Omnia sum communia (Todo es común)

500 años de la revolución de los campesinos

Rodrigo Lastra

Hace unos años mi hijo mayor me descubrió uno de los grupos de música que más he escuchado en los últimos tiempos: Lágrimas de Sangre. Un grupo de rap-reggae de Barcelona con gran conciencia social y letras combativas. En una de las canciones que más me gustan “Quemar el Mar” que habla de la libertad y la esperanza, usan la expresión latina omnia sum communia (Todo es común). Y justo hace 500 años (1525), la mayor revolución de los de abajo en el milenio previo a la Revolución francesa, se produjo en Centroeuropa al grito de omnia sum communia.

La rebelión de los Campesinos, como así ha pasado a la historia, fue encabezada por Thomas Müntzer. Y el grito omnia sunt communia procedía a su vez de una conocida sentencia de Tomás de Aquino, que dos siglos antes había escrito sobre cómo  in extrema necessitate omnia sunt communia, o sea, en caso de extrema necesidad todo es común [1]. Para el gran pensador católico medieval, “Las cosas son comunes según el derecho natural. Siendo la división y apropiación de cosas objeto del derecho humano, nada impide que se socorra la necesidad de un hombre mediante tales cosas. Por tanto, por derecho natural, todas aquellas cosas en que sobreabunda el rico, están destinadas para la sustentación del pobre”[2]. Ello llevaba necesariamente a la expropiación en el caso de que sea la única manera de satisfacer las necesidades para cuyo fin están las cosas. Tomás no duda en sacar esa conclusión: «Si la necesidad es evidente y urgente, entonces puede uno satisfacer su necesidad con las cosas ajenas»[3]., En el fondo no  hacía más que retomar la doctrina de los antiguos Padres de la Iglesia. Y yendo más atrás las prácticas de los primeros cristianos y las palabras de María a su prima Isabel: “Derriba a los poderosos de sus tronos, a los ricos despide vacíos y a los pobres colma de bienes[4]”.

En 1524, y en el contexto de la recientemente irrupción de la Reforma Protestante, estalla en el Sacro Imperio Romano Germánico la Guerra de los Campesinos. La sublevación de los más pobres estalla por todas partes. Es quizá la primera ocasión que en Europa se dan condiciones objetivamente revolucionarias. 300.000 campesinos se levantan contra sus señores. Desde luego esta revuelta popular fue la más masiva en Europa que se conocerá hasta la Revolución francesa de 1789. Tomas Müntzer, otrora compañero de Lutero, fue uno de los principales líderes de los campesinos alemanes contra los príncipes. Müntzer pertenecía a una corriente reformada que se conocerá como anabaptistas. Predicaban el bautismo a edad adulta, defendían un comunismo bíblico y querían volver a la primitiva comunidad cristiana. El filósofo marxista Ernst Bloch le definirá como el teólogo de la revolución y le dedicará un extenso trabajo: “Ellos tasan y chupan a los pobres la médula de los huesos, y encima hemos de pagarles intereses por ello. ¿Y qué hay de los especuladores, de los jugadores y cambistas, más ahítos que perro que vomita? ¿Y los del mangoneo? ¡Malditos sean su feudo infamante, su derecho de expolio! ¿Y qué decir de los tiranos y energúmenos, que para sí reservan impuestos, peajes y tasas y tan escandalosamente despilfarran lo que debiera ir a parar a la bolsa común para servir de provecho al país? Y, ay de aquél que ose rezongar, pues, cual, si se tratara de un facineroso, se lo llevan y lo empalan, decapitan o descuartizan; y hay menos compasión para con él que para con un perro rabioso. ¿Les ha dado Dios tal poder?” [5]

Engels dirá en el siglo XIX, refiriéndose a la doctrina de Müntzer: “para ellos, el reino de Dios no era otra cosa que una sociedad en la que ya no existirán diferencias de clases, ninguna propiedad privada, ningún poder de Estado externo, autónomo, oponiéndose a los miembros de la sociedad.” [6] Luteranos y católicos, de común acuerdo, forman un ejército para sofocar tal amenaza. Lutero escribía: “los campesinos han cometido crímenes horrendos ante Dios y ante los hombres: el primero es desobedecer a los que han jurado fidelidad (sus señores), el segundo arrasar los conventos y castillos que no son suyos. Merecen diez veces la muerte en el cuerpo y en el alma” [7]. Los deseos de Lutero se cumplirían. En 1525, hace ahora 500 años, en la batalla de Frankenhausen (actual estado de Turingia) el  movimiento campesino fue aplastado brutalmente. El ejército de los nobles y los príncipes ahogó la protesta en sangre. La represión fue atroz. Se estima entre 100.000 y130.000 los campesinos muertos[8].

Pero las ideas, nunca pueden ser aniquiladas. Los anabaptistas de Müntzer se difundirán ampliamente en los siglos posteriores por América. Al ser muy perseguidos en Alemania, por negarse a servir en las guerras de los poderosos, muchos huyeron a los EEUU, fundando allí las primeras colonias con espíritu socialista. Engels ensalzó el comunitarismo de los anabaptistas. Ramas anabaptistas fueron los huteritas, amish y menonitas… cristianos profundamente antibelicistas y que cultivaron la pobreza evangélica. Cristiano anabaptista fue también el gran luchador por los derechos civiles del siglo XX, que curiosamente llevaba el nombre del fundador de la reforma protestante: Martin Lutero King. Hoy, el antiguo lema tomista de omnia sum communia, símbolo de un anhelo de igualdad, sigue volando por el mundo. Entre otras cosas, gracias a canciones como las del grupo Lágrimas de Sangre.


[1] de Soto, Domingo O.P. (2019) Relecciones y opúsculos. San Esteban, p. 146. (Original: ca. 1550).

[2] Tomás de Aquino. Suma Teológica, Tomo II-III. (c. 66, a. 7). BAC (1959).

[3] Tomás de Aquino. Ibid. c. 66, a. 7.

[4] Lc 1 46-55

[5] Bloch, E. (2002). Tomas Müntzer, teólogo de la revolución. Machado libros, p. 226.

[6] Engels, F. (1951). La Revolución burguesa en Alemania. Paris, p. 49. (Original: 1851).

[7] Lutero, M. Obras de Lutero. Edición de Weimar XVIII, p. 344.

[8] Engels, F. (2009). La guerra campesina en Alemania. Capitán Swing. (Original: 1850).

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