Diego Velicia, psicólogo del COF Diocesano de Valladolid
“¡Haz caso a tus sentimientos!”, “¡sigue a tu corazón!” … frases así nos invitan en cierta literatura y redes sociales, a dejarnos llevar por nuestros sentimientos, a obedecerlos y seguirlos a pies juntillas para no reprimirnos nada y tener una vida intensa.
La premisa básica de este tipo de mensajes es que nuestra auténtica personalidad se manifestaría de forma espontánea en nuestra manera de sentir y de expresar los sentimientos. Cualquier intento de modularlos se convertiría en una fuente de represión, inhibiría nuestra personalidad y nos convertiría en seres infelices que no viven con autenticidad su vida. El gran peligro del que alejarse es actuar conforme a estereotipos sociales que encorsetan. El sentimiento define tu esencia. Eres lo que sientes.
Según esto, a la hora de tomar decisiones se trataría de dejarse llevar por los impulsos de nuestro corazón y actuar conforme a ellos. Eso garantizaría el acierto en el rumbo a seguir, ya que aseguraría que somos nosotros mismos quienes tomamos nuestras decisiones.
“¡Que no te traicionen tus sentimientos!”, “¡no te dejes llevar por tus sentimientos, domínalos!” son otro tipo de mensajes dirigidos a sospechar permanentemente de los propios sentimientos y tenerlos bajo control, bien domesticados. No hay que dejarles alzar la voz ante las distintas situaciones que afrontamos en la vida porque se ven como una fuente de tentaciones, errores y egocentrismo.
Bajo esta mirada, los sentimientos se identificarían con una parte instintiva, que conviene alejar de nuestra vida. Los sentimientos serían el lugar favorito para la tentación y deben ser combatidos por una voluntad férrea y una razón que los someta.
Desde esta perspectiva, cuando uno se encuentra ante decisiones que tomar o situaciones a las que reaccionar, debería hacer un esfuerzo por ignorar los sentimientos y hacer que sea solo la razón la que lleve las riendas. Todo lo demás conduciría a un sentimentalismo que nos haría sufrir y equivocarnos en nuestras decisiones. El sentimiento sería una amenaza para situarse ante la realidad y hay que tratar de mantenerlo bajo control.
¿Nos dejamos llevar por nuestras emociones o las ponemos bajo control? ¿Existen solo estas dos opciones irreconciliables?
Cuando medimos la temperatura corporal de una persona y observamos que tiene fiebre, deducimos que hay algo que está causando esa variación y tratamos de saber qué es para actuar en consecuencia. La fiebre indica que algo está sucediendo, por ejemplo, una infección. No existe una temperatura “inadecuada o errónea” puesto que es esa fiebre la que nos ayuda a identificar la infección. Aunque el padecerla sea incómodo.
Del mismo modo, no existen emociones inadecuadas o erróneas. Existen emociones que son reacción a un acontecimiento concreto en el marco de una historia personal concreta. Escucharlas es el primer paso para conocerse: ¿qué está causando esta reacción en mí?, ¿qué información me está dando esta reacción?
En ocasiones esa información viene en un vehículo desagradable: la ira, el asco, la tristeza, el miedo… nos producen sensaciones incómodas. Pero si despreciamos o rechazamos el vehículo en el que vienen, nos perdemos esa información y con menos información tenemos menos margen para maniobrar ante las distintas situaciones que se nos presentan.
Necesitamos entender cuál es el lugar adecuado de las emociones y de los sentimientos en nuestra vida. No son Dios, tampoco el demonio. Convertirlas en un dios al que obedecer nos llevará a ser sus esclavos y fácilmente manipulables. Convertirlas en un demonio a combatir nos llevará a alejarnos de nuestra humanidad. Conectarse a ellas y aceptarlas será una buena forma de conocerse a uno mismo y de conocer la realidad. Que no es una mala tarea.
Básicamente de acuerdo. Aún así pienso que hoy, la postura que más daño está haciendo es la primera.
Sugerente, la idea de comparar los sentimientos a la temperatura.
Una reflexión sobre el mismo tema;
¿Lo que dicte el corazón?
https://habitantedelanoche.wordpress.com/2016/03/20/su-majestad-el-sentimiento/