Fuente: nexos.com
Autor: Shantal Sánchez-González
Una de las necesidades básicas de los humanos es la alimentación. Ése es un hecho irrefutable. Sin embargo, la manera en que las sociedades han logrado satisfacer su apetito ha cambiado con el paso de los años. Desde que encontramos cobijo en la vida sedentaria y logramos adoptar prácticas agrícolas se ha buscado asegurar el sustento alimenticio de la población; este proceso se ha transformado con el paso de los años, hasta llegar a la época actual en que podemos pedir comida desde nuestros teléfonos inteligentes.
Si bien es cierto que la sociedad contemporánea casi nada tiene que ver con aquella del Neolítico, la necesidad de alimentos se mantiene, pero con algunas modificaciones. En la última década comenzó la noción de una mercancía como commodity para determinar casi cualquier tipo de bienes indiferenciados esto ha transformado la necesidad de alimentación en una necesidad de maximización de ganancias; a su vez, entender a las commodities, en plural, como un grupo heterogéneo de productos básicos y materias primas del que forman parte los alimentos ha cambiado la producción de alimentos para la satisfacción de esta necesidad humana básica en una mina de oro para sistema financiero.
Como lo señalan múltiples autores, en los últimos años se ha incorporado la naturaleza a la búsqueda de rentabilidad de corto plazo. Ello incluye a los alimentos que, al ser tratados como una mercancía sujeta a la valorización por su potencial de rentabilidad, se han vuelto más vulnerables. En este sentido, la financiarización impacta a la naturaleza desde dos frentes: por un lado, mediante el mecanismo de creación de mercados a futuros de las llamadas commodities; por el otro, como un acelerador de la degradación del medio ambiente al subyugar los procesos naturales a la dinámica económica —y, sobre todo, bursátil— debido a que el poder de los contratos a futuros permiten hipotecar grandes volúmenes de producción durante un lapso de tiempo determinado y crean una gran cantidad de activos financieros a partir de una expectativa de producción al intensificar los procesos productivos.
Dentro de la diversa gama de innovaciones financieras, el mecanismo más utilizado es la creación de mercados a futuros, cuyo grado de penetración se manifiesta en la vinculación de las finanzas con los medios naturales que forman parte de la canasta básica alimenticia y energética de poblaciones en el mundo, como las commodities. Desde el año 2000, las variaciones de precios se justifican principalmente por la creciente demanda de países asiáticos e industrializados, sin embargo, ciertos autores señalan que esto se debe a la influencia de manipulación de acaparadores, grandes comercializadoras y especulación financiera.
En particular, durante la liberalización comercial que tuvo lugar entre los años ochenta y noventa, los países latinoamericanos pusieron todas sus expectativas en el desarrollo exportador dependiente de recursos naturales. Durante la primera década del siglo XXI, las exportaciones de bienes primarios y manufacturas intensivas en recursos naturales aumentaron un 57 %, aunque en realidad fue más por efecto de precios que de volúmenes.
De acuerdo a algunos autores, factores como la financiarización del mercado de las commodities, la política monetaria estadunidense y la desvalorización del dólar son razones estructurales del elevado aumento del precio de las commodities, además del crecimiento de la economía China. En el caso de América Latina, la demanda de commodities está concentrada en productos alimentarios como el maíz, la soya y el trigo, así como hidrocarburos (gas y petróleo), metales y minerales (cobre, oro, plata, estaño, bauxita, zinc, hierro, litio entre otras) que son productos cuyos precios se fijan internacionalmente con las siguientes especificidades: “Productos de fabricación, disponibilidad y demanda mundial, que tienen un rango de precios internacional y no requieren tecnología avanzada para su fabricación y procesamiento”.
Como ejemplo de lo anterior, podemos ver en la Gráfica 1 el caso de Argentina, donde la exportación de commodities representaba el 70 % del total de exportaciones en 2018 y para 2020 esas exportaciones eran cercanas al 80 %. Para el caso de Brasil, en 2018 el porcentaje de exportaciones era de 67 % y sólo aumentó 1 % para 2020. Mientras que las exportaciones de commodities en Chile se mantuvieron en 86 % respecto del total entre 2018 y 2020. Para el caso de Bolivia, estas exportaciones en 2018 eran de 95 % mientras que en 2020 disminuyeron a 92 % del total. El caso de Perú también muestra disminuciones: en 2018 las exportaciones de commodities eran de 82 %, y cayeron a 75 % en 2020. Finalmente, en Ecuador mantuvieron en 90 % del total de exportaciones entre 2018 y 2020.
Gráfica 1
Fuente: elaboración propia con base en información de UN Comtrade Database
En este sentido podemos observar, en la Gráfica 2 el caso de Brasil: las exportaciones de commodities relacionadas con alimentos se localizan principalmente en la venta de semillas y oleaginosas seguida de la carne; sin embargo, se encuentran otras commodities, como combustibles minerales, seguidos de minerales y cenizas, así como de reactores nucleares y vehículos. Al final de la lista se encuentra el hierro y el acero.
Gráfica 2
Fuente: elaboración propia con base en información de UN Comtrade Database
Desde la primera década del siglo XXI la composición de las exportaciones del gigante sudamericano comenzó a cambiar, concentrándose en productos primarios (commodities) sobre los productos de alta tecnología y tecnología media. Como se aprecia en la gráfica anterior, las principales exportaciones son las semillas; la soya es el producto principal, cuyo destino es China.
Ante la creciente demanda de la nación asiática de productos agrícolas, es que países latinoamericanos como Brasil cubren la necesidad de un alimento elemental para la sociedad china, y cuya producción también está dirigida a la alimentación animal. Dentro de las externalidades negativas de este cultivo se encuentra la tala de la vegetación tropical, que en muchas ocasiones está asociada a tala ilegal y despojo de tierras comunales como resultado de la dependencia de la exportación de estas commodities agrícolas.
Además, como resultado de la pandemia y la reducción de la producción, los precios de los alimentos aumentaron. Así lo demuestran los distintos índices publicados por la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés). La siguiente tabla muestra —con 2016 como año base— que los índices que con mayores aumentos fueron los aceites, cereales (que incluye a la soya) y los lácteos, alcanzando máximos históricos en los aumentos de los precios.
Año | Índice de precios de alimentos | Índice de precios de carne | Índice de precios de lácteos | Índice de precios de cereales | Índice de precios de aceites | Índice de precios de azúcar |
2020 | 98.1 | 95.5 | 101.8 | 103.1 | 99.4 | 79.5 |
2021 | 125.7 | 107.7 | 119.1 | 131.2 | 164.9 | 109.3 |
2022 | 145.4 | 115.5 | 139.8 | 152.0 | 212.1 | 113.7 |
Fuente: índice de precios de los alimentos de la Organización para la Agricultura y la Alimentación
No debe olvidarse que los precios y contratos de futuros de productos agrícolas y combustibles se negocian en la Bolsa Mercantil de Chicago, una de las más grandes y antiguas del mundo. Su principal función es regular la oferta y la demanda de materias primas. Aunque no comercian directamente con ellas, los especuladores compran y venden contratos de suministro y de futuros. Es decir, el precio de la soya se ve alterado por las decisiones de inversión, de oferta y demanda y por las expectativas de producción que estipulan en dicha bolsa mercantil.
Ahora bien, en los meses recientes otro factor que repercute en los precios de las commodities como los granos y cereales es la invasión de Rusia a Ucrania, al poner en duda el cumplimiento de los contratos de oleaginosas y con la alza de sus precios. Las ganancias de este incremento de precios están relacionadas con la actividad de compradores chinos y la incertidumbre del cumplimiento de la producción requerida para satisfacer las necesidades de los consumidores de soya en todo el mundo.
La próxima vez que vierta un poco de salsa de soya en su comida favorita, recuerde que el precio de esa oleaginosa es afectado por las decisiones que se tomen en la Bolsa de Chicago, por las presiones de los compradores chinos que acaparan la producción y el mercado, los competidores brasileños, así como el reciente conflicto bélico que está ocurriendo del otro lado del mundo. La soya, un alimento sin pretensiones y en apariencia sin mucho valor a la hora de comprarse en el supermercado, sirve para saciar el hambre de ganancias de los grandes capitales.
Shantal Sánchez-González
Economista por la Universidad Nacional Autónoma de México, con maestría en Estudios Latinoamericanos de la misma institución