Fuente: ABC
Autor: Javier Martínez-Brocal
El corresponsal de ABC en Asia, Pablo M. Díez, intervino en el Vaticano en un congreso sobre ‘Cristianos perseguidos en el mundo’, inaugurado por el Papa Francisco, en este pasado mes de abril. El periodista fue invitado a Roma para arrojar luz sobre la situación de los cristianos en China, con motivo de un encuentro internacional coordinado por la Orden de los Trinitarios.
Esta orden religiosa nació en el siglo XII para rescatar a esclavos tanto cristianos como musulmanes. El Papa los elogió porque hoy ponen en práctica ese carisma ayudando «a personas perseguidas y encarceladas a causa de su fe». El Pontífice denunció también que «la libertad religiosa es violada y pisoteada en muchos lugares y de diversas maneras, algunas crudas y obvias, otras sutiles y ocultas».
Pablo M. Díez explicó las formas que toma la represión de la religión en China, formas tanto «sutiles como obvias», y se preguntó si el tímido acuerdo entre Pekín y el Vaticano ha mejorado la situación de los 29 millones de cristianos que hay en este país, que siguen sometidos «a un control implacable, aunque silencioso».
«En China, pese a su apertura económica y social de las cuatro últimas décadas, el Estado controla todo aquello que pueda hacer mella en el poder absoluto del Partido Comunista, especialmente algo tan fuerte como la religión, capaz de movilizar a las masas y derribar gobiernos», explicó el corresponsal. «La clave es el deseo del régimen de controlarlo todo», recalcó.
Acuerdo China-Vaticano
En octubre de 2018 la Santa Sede firmó un acuerdo «provisional» con China para consensuar el nombramiento de nuevos obispos, un acuerdo que caduca el próximo mes de octubre y que ambas partes deben decidir si renuevan.
La firma ha servido para que Pekín no nombre obispos por su cuenta, sin el permiso de Roma, pero, como constató el periodista, en estos cuatro años «sólo se han cubierto 6 de las más de 30 diócesis vacantes en China» y «sigue la persecución religiosa en este país».
Por ejemplo, desde octubre de 1997 las autoridades mantienen en paradero desconocido al obispo Jaime Su Zhi-min, y desde 2003 al obispo Jaime Sul; hay al menos dos obispos bajo arresto domiciliario; y otros son obligados a asistir a clases políticas de adoctrinamiento, o les cortan la electricidad, el agua y el gas para que no puedan predicar en sus templos.
El acuerdo con el Vaticano tampoco ha frenado la retirada de cruces del tejado de las iglesias. «En la primavera de 2020, en plena pandemia y cuando muchos buscaban consuelo espiritual ante aquellos tiempos inciertos, se retiraron más de quinientas cruces en la provincia oriental de Anhui, según contaban varios grupos cristianos», recordó Pablo M. Díez. «Alegando razones urbanísticas, las autoridades desmantelaban las cruces de las iglesias católicas y protestantes sin que sus párrocos ni feligreses pudieran hacer nada por impedirlo», aseguró.
Hay formas sutiles de persecución religiosa. Por ejemplo, «cuando las parejas optan por una boda religiosa, tienen la ceremonia a primera hora de la mañana, a veces incluso antes del amanecer, para atraer a menos gente y pasar desapercibida ante las autoridades», explicó.
«De lo que no se librarán es de ser grabados por las numerosas cámaras de seguridad que rodean las iglesias. En una iglesia de Shanghái he visto una decena de cámaras apuntando directamente a la puerta. El objetivo no solo es grabar a quien se atreva a entrar, sino también disuadir a quien quiera hacerlo», contó Díez. «China parece haber vuelto atrás en el tiempo y, tras cuatro décadas abriéndose a la globalización, vuelve a cerrarse aprovechando su blindaje contra la pandemia del coronavirus», lamentó el corresponsal.
«El acercamiento entre Pekín y el Vaticano se enfrenta a una prueba decisiva durante los próximos meses, pues deberán decidir antes del próximo 22 de octubre si prorrogar el acuerdo, lo que indicará el estado de sus relaciones bilaterales». En cualquier caso, se preguntó «hasta qué punto se puede confiar en una dictadura, la más poderosa del mundo gracias a su músculo económico, que comete todos estos abusos sobre la religión y contra sus ciudadanos». «Solo el tiempo lo dirá porque, como bien sabemos, los caminos del Señor son inescrutables. Y más aún en China», bromeó.
Con este congreso, el brazo operativo de la orden religiosa, la organización Solidaridad Internacional Trinitaria (SIT) denunció el aumento de los episodios de acoso contra cristianos. En 2007 se registraron episodios de acoso en 107 países, y en 2021 en 153 países. Durante el encuentro presentaron proyectos que tienen en Irak, China, Nigeria y Afganistán, para atender a cristianos perseguidos, como escuelas para la formación de niños, o asistencia primaria de higiene y alimentación.