Javier Marijuán
Escribo estas líneas el día de la elección del nuevo Papa León XIV. El nombre que ha elegido para su pontificado revive el legado de su antecesor León XIII y lo conecta con quien sentó las bases de lo que más tarde se conocería como la Doctrina Social de la Iglesia.
León XIII fue el primer pontífice que afrontó la situación de la clase obrera. Y lo hizo con tal arrojo que desde círculos conservadores de la Iglesia se rezaron rosarios pidiendo su conversión. También hubo políticos cristianos que cuando oían hablar de la función social de la propiedad o escuchaban la denuncia papal de la injusticia, amenazaban con hacerse cismáticos. Escuchar en boca de un Papa expresiones como “unos cuantos hombres opulentos y riquísimos han puesto sobre los hombros de la multitud innumerable de proletarios un yugo que difiere poco del de los esclavos” les escandalizaba.
Tenemos un Papa misionero que, al igual que su antecesor, ha vivido en medio de los empobrecidos de la tierra. Un gran signo de los tiempos es que los cristianos de países acomodados estamos llamados a hacer un camino hacia abajo. La lucha contra la pobreza, la ecología integral, el desafío de la inmigración y las guerras nos pide una vida apostólica a la medida de los tiempos que corren.
León XIII afrontó los desafíos de la era industrial y fue un puente entre el siglo XIX y la modernidad. La defensa de lo humano en la era de la Inteligencia Artificial nos pone nuevamente en la casilla de salida.
Un falso debate que ha circulado al hilo del cónclave es el de si la Iglesia necesitaba un Papa que avanzara en la salida al encuentro o acentuara la defensa de la tradición. Los opinólogos y quinielistas se han encontrado con que la realidad contradice su estrategia informativa basada en atizar la confrontación entre realidades que son complementarias. La cercanía con Jesús de Nazaret lanza de forma automática al compromiso en la periferia y con los últimos. Amputar cualquiera de los dos polos es hacer una caricatura del cristianismo.
La Doctrina Social de la Iglesia está llena de páginas luminosas. Pero sus plasmaciones en la vida política y económica han avanzado a un ritmo mucho más lento. La DSI que inaugura Leon XIII está, en gran parte, por hacer.
¡A los puestos de salida!