Fuente: elespanol.com
Autor: Jaime Susanna
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La exlíder de los Latin King publica su autobiografía ‘Latin Queen’, en la que narra el nacimiento de la banda en España y su paso por prisión.
La primera mujer latin queen de España no era latinoamericana. Tampoco entró por ser la pareja de ningún líder, ni por tener un deseo irrefrenable de liarse a machetazos con una banda rival. Era una joven española de 18 años, lectora, buena estudiante y con una situación familiar razonablemente estable. Entonces se llamaba María Torres, pero hoy se llama Mariah Oliver. Con este nombre firma el libro Latin Queen. Ascenso, caída y renacer desde el corazón de una banda, un relato en primera persona sobre el nacimiento de los Latin Kings, y su paso por la cárcel.
Corría el año 2000. Las bandas latinas eran algo inexistente en la sociedad española. Un grupo de jóvenes de origen ecuatoriano importó de los Estados Unidos la Almighty Latin King and Queen Nation (la todopoderosa nación de los reyes y reinas latinos). En origen, esta asociación buscaba luchar por los derechos de las personas latinoamericanas y servir como apoyo a los inmigrantes que buscan su hueco y voz en la sociedad. El equivalente latino a los Black Panther.
Los Latin Kings de España surgieron en la sierra noroeste de Madrid, principalmente en Galapagar y Collado Villalba. El grupo fue a nacer a las puertas de nuestra protagonista, que rápidamente se vio atraída por la estética rapera, por los símbolos, pero sobre todo, por la causa social. Y nada más. «Nunca he sido una persona violenta, en absoluto», asegura, pero eso no le libró de pasar seis meses en la sombra.
Pregunta: ¿Te ha costado escribir este libro?
Respuesta: Me ha costado ponerme en orden. Sí, un poco. Emocionalmente ha sido un trabajo que tenía que hacer y que no tenía muy claro que tenía que hacerlo. Pero al ponerme a ordenar sí que ha sido muy duro, porque nunca me había puesto a ordenarlo y recordarlo todo, a analizarme a mí misma de esa manera. Una vez hecho ha sido bastante reparador.
P: Has tenido que remover episodios muy oscuros de tu pasado. Supongo que eso ha sido lo más duro.
R: Sí. Y analizar causas y buscar consecuencias. Y ponerme en paz con todo eso. Sí que ha sido duro.
P: En el libro explicas que no es correcto usar el término “bandas latinas”. ¿Por qué?
R: Primero, porque si tuviéramos que centrarnos en el origen, son bandas estadounidenses. Todas las bandas que han llegado al sur de Europa, sobre todo a España y a Italia, llegan a América Latina desde Estados Unidos previamente. El modelo que las bandas copian es un modelo completamente estadounidense. Entonces, al final lo que sirve es un poco para estigmatizar la procedencia, que además ya no tiene ningún sentido, porque a lo mejor hace 23 años sí que la mayoría de los jóvenes eran de origen latinoamericano, pero ahora mismo no tiene ningún sentido. Hay jóvenes del sur de Europa, del norte de África, del este de Europa, de América Latina. Entonces, al final genera un estigma que es innecesario.
P: Según tu experiencia, ¿son las bandas de ahora iguales que las de antes?
R: No, ni las de antes con las previas en absoluto. Cuando estos grupos llegan a España hace 23 años no se conocen. Y quién se organiza en estos grupos es gente que ya conocía los grupos en el origen y los monta aquí de nuevo. Se organizan esos grupos como forma de protegerse, de cuidarse y de defenderse. ¿Qué sucede? Que los jóvenes que ahora entran en esto son jóvenes que ya han crecido en una sociedad en la que esto existe. Es una parte más del paisaje urbano. Y esta diferencia hace que también los motivos de entrada sean distintos. Muchos chavales ahora mismo entran, sobre todo, porque está de moda. Incluso si no pertenecen a una de las que conocemos o de las más conocidas. En algunos casos se las inventan o hacen como que pertenecen sin pertenecer. Y eso es porque les llama la atención, porque les parece una moda.
P: ¿Crees que en un principio no hay ánimo de delinquir cuando te metes a una banda?
R: Yo creo que la delincuencia siempre es algo secundario, está ahí, pero no es el ánimo principal. No es lo mismo cuando entras hace 20 años que cuando entras ahora. Y no es lo mismo tampoco en el origen de los grupos en los Estados Unidos. En España la gente se mete sobre todo porque ha sentido una discriminación y busca la forma de defenderse. Se les acaba yendo de las manos. Por supuesto, no justifico en ningún caso a los niveles de violencia a los que se ha llegado, pero los chavales que entran ahora, en cambio, entran por eso, porque les llama la atención todo el mundillo alrededor, todo el ecosistema en torno a la banda: la música, la ropa, las fiestas, las redes sociales. Luego, subsidiariamente algunos delinquen, que tampoco todos. Pero no es el motivo principal.
P: ¿Tenemos un problema grave con las bandas juveniles?
R: Yo creo que hay que poner las cosas en los números que tienen. Es decir, en la Comunidad de Madrid, por ejemplo, hay más de cinco millones de habitantes. La policía dice que hay alrededor de unos 1.500 jóvenes que pertenecen a bandas. Pero sí que me parece que tenemos un problema con que esto sea atractivo. No que lo sea el grupo, sino que todas las conductas asociadas al grupo sean atractivas: el pelearnos, el que cada fin de semana sea una bronca, el llevar armas, el hacerle daño a otras personas con armas y todas las conductas machistas alrededor. Es brutal todo el machismo que hay alrededor de muchos de los grupos. Entonces lo que es un problema es que eso sea atractivo para cada vez más jóvenes, porque ya perdido el factor más social de ayudarnos, de cuidar de nosotros, lo que queda y lo que interesa está siendo todo ese ecosistema, todo ese contexto que es preocupante que sea tan atractivo para tantos jóvenes.
Queen Maverick
Tras la fundación de los Latin King, María se convirtió pronto en Queen Maverick, La Madrina. Tenía el respeto de todos los reyes que luego escogieron el camino de la violencia, y que desvirtuaron la causa de los Latin King hacia una simple guerra de bandas. Era lo fácil. Marcar a un enemigo visible es más sencillo que luchar contra las carencias del sistema. Ellos vestían de dorado y negro; los otros, de azul, rojo y blanco. Daba igual que vinieran del mismo sitio y que vivieran los mismos problemas.
María luchó contra eso, nadó a contracorriente. Mientras los chicos se dedicaban a perseguir a bandas rivales navaja en mano, ella quiso guiar a sus reinas hacia la solidaridad, el apoyo mutuo y la lucha feminista. A no dejarse amilanar por los machotes.
Seis años después de su entrada en la Nación, en 2006, el abismo que separaba a La Madrina de los miembros masculinos era insalvable. El líder de la banda, Eric Velastegui, ya llevaba tres años en prisión. María, que le tenía como un «hermano mayor», vio impotente cómo se desmoronaba uno de sus referentes. Velastegui fue condenado por robos con violencia y violaciones en 2003. Cuando María lo supo, nunca volvieron a hablar.
Poco antes de su detención, María estaba a un paso de crear una escisión con sus reinas y con el espíritu original de los Latin Kings. Pero en febrero de ese año, la Guardia Civil se presentó en su lugar de trabajo. María entró a un módulo de aislamiento de la prisión de Soto del Real.
Pregunta: En el libro haces mucho hincapié en el origen de la Nación Latin King and Queen, de que no tiene nada que ver con pelearse con otra banda, sino la defensa y la solidaridad para con los latinos emigrados y el apoyo mutuo entre personas del mismo origen. Pero claro, llega un momento en que te estás pegando con un igual, te estás pegando con un Ñeta que a lo mejor tiene una vida prácticamente igual que la tuya.
R: Exacto.
P: ¿Por qué crees que los valores de Latin King and Queen se corrompieron tanto?
R: Creo que suceden dos cosas. La primera: toda esa lucha, esa rabia condensada que tienes ahí viene de un sistema que te oprime y una forma de funcionar del mundo que no te favorece. Luchar contra eso es muy difícil. Es como demasiado abstracto. Luchar contra el sistema, luchar contra el capitalismo, luchar contra el colonialismo. En cambio, luchar contra el de enfrente te da una vía de salida fácil. Segundo, porque cuando se ha intentado hacer de otra manera, los liderazgos positivos se han ido descabezando constantemente, no solo de este grupo. Los Latin Kings tienen un punto en Estados Unidos en el que son una banda callejera y tienen otro en el que, prácticamente, son un movimiento social. Lo que se hace es descabezar esos movimientos de forma que lo que queda son los líderes más violentos, que también están. Por ejemplo, en un partido político hay un líder que es corrupto y hay otro que no. Vas quitando siempre al positivo y vas dándole alas a lo que dice el negativo. Es como si coges un árbol y le vas podando la parte que va creciendo bien y vas dejando la parte que crece torcida. Cada vez se hace más grande la que crece torcida. Eso ha ido pasando paulatinamente durante los años, en varias ocasiones.
P: ¿Crees que fue lo que te pasó a ti?
R: No, yo creo que a mí me detuvieron porque tocaba. Yo no había tenido el tiempo todavía de haber intentado ejercer un liderazgo más positivo públicamente. Sí que teníamos esa intención. Hubo un momento que me separado del grupo, porque empiezo a ver esto. Cuando te estás peleando con el que es igual que tú, yo no entiendo nada. No he entrado aquí para esto ni entiendo que nos estemos peleando con ese otro porque es del mismo sitio que tú, pero lleva otros colores. Me parece ridículo. Un poquito antes de que nos detuvieran, casi todas las mujeres del grupo conmigo y algunos de los hombres del grupo queríamos hacer una escisión. Ahí fue el momento de la detención, pero no creo que fuera por eso. No era una cosa que se hubiera hecho ni pública ni que se conociera todavía.
P: Cuentas en el libro que la prensa hizo un poco de efecto llamada a las bandas. Es decir, que cuando se dieron a conocer los Latin Kings y los Ñetas muchos jóvenes se quisieron adscribir a esto. ¿Por qué crees que fue esto?
R: Yo creo que los medios contribuyeron a generar la moda. Esto ha pasado y, de hecho, hay una comparativa muy interesante con lo que pasó en los 80 y los 90, con los movimientos fascista y antifascista. Cuando los reduces a cómo van vestidos o cómo distingues a un nazi de un antifascista. Bueno, le distingues por las ideas, ¿no? Aquí pasa un poco lo mismo. Empezamos a sacar constantemente un montón de imágenes, de dibujos, de cómo van vestidos, lo que hacen con las manos… Al final se iba despojando de qué era lo que llevaba el grupo por dentro y se quedó en qué es estéticamente el grupo por fuera. Qué música escucha, cómo se viste, qué señales hace, cuáles son sus colores y cuáles son sus territorios. Al final esto generó esa llamada a los elementos más negativos. Si tú todo el rato dices que este grupo se dedica a matar y violar, ¿quién entra? ¿Quién se va acercando al grupo? El grupo está haciendo cosas malas y cosas buenas, y solo te centras en las malas. Vamos llamando cada vez más a las malas y además el que hace algo un poco decente lo vamos quitando de en medio y entonces al final nos quedamos con eso, que es la esencia de lo más negativo que tiene el grupo.
P: ¿Crees que tú fuiste una pandillera atípica?
R: Un poco. Sería típica en muchos sentidos, sobre todo estéticamente, pero atípica en muchos otros. Era la única española del grupo en ese momento, la primera y la única que era española. Después, sé que suena raro, pero es que no he sido una persona violenta nunca, en absoluto. En ocasiones he estado en peleas, afortunadamente sin armas ni cosas por el estilo, pero peleas de fin de semana. Yo me creí desde el principio esa función social de la banda, entre otras cosas, porque soy la única persona a la que esto le llega de nuevas. El resto de gente que entra en el grupo o que va entrando después, incluidas el resto de mujeres, conocen los contextos. De alguna manera han oído hablar de las bandas en su lugar de origen. A mí me llega esto completamente de nuevas, como si lo hubiera sacado de una película o me hubieras metido a mí en una película. Entonces yo me creo mucho todo esto. Intento agarrarme mucho a toda la parte social y a toda la parte de luchas sociales del grupo, porque me las creo mucho. Al final tampoco encajo exactamente en lo que ya vienen trayendo de bagaje los que ya han sido pandilleros en origen.
P: ¿Te gustaba tu poder de influencia dentro de los Latin Kings?
R: Sí, claro. Siempre te gusta. Además, yo soy una persona líder, en general, en casi todo lo que hago. No por nada. Creo que organizo bien y tengo dotes de liderazgo. Siempre te resulta atractivo que la gente te haga caso. Con 18 años más, ahora ya con 40 me da un poco más igual. Pero con 18 o 19 años pensar que lideras, que mandas, que en ese punto en el que necesitas ver quién eres o dónde eres o dónde estás, pues claro, siempre es muy atractivo.
P: Cuando ayudaste a fundar la Nación aquí en España, te relacionaste, obviamente, con los líderes. ¿Por qué en ningún momento les nombras en el libro?
R: Porque no es mi intención ponerme a hablar del resto de la gente. Creo que además cada uno tiene su historia y que la cuente como quiera. Pero no es mi función o no era mi intención. Yo quería contar mi historia y quería contar mi vida. Y también creo que hay algunas personas que ni siquiera creo que merezcan la inmortalización en forma de libro.
P: Por ejemplo, Eric Velastegui.
R: Por ejemplo. Si quiere contar su vida, que la cuente él.
P: Tampoco cuentas de él nada que no se haya contado ya, más allá de tu relación personal.
R: Exactamente. Tampoco voy a aportar nada nuevo. Y lo mismo que a mí no me gusta que hablen de mí y que se ha hablado mucho de mí, que se ha distorsionado mucho mi imagen en muchos casos, o se han hecho muchos reportajes sobre mí sin haber hablado nadie conmigo, pues creo que tampoco es mi lugar. En este caso, yo doy una visión general de la situación, del contexto y del momento, pero ponerme a hablar ya de personas en particular creo que no es mi sitio.
Presa FIES
María entró en febrero de 2006, de forma provisional, en un módulo de aislamiento en la cárcel de Soto del Real. Su delito fue la simple pertenencia a la banda, aunque hubo testimonios de expandilleras que la imputaron por amenazas.
Nuestra protagonista pasó en ese momento a ser presa FIES [fichero interno de especial seguimiento], es decir, entró a la cárcel dentro de la cárcel. Aislamiento absoluto en una celda 23 horas al día, con la opción de salir sola al patio durante una hora. Le dieron el mismo trato que a la mayoría de etarras, yihadistas o asesinos en serie.
Así pasó varios meses hasta su traslado a la prisión de Brieva, en Ávila, la misma cárcel donde años después ingresaría Iñaki Urdangarín. En julio de 2006, seis meses después, volvió a pisar la calle a la espera de juicio.
Su condena llegó un año después: dos años de cárcel por pertenencia a asociación ilícita. La imputación por amenazas fue desestimada después de que varias compañeras reinas declararan en su favor y dijeran que María era todo lo contrario a una persona violenta, y que lo único que hizo fue protegerlas y guiarlas por el buen camino. «Aquellas eran mis chicas, mi tribu, mis hermanas, mi única Nación», escribe en el libro.
Pregunta: ¿Crees que fue injusta tu entrada en la cárcel?
Respuesta: Hombre, creo que no hacía falta. Para lo que al final acabó siendo, que fueron dos años por asociación ilícita… No sé, si haces una comparativa, hay gente que por cosas más graves está esperando juicio en la calle. Entiendo la cuestión de la alarma social y entiendo que era todo muy llamativo, pero vamos, no. No había elementos, y esto quedó probado después en los juicios, que me mostraban como una persona violenta. No había riesgo de fuga. ¿A dónde me voy a ir, si soy de aquí? Toda mi familia es de aquí. También tenía trabajo en el momento de la detención. Es decir, objetivamente considero que no, que no había necesidad más allá de la alarma social generada. Me parece injusta también porque al final estuve en la cárcel seis meses. Pero con dos años de condena, nadie entra. Las peticiones que había detrás eran las de asociación ilícita, amenazas y coacciones. Se quedaron en la asociación ilícita. Al primer juicio fuimos con todas, al segundo solo con el de asociación ilícita, y es porque no había nada más detrás de aquello. Es decir, había una declaración global de que el grupo. Pero luego para dos años, yo creo que me podría haber quedado fuera. Pero bueno, ya está. No pasa nada.
P: ¿Te sorprendió que te hicieran presa FIES?
R: Eso sí que no me lo esperaba. De hecho, casi fue lo más impactante. Ya después de los dos días de calabozo, de saber a dónde iba, que me dijeran que iba a FIES, a aislamiento… Eso sí que me resultó raro. Me pareció completamente desproporcionado.
P: ¿Crees que en vuestra detención, en vuestros juicios, incluso en vuestro trato en las instituciones penitenciarias se buscaba dar ejemplo de algo o mandar un mensaje claro?
R: Sí, yo creo que fue una cuestión ejemplarizante. Es curioso porque se hace con nuestro juicio, pero la misma sección de la Audiencia Provincial, por ejemplo, decide que a los Dominican Don’t Play, que los llevan por asesinato, no se les puede juzgar por asociación ilícita. No tengo muy claras las fechas, pero hay sentencias de 2006, 2007 y 2005 de la misma sección de la Audiencia Provincial. Nosotros vamos por asociación ilícita y nada más. O sea, solo somos condenados por asociación ilícita, sin otros delitos. Y en cambio un caso de DDP que sí lleva un asesinato y subsidiariamente lo de asociación ilícita, a ellos se les quita lo de asociación ilícita porque no se considera en el momento que ese sea el motivo del asesinato.
P: ¿Qué enseñanzas te dio la cárcel, si es que te dio alguna?
R: A vivir contigo misma, sobre todo a vivir dentro de tu cabeza.
P: ¿Y eso es positivo o negativo?
R: Yo creo que es positivo. Tienes que saber vivir dentro de tu cabeza siempre. El aislamiento te enseña a estar sola o a volverte loca. Me enseñó que la sociedad es injusta en muchos casos. Más allá de mi caso. Después de Soto estuve en Brieva unos meses y allí sí que veo mujeres de contextos muy, muy desfavorecidos, que están allí con unas adicciones muy fuertes a las drogas, con enfermedades sin lugar al que recurrir, personas que llevan entrando y saliendo toda la vida de prisión. Entonces te enseña también esa parte de injusticia, porque luego tenemos personas muy por arriba en el sistema social que si entran a la cárcel entran a saludar y luego se marchan. Y sabes que no van a volver, que ni siquiera la van a pisar. Gente que se ha llevado miles de millones de euros, gente que ha prevaricado, gente que se ha llevado fondos públicos. En cambio, a la que robó una farmacia esa va a estar entrando y saliendo de la cárcel toda la vida. Ha robado porque es una drogadicta, porque no tiene familia, no tiene soporte, no tiene cómo pagar la fianza. Yo estuve en Brieva con estas personas y en Brieva estuvo mucho después Urdangarin. A él le cerraron un módulo para que estuviera a gusto.
P: ¿Las cárceles son guetos de pobres?
R: Bastante. La gente que más tiempo pasa en la cárcel, es la gente pobre. Ahí tienes al asesino de Nagore en los Sanfermines. ¿Cuánto tiempo estuvo? Siete, ocho años en prisión. Y ejerce de psiquiatra. Entra a preguntar cuántos asesinos o asesinas hay en prisión de clase de la clase social más baja que te encuentres, que llevan diez o 15 años.
P: ¿Una persona que entra a delinquir a una banda juvenil es un fracaso de la sociedad?
R: Yo creo que sí, es un fracaso de todo el entorno. Claro, es que parece que hubieran crecido así, como una seta en mitad de la nada. De repente sale un chaval y es un pandillero delincuente. Pero este chico o esta chica ha pasado por el colegio, por el instituto, por su familia y por otros agentes sociales del entorno. Y de algún modo es lo bueno o lo malo. Lo vas absorbiendo un poco de todas partes, de todas y de ninguna. Yo soy muy fan de esto de criar en sociedad y de criar en la aldea. Si una criatura no tiene la facilidad en su familia, algo debería reforzarla. La escuela, el servicio social debería reforzar a la familia de forma positiva. Hay muchos jóvenes que provienen de centros de menores o jóvenes que han tenido muchas complicaciones en su familia. Se coge una familia de estas que se llaman desestructuradas o familias con problemas sociales, y se le retira a la familia. A lo mejor era más fácil echar una mano a la familia que sacar al chaval de la familia, meterlo en el sistema y luego no atenderle bien. En muchos casos estamos viendo situaciones de ese estilo. Pero incluso en los casos en los que son familias, dijéramos normales, si socialmente estamos dando un mensaje y están empezando a recibir una serie de inputs desde que son pequeños y les llevan a pensar que esto es lo mejor que puedo hacer con mi vida, pues hemos fracasado como sociedad. Sí, sí, con estos chavales les hemos fallado. Yo pienso que es y es nuestra responsabilidad, es la responsabilidad social.
P: ¿Qué le dirías a una joven que actualmente quiere entrar en una banda? O, dicho de otra forma, ¿qué mensaje le darías a la María del año 2000?
R: A la María del año 2000 le diría que buscara otros cauces para canalizar su necesidad de lucha social. También su necesidad de pertenencia y demás. Y a ellas les diría un poco lo mismo. Pero sobre todo les diría que no valen lo que un hombre les dice que valgan o no valen lo que la atención masculina les dice que valgan. Porque es una de las cuestiones que más me estoy encontrando. También les diría que las mujeres que están a su alrededor, las chicas que están a su alrededor, probablemente son su mejor ayuda, su mejor soporte y van a ser su mejor comunidad. Eso les diría.
P: Te hago la misma pregunta en masculino. ¿Qué le dirías a un chaval que actualmente quiere unirse a una banda?
R: Esto es lo que les digo en las charlas en los institutos. Tienes que valorar las consecuencias a largo plazo, que sé que es muy difícil. Parece que en muchas ocasiones tú no tienes mala intención o tú no tienes intención de eso. Simplemente que son tus amigos, que les conoces, que son chavales muy majos, que son los que están ahí en tu barrio… pero que va a llegar un punto, casi seguro, en que una cosa lleve a la otra. Y aunque tú no estés pensando en meterte a pelearte cuando llegue el momento vas a tener que elegir. Si defiendes a tus compañeros o no les defiendes. Míralo a largo plazo y mírate en el espejo del de enfrente. ¿Por qué te estás peleando con ese chaval? Mírate con él. Yo estoy convencida que se conocieran, se pelearían mucho menos porque no tiene ningún sentido. Mira a ver qué estás dispuesto a hacer ahora antes de entrar. Mira si tú eres la persona que cogería un machete y le haría daño a otro, o si estás dispuesto a recibirlo. Y luego mírate en el espejo del chaval que tienes enfrente y mira a ver si no es exactamente igual que tú.