Autor: Javier Marijuán
La Comisión Europea ha pedido a los ciudadanos europeos que tengan un kit de supervivencia listo en sus hogares para garantizar su supervivencia al menos 72 horas. Tras el aviso, motivado por el convulso escenario geopolítico y el impacto del cambio climático en Europa, hubo quien pensó que llegaba el apocalipsis. Y se pusieron manos a la obra. Los llamados preparacionistas exhiben sus búnkeres y sus almacenes llenos de víveres.
El alarmismo se extiende y los desastres naturales como la DANA o el recuerdo permanente de la pandemia, suman a la hora de cultivar la sensación de inestabilidad. Por otro lado, las continuas referencias a los crecientes problemas de salud mental existentes en nuestra sociedad colaboran en la extensión del miedo.
¿Es razonable creer que necesitamos kits para sobrevivir 72 horas?, ¿duran las guerras tres días nada más?, ¿estamos todos locos?. Nada de eso. La mayoría de las guerras que hoy asolan el mundo llevan años activas y décadas fraguándose. Tampoco estamos abocados a tener que ir al psicólogo todos los días. Es claro que quienes manejan los hilos del poder prefieren una sociedad asustadiza y obediente que sepa encajar mejor sus abusos y viva en permanente estado de amenaza.
Hay otros kits de supervivencia que nos pueden hacer mucho bien y nos podrían sacar del estado de angustia que propagan en nuestra sociedad.
Aun siendo mejorable, proponemos dotarnos de los siguientes elementos de supervivencia:
- La vida asociada que necesitamos como el respirar frente a la soledad y nos dota de esperanza.
- Cuidar nuestro espacio familiar como un espacio en el que si todos nos creemos sin derechos frente al otro, construimos un núcleo indestructible.
- Comprometerme en política para dejar de quejarme de lo mal que lo hacen los políticos.
- Tener un espacio de debate y conversación cívica con otros que no piensan como yo para combatir el fanatismo y la trinchera.
- Un buen libro que nos aparte de las series distópicas que llenan la cabeza de pájaros y alimentan el ideal de vivir encerrado.
- Dialogar y trabajar con hermanos llegados de otras tierras para combatir los bulos que se extienden de forma malintencionada sobre las personas migrantes.
- Rezar porque hace más bien el ateo pensante que el cristiano que no reza.
Con efectos que duran más de 72 horas.