“El Espíritu de Sacrificio es la tercera dimensión del Amor del Mandamiento Nuevo de Cristo.
Si el Espíritu de Pobreza y el Espíritu de Humildad son las dos dimensiones del Amor cristiano que producen la ‘Comunión afectiva’, el Espíritu de Sacrificio es el elemento dinámico que determina la ‘Comunión de acción’.
Y por una de esas paradojas tan corrientes en el cristianismo, puede afirmarse que la renuncia es la base para las actividades dinámicas.
El Espíritu de Sacrificio no se puede referir a la zona de lo ilícito. Por ejemplo: el no robar, no matar, no fornicar,…no es nunca un sacrificio. El ‘Sacrificio’ exige que la víctima sea ‘sin mancha’, que sea lícita. Por ejemplo: presentar la mejilla izquierda al que nos hirió en la derecha, cuando sería perfectamente lícita la defensa propia; o entregar la túnica cuando tenemos perfecto derecho a pleitear por el manto. Se trata de renunciar a nuestros derechos por Amor.
Esto se expresa perfectamente en la oración sublime de Jesús: Que no se haga mi voluntad, oh Padre, sino la tuya”.
Guillermo Rovirosa, Cap.4 Promoción de los débiles en Cooperatismo Integral (1959)
Fotografía: M. Isabel Rodríguez, Molino de la Albolafia, Córdoba