Javier Marijuán
El anuncio del Ayuntamiento de Burgos de que iba a eliminar del presupuesto municipal de 2025 las ayudas económicas a tres ONG que asisten a personas migrantes, provocó la reacción de Cáritas que doblegó a un gobierno municipal.
Nos parece especialmente grave la decisión de adjudicar recursos públicos con una motivación discriminatoria. Aplaudimos la decisión de Cáritas denunciando la injusticia de retirar fondos destinados a los que más los necesitan.
La alcaldesa recogió cable pero el tema no queda cerrado. Es necesario preguntarse por qué el asociacionismo actual es cada vez más dependiente de los fondos de las administraciones públicas y las consecuencias que ello conlleva.
El Mercado y el Estado se están convirtiendo en dos monstruos que sofocan la creatividad y el espacio para la acción transformadora de la sociedad. Son ellos quienes ponen las normas, los reglamentos y las condiciones mientras que las ONGs corren el peligro de moldearse al armazón que le están construyendo. Por eso cada vez vemos con más frecuencia ONGs que parecen más gestorías o terminales subcontratadas de la administración que espacios de transformación y debate.
El Estado y el Mercado no son precisamente solidarios. Sus intereses no son servir al que más lo necesita. Un alcalde piensa en sus votos y el mercado en su cuenta de resultados. El asociacionismo, si realmente tiene un propósito solidario, está llamado a combatir estas dinámicas de poder creando un nuevo espacio capaz de imponer nuevas reglas de juego con tres convicciones:
1.- Luchar contra la pobreza requiere tomar en consideración las causas y las estructuras frente a la malévola idea de atribuir responsabilidad a los pobres de sus circunstancias.
2.- La idea de la “ayuda” no hace justicia con los explotados. En los foros internacionales se oye, cada vez con más fuerza, la exigencia de restitución por los países del Sur empobrecido. Escuchémosles.
3.- Hace falta tener las manos libres para evitar que la financiación de las ONGs sea usada por el Estado y el Mercado para políticas paternalistas o punitivas.
La responsabilidad política que nos piden los pobres exige potenciar el protagonismo ciudadano y evitar que nuestras asociaciones se reduzcan a ser correa de transmisión de intereses burocráticos.
Ojalá una acción como la de Cáritas nos ilumine para tomar conciencia del camino a tomar. Y no solo para gestionar migajas del presupuesto sino para intervenir en los acontecimientos históricos.