Por Ana Sánchez
Aprovechando la conmemoración del día del libro, recordamos la aventura que supuso durante más de diez años la Editorial ZYX, que realmente fue mucho más que una editorial. Tal y como la definió el que fue su gerente prácticamente desde los inicios, Pepe Molina, se trató de «un movimiento social de promoción de militantes que dieron vida a muchas experiencias de participación sindical, social, ciudadana y política, en esa lucha social por la igualdad. que tanta fuerza desarrolló en la ideología política
Una actividad novedosa y fundamental dentro de las realizadas por la Editorial ZYX fue la de acercar los libros a los lectores, sacando los libros a las calles, a las puertas de las fábricas, dentro de las universidades,… Es decir, que los militantes ponían todo su empeño en que las publicaciones fueran encontradas por sus lectores, tanto desde el punto de vista económico (puesto que se trataba de precios más que asequibles prácticamente a cualquier bolsillo) como desde el punto de vista meramente físico, acercándose a pueblos, reuniones, puestos de trabajo, etc. Ya desde fechas muy tempranas se encuentra como un punto fundamental en las reuniones de la editorial el plan de difusión de las publicaciones; en 1967, por ejemplo, se habla de “lanzar una campaña de venta pública a través de puestos de libros en barriadas obreras, centros urbanos, universidades y fábricas”.
Muy específicamente se trata este tema en el «Cuestionario Nº 4» de 1968, en el que se plantea específicamente el estudio y determinación de establecer el máximo de puestos públicos, con una campaña especial de puestos el día del libro.
Las ferias del libro también son un momento importante en el calendario de actividades, destacando las de Madrid, Zaragoza y Valladolid. También en Sevilla reconocían la importancia de estar presentes en la feria del libro para dar a conocer la editorial y cómo la asistencia desde 1969 fue considerada como algo fundamental y tres años después ya se ponían unos 20 puestos semanales en la calle, universidad, barrios y con motivo de recitales y conferencias.
Incluso en 1969, año en que se decretó en España el Estado de Excepción, se superaron en un 25% las ventas de años anteriores, a pesar de los pocos libros que pudieron editarse el convulso año anterior. Desde que el 24 de enero de 1969 se declaró el Estado de excepción, no pudo publicarse nada, limitándose a vender el fondo de libros existente en los almacenes
Un importante acuerdo ese año 1968 fue la de continuar y ampliar al máximo las exposiciones y ventas periódicas en institutos de segunda enseñanza, escuelas de peritos, escuelas profesionales, facultades universitarias, escuelas superiores especiales, seminarios… haciendo en todos los casos una preparación previa de los ambientes a través de octavillas, contactos personales e incluso acompañando las exposiciones con recitales de canto y poesía del pueblo.
Para esta tarea, siempre se consideró tan importante el hecho de vender como la necesidad de auscultar la opinión de la gente sobre si las publicaciones eran un medio útil de formación, conocimiento y promoción: en la venta de la calle no se puede estar pasivamente delante de un puesto de libros, “hay que ser combativo, hay que enrollarse, ofrecer; porque en el peor de los casos, si no compra nada, se lleva dos ideas nuevas en la cabeza”.
En 1970 se presenta un punto clave en la exposición que se hace refiriéndose a los problemas con la administración: «administrativamente nos siguen manteniendo en precario como lo demuestra la negación del permiso para asistir a la Feria del Libro de Madrid, después de haber hecho, con tiempo suficiente, los trámites legales. A raíz de esto y siguiendo la experiencia llevada a cabo por el bibliobús (la «Librería móvil 2000» o «Cienfuegos», como también se la conocía) se incluye también la venta de libros de otras editoriales.
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