecho carne, es una fe muy materialista, amante de lo real. El final de la modernidad supuso una eclosión de las ideologías, del nombre por encima de lo nombrado. Y la fe cristiana debe dejar que hable lo real. Debemos tener la humildad de que la realidad desmonte nuestra ideología. Lo contrario les pasa a los ideólogos y a los periodistas.
Ha tenido ocasión de reunirse con Pedro Sánchez y Félix Bolaños. Tengo entendido que incluso rezó con ellos. Pero al salir de la reunión le habían filtrado un titular malicioso sobre los bienes de la Iglesia. ¿Qué opinión se lleva del Gobierno?
La impresión que me llevo es que ha habido cordialidad en las formas y un foco deliberado en los asuntos relativos a la economía y el patrimonio. A pesar de nuestra voluntad de diálogo ha resultado imposible hablar con ellos en cuestiones de familia, educación o Estado del bienestar salvo en el asunto de las migraciones, en el que el Gobierno ha pedido nuestra colaboración en los momentos de crisis. Hemos llegado a acuerdos en materia fiscal y patrimonial: estábamos de acuerdo en el famoso asunto de las inmatriculaciones, pero no en la forma que tuvieron de contarlo.
¿Cómo va la auditoría de abusos sexuales encargada por la Iglesia al despacho Cremades & Calvo Sotelo? ¿Cuántos casos hay hasta ahora y cómo se resarcirá a las víctimas?
Nosotros nos comprometimos a dar anualmente las cifras de los casos que fuéramos conociendo en las oficinas de abusos que abrimos. El informe Cremades está en marcha, nos comprometimos a dejarles libertad de movimientos y están realizando sus visitas a las diócesis y congregaciones religiosas. El año próximo presentarán su informe. En cuanto a nuestros datos, publicados en las dos ruedas de prensa que ha dado el Defensor del Pueblo, hablamos de unos centenares de casos: concretamente 506 casos a 31 de diciembre del año pasado. Ahora estamos preparando la carta para que a 31 de diciembre de este año se nos facilite la cifra actualizada y detallada. Y tienen una característica: el 80% son anteriores a 1980, la mayoría circunscritos a la realidad de los internados religiosos. En muchos de estos casos, el camino de escucha, de ayuda psicológica y espiritual o incluso económica -bien porque la Justicia así lo estipulaba o porque en las diócesis se haya visto la necesidad de financiar algún tipo de tratamiento- está encauzado. Pero hemos querido encargar esa auditoría externa para poder contrastar cifras y nombres con nuestros datos, porque a veces llegan casos repetidos o porque en algunos casos las denuncias son demasiado vagas. Queremos acercarnos lo máximo posible a la verdad, si es posible con nombres y apellidos, y estudiar los casos ocurridos en este siglo, para saber en qué han podido fallar los protocolos. Hemos elaborado un nuevo plan de formación en los seminarios con especial acento en la dimensión psicológica y afectiva. Hemos tomado otras medidas referentes a los laicos, para escuelas y catequesis. Pero los informes de la Fiscalía sobre pederastia ponen tozudamente de manifiesto que no estamos ante un fenómeno eclesial, porque el número de clérigos acusados en relación a la problemática general de los abusos es mínima.
Cierta parte de la derecha acusó a la Conferencia de no oponerse a la exhumación de Franco. De dejar solo al abad del Valle de los Caídos.
Se trataba de respetar las responsabilidades y las competencias de cada cual. El Valle pertenece a Patrimonio Nacional, existen unos convenios y la basílica cumple una función: orar por la reconciliación y la paz en España y por todos los difuntos enterrados allí, de un bando y otro. Se fueron cumpliendo todos los pasos previstos en la legislación. Comoquiera que la decisión del enterramiento partió del Estado a través de la petición del Rey de entonces vehiculada a través del Gobierno, quien toma la decisión de enterrar es quien toma la decisión de desenterrar. Eso sí, el obispo de Madrid estuvo en contacto con la familia para que sus legítimos derechos se tuvieran en cuenta.
Sorprendió que usted defendiera la interpretación más benévola de unas palabras de Irene Montero.
Fue una rueda de prensa en la que yo me despedía de los periodistas. Y me preguntaron por mi experiencia. Y les dije que había aprendido que el foco desenfoca. Y puse el ejemplo de las declaraciones de la ministra: a mí me importa lo que aparece en las exposiciones de motivos de sus leyes, que es con lo que expresé mi radical disconformidad. Pero los periodistas pusieron el foco en una frase suya que supongo que quería decir que hay que educar a los niños para que de mayores puedan decidir. Puedo ser comprensivo con una frase desenfocada, pero lo más constitutivo de ese Ministerio son sus leyes.
El Papa ha hablado recientemente de dos posturas contrarias a la naturaleza de la Iglesia: el progresismo que se adapta al mundo y el tradicionalismo que añora un mundo pasado. ¿Qué eco tienen esas posturas en el catolicismo español?
La Iglesia vive en una permanente tensión entre fidelidad y novedad. Nos constituye la acogida de una tradición y su entrega a los siguientes. Pero estamos llamados a ser fieles en la novedad del tiempo: la tradición que acogemos y entregamos no puede estar muerta. La Iglesia ha ido interpretando las palabras de Jesús a lo largo del tiempo y ha ido creando con ello un magisterio. Amamos la tradición, pero esa tradición debe fecundar esta época, no el siglo XVII. Esto que se dice fácil es complicado. Porque hay siempre miembros de la Iglesia que ante cualquier novedad temen caer en la infidelidad, y otros que lamentan que tanto vigor en la defensa de la tradición -seguir hablando como en los siglos pasados- impida que la gente de la época entienda el mensaje cristiano. Hay que saber que esta tensión es permanente, y este Papa defiende la necesidad de un discernimiento entre el progresismo que solo atiende a la novedad y el tradicionalismo que solo atiende a la fidelidad.
¿Diría que Vox es el partido más afín a la doctrina de la Iglesia?
Reconozco que Vox en cuestiones referidas a la antropología y la familia tiene postulados que se pueden reconocer en la doctrina de la Iglesia. Pero la propia Iglesia relaciona inseparablemente esos postulados con una propuesta laboral, económica y política. La división tópica entre izquierdas y derechas puede llevar a ser fiel a la Iglesia en asuntos de cintura para abajo e infiel en los que afectan a la cartera. Por eso no consideramos como propio a ningún partido. No se pueden separar el ser, el amar y el hacer: los tres pilares básicos de lo humano.
¿Qué replica a los españoles que ven de izquierdas a este Papa?
Desde que hemos tenido papas no italianos hemos descubierto que cada papa ofrece lo propio de su historia. San Juan Pablo II ofrece la experiencia de haber vivido bajo dos totalitarismos. Benedicto XVI aporta su conocimiento teológico formado en una Alemania de luteranos y católicos que sale del nazismo, necesitada de una reflexión cultural sobre Europa. Y Bergoglio es el papa que viene de una megalópolis del sur, rodeada por una corona de espinas de barrios de villas miseria. Cada uno está aportando su experiencia a la Iglesia católica en su conjunto. Yo percibo que a los europeos nos está costando mucho entender a quien viene de una diócesis tan singular como la del gran Buenos Aires.
¿No envía una señal de desconfianza hacia los laicos la decisión de Francisco de subordinar el Opus Dei a la jerarquía del clero?
En la Iglesia ha habido una rica explosión de movimientos con una característica común: que en ellos hay como un dibujo de la Iglesia entera. Hay laicos, presbíteros y nuevas formas de vida consagrada. Y cuesta encontrar el encaje a eso. Ahora se está viendo cómo hacer para que en estas grandes familias de católicos organizados -Opus Dei, Comunión y Liberación, Camino Neocatecumenal, los Focolares, los Legionarios en su momento, con el agravante del caso gravísimo de su fundador- los laicos puedan ser laicos (y no frailes de segunda) y los curas asuman su condición de curas. Se requiere un encaje jurídico-canónico para no confundir lo ministerial con lo jurisdiccional, con el poder organizativo. Es un desafío estupendo, porque es de crecimiento: si te aprieta el zapato deberás comprarte una talla mayor.
La crisis de vocaciones es grave. Los conventos y seminarios andan más bien vacíos. Y los sacerdotes, como los médicos, están quemados de no dar abasto. ¿Hay alguna forma de paliar esta crisis?
Juan Pablo II ya dijo que el salto cualitativo de la Iglesia del XXI sería generar una cultura vocacional, incluyendo a laicos y familias. En España vivimos esta escasez de vocaciones de forma singular porque se están jubilando los curas de las grandes ordenaciones de los años 50 y 60, en un país completamente católico. No se trata de negar la carencia, pero solo podemos responder a ella con un planteamiento general de la vida como vocación, para hombres y mujeres. Con una dificultad cultural añadida: es difícil plantear que los curas solo son hombres en una sociedad que ha anulado la diferencia sexual.