Ana Sánchez
Sorprende ver películas como «Arrugas» tanto por la forma como por el fondo de lo que trata.
Quizá podría resumirse como una historia de amistad, con las peculiaridades que puede tener cualquier historia de amistad, o quizá en este caso alguna más.
En primer lugar se trata de una película de animación, concretamente dibujos animados españoles, basados en un cómic de Paco Roca. El director, Ignacio Ferreras, realizó en 2011 este relato sobre la vida en un geriátrico, con una versión divertida y cruda al mismo tiempo, tierna y desgarrada, que puede hacernos pensar bastante sobre cómo es la situación de los ancianos en la sociedad que estamos construyendo y cómo viven sus relaciones en un ambiente que en principio se dibuja prácticamente paradisíaco pero que es vivido como una auténtica amenaza.
Podemos ver multitud de casuísticas familiares, desde la carencia absoluta de la familia hasta una tierna y profunda relación entre los miembros, aunque todas convergen finalmente en un mundo propio y cerrado en el asilo de ancianos, en el que la planta de «asistidos» es vista con temor por la mayoría de ellos, porque representa la dependencia absoluta de los demás. Pero ¿acaso no dependemos siempre, en todos los momentos de nuestra vida y en todas las situaciones de los demás? Y realmente es esta dependencia la que acabarán descubriendo también los protagonistas de la historia, una dependencia fundamentada en la amistad y el amor.
Comenzarán formando alianzas para defenderse de la realidad de la enfermedad, el Alzheimer, tratando de engañar a médicos y familiares y en este intento de evasión, probarán también con la huida de la residencia en una auténtica aventura que estrechará aún más los lazos que les unen y que les mantendrán unidos ya para siempre.
Una buena oportunidad para que pensemos cuál es nuestra actitud hacia los que nos rodean, si queremos con-vivir o sobre-vivir, si vivimos que nuestra vida está realmente ligada de manera indisoluble a la de los demás.
