En noviembre, una docena de personas comenzábamos los diálogos sobre la encíclica Fratelli Tutti, invitadas por amigos de Encuentro y Solidaridad en Oviedo. Como han sido online, hemos podido juntarnos de diferentes lugares.
Para preparar cada uno de los capítulos de la encíclica nos hemos ayudado de los vídeos, del canal de Doctrina Social de la Iglesia, realizados por José Ramón Peláez y publicados en la web de EyS.
Os dejamos unas pinceladas de los temas que fuimos tratando a lo largo de estos meses:
- Sentirnos hermanos, mirar al otro, como Dios lo mira, con el mismo amor con que me mira a mí.
- Se aprobó en este tiempo la ley de la eutanasia y la encíclica nos daba muchas claves: Todos somos responsables de la fragilidad de los demás. La lógica de la mayoría como imposición contra la dignidad de la persona.
- Llevar esa dignidad al centro de la política. El otro merece la entrega, en la medida en que el otro es sagrado, cambia todo.
- Incluir al otro con sus diferencias, nos enriquece.
- El trabajo como expresión de la dignidad.
- El relativismo, un problema que se opone al pensamiento, la razón y la verdad.
- Ser artesanos de la paz. Reconocer la verdad del otro a través del diálogo, que es la escucha más allá del consenso.
- El PERDÓN necesita memoria y reconocimiento del dolor. No es impunidad sino justicia. No permanecer callados. Amar al opresor es denunciarlo para que sea persona.
- Reconocernos hermanos, significa tener un Padre común, la experiencia de la fe nos ayuda. Estamos llamados al ecumenismo.
Pues bien, llegó la hora de finalizar estos encuentros. Quisimos invitar al propio José Ramón, que nos había acompañado virtualmente en este tiempo, para tener un diálogo-conclusión con él y abrirlo, como siempre estuvo, a más amigos que se quisieron unir.
Comenzó situándonos la encíclica dentro del Magisterio del Papa Francisco y como un continuum en el Magisterio de los tres últimos Papas:
- La persona en el centro, la vía de la Caridad que construye solidaridad/fraternidad.
Pero además nos hizo un paralelismo, muy interesante, con la Pacen in Terris de Juan XXIII, en la que se buscaban los principios para la convivencia de las naciones: verdad-justicia-amor-libertad. En un momento de ruptura y polarización, la política se presentaba como respuesta, la política entendida como búsqueda del bien común.
Y en la actualidad, el Papa Francisco nos pone delante que ante la pandemia somos incapaces de dar una única respuesta, se rompen los sueños de unidad: el descarte de los emigrantes, de los ancianos, de los pobres, de los no nacidos, se niega la dignidad humana.
No hay una orientación al bien, la globalización no nos conduce a vernos iguales; las redes sociales, paradójicamente, llevan al aislamiento. A los pobres se les induce al autodesprecio y al sometimiento.
Y sin embargo, esta encíclica plantea el encuentro, la fraternidad, la esperanza. Y es que debemos tener en cuenta la vivencia de quien la escribe, el primer Papa del Sur, el migrante que trae con él la experiencia de la convivencia de identidades, del diálogo con otras religiones, de estar al lado de los que luchan, de fomentar el protagonismo de los pobres.
Así nos habla de la fraternidad como el reconocimiento de que el otro es como yo, es mi hermano. Pone encima de la mesa aquello de tratar a los demás como quieras que te traten.
Acerca un concepto algo olvidado como la amistad social, sinónimo de construir pueblo, de caridad política. Para alguien del Sur, construir pueblo no es buscar una identidad para sentirse diferente (algo que nos pasa en la vieja Europa) sino que construir pueblo es unir diversas identidades para un futuro común, se trata de dar protagonismo a todos, especialmente a los pobres. Porque contar con ellos es la solución.
A la hora de abrir el diálogo, José Ramón nos propuso exponer las ideas que nos hubieran sorprendido y los temas de lo que nos hubieran quedado más ganas.
Por supuesto que el tema del Perdón fue a la vez sorpresa y deseo de profundizar. De hecho, hemos decidido compartir experiencias de perdón que conozcamos (a lo cual estáis invitados todos los que hayáis sido capaces de aguantar en la lectura y habéis llegado a este punto).
Además señalábamos la sencillez, la profundidad y sobre todo la esperanza que nos ha transmitido la lectura de Fratelli Tutti.
Precisamente por ello hicimos hincapié en la necesidad de mirar al futuro e ir creciendo en diálogo ecuménico. No queremos ser indiferentes, no queremos acostumbrarnos a la división.
Hemos decidido mantener estos encuentros, asistir a los círculos de silencio que se han iniciado en Asturias y con la ayuda del Espíritu Santo os iremos contando nuestro caminar. Estáis invitados.