Autor: Javier Marijuán
El Bien Común se define en la cultura militante como la Promoción Integral y Colectiva; en su defensa se juega, a nuestro juicio, la gran batalla política y cultural de nuestro tiempo.
La promoción integral y colectiva es un camino hacia la libertad que consiste en el cultivo y desarrollo de todas las capacidades de la persona, de todos los aspectos de la vida (económico, social, político, cultural, humano) y al mismo tiempo impulsa la promoción colectiva del pueblo.
Hoy, en cambio, se ha impuesto el concepto de interés general que tiene más que ver con las mayorías mutables y la ley del más fuerte que sea capaz de imponer su agenda política. Y un paso más: el avance de las políticas y las reivindicaciones fragmentarias acaban dando una vuelta de tuerca convirtiendo el ya escuálido interés general en interés particular. Un claro ejemplo de ello es la anunciada ley de amnistía, que divide más que une.
El gran enemigo del bien común es la creciente dificultad que tiene nuestra sociedad de construir un “nosotros”.
Nos quieren convencer de que la democracia debe adaptarse a los nuevos tiempos, es decir, a los vientos del individualismo. Pero no nos engañemos, la suma de intereses egoístas no construye bien común ni permite el avance social. La obsesión por las identidades ha reforzado el individualismo haciendo girar las miradas hacia uno mismo (identidad sexual, territorio, raza…) en vez de dirigirlas hacia fuera con el consiguiente retroceso del horizonte del bien común. Hoy, la formación de gobiernos y las mismas instituciones políticas de nuestra democracia han acabado condicionadas por intereses particulares de grupos que usan su poder económico o retóricas resentidas para imponerse.
El camino hacia la promoción pasa por cimentar un relato inverso al hegemónico. Las patologías identitarias que dividen nuestra sociedad no son manifestaciones espontáneas surgidas desde abajo sino una estrategia de grupos de poder y así debemos denunciarlo.
El relato solidario es el que, en la historia, ha servido a la promoción del pueblo, ha eliminado desigualdades, promocionado a los de abajo y dado voz a los que no la tenían.
El relato solidario es el que también necesitamos para afrontar los retos del futuro. Y quien más se juega en esta nueva etapa son los más pobres, de los que nadie habla.