25 aniversario de la muerte de Helder Cámara

Francisco Rey Alamillo

«Cuando sueñas solo, sólo es un sueño; cuando sueñas
con otros, es el comienzo de la realidad».
«Quisiera ser un charco de agua para reflejar el cielo».
Monseñor Helder Cámara

EL SANTO DE LOS OPRIMIDOS DE LA TIERRA

Helder Cámara, el «obispo de los pobres», fue uno de los más claros símbolos de la lucha contra la miseria y la explotación del Tercer Mundo, que tuvo destacada actuación en la defensa de los derechos humanos durante la dictadura militar en Brasil. Murió a los 90 años, el 27 de agosto de 1999, en su humilde casa en un barrio de Recife y rodeado de sus seres queridos. En agosto de este año 2024, se conmemora el 25 aniversario de su partida, alegrándonos del avance de su proceso de beatificación iniciado en 2015. Pedro Casaldáliga dijo, a su muerte: «Fue una de las máximas figuras de la Iglesia en este siglo, y no sólo de la Iglesia Católica, lo ubicaría al lado de Gandhi (líder hindú) y de Martín Luther King (el defensor estadounidense de los derechos ciudadanos)». En 2021 la Santa Sede recibió el dossier sobre Dom Hélder Cámara, que consta de 18 tomos con más de 60 mil páginas. En noviembre de 2022 el Vaticano aprobó la validez jurídica de los documentos enviados desde Brasil para justificar su beatificación. Monseñor José Albérico, siendo entonces secretario general del Congreso Eucarístico Nacional de Brasil, 2020 en Recife (la diócesis donde fue arzobispo Helder Cámara) dijo entonces: «Ya sabemos que hay un milagro que podría atribuirse a la intercesión de dom Helder, pero ahora en este asunto se necesita confidencialidad».

LA GLORIA DE DIOS ES QUE EL HOMBRE VIVA: CONCIENTIZAR PARA LIBERAR

Nació el 7 de febrero de 1909 en Fortaleza, ciudad de Brasil situada en el llamado «cuadrilátero del hambre» donde vivían seres humanos en chozas junto al agua, donde se veían obligados a verter sus basuras, de las que se alimentaban los cangrejos que, a su vez, eran el principal alimento de los pobres. Su padre, contador y su madre, profesora de primaria, tuvieron 13 hijos de los cuales murieron tempranamente nueve. La familia conoció la penuria económica. El recordará su infancia de hambre con estas palabras: “Vi a mi madre llorar y a mi padre quedar callado cuando no había para comer, cuando no alcanzaba para dividir un pan entre todos los hijos.”

Dom Helder, el undécimo hijo, ya en la infancia comenzó a manifestar su deseo de ser sacerdote. Cierto día escuchó de su padre estas palabras: “Hijo mío, ¿sabes lo que es ser sacerdote? Ser ‘padre’ y ser egoísta no pueden ir nunca juntos. El ‘padre’ tiene que gastarse, que dejarse devorar”. Fue ordenado sacerdote a los 22 años, el día 15 de agosto de 1931. Se empeñó en la organización del Movimiento de Juventud Obrera Cristiana; en 1931 fundó la Legión del trabajo de Ceará, y en 1933, con lavanderas, planchadoras y empleadas domésticas, instituyó el Sindicato Obrero Femenino Católico. Las iniciativas sociales de este joven sacerdote y su especial preocupación por la mejora de la educación atrajeron la atención de Plínio
Salgado, fundador y dirigente de la Acción Integralista Brasileña, que le invitó a afiliarse. Seducido de joven por el fascismo brasileño – el “integralismo” ‐ en el que estuvo participando, lo abandonará y dirá más tarde: “Creo que Dios me permitió esa experiencia –de la que nunca hice misterio o guardé secreto‐ para que pudiese constatar que el radicalismo de derecha es tan falaz y peligroso como el radicalismo de izquierda.”
Lo que nunca abandonará es su preocupación por la educación y la promoción de los pobres. Comprendió muy pronto que trabajar por los pobres no es suficiente. Tuvo la genial intuición de que es necesario que la iglesia trabaje con los pobres. Desde entonces, el desarrollo integral de la persona se convirtió en su pasión y eligió la “concientización” como método para despertar la conciencia de su pueblo. Para Dom Hélder “la gloria de Dios es que el hombre viva” (San Irineo). Y ese vivir con dignidad exige liberar la conciencia. De tal manera que el gran pedagogo de los oprimidos y de la esperanza, Paulo Freire, en su libro “Concientizar para liberar” escribe que “la palabra fue creada por uno de los profesores de aquella época, yo no sabría decirles cuál, pero el hecho fue que nació de sus reflexiones en equipo […] Fue Hélder Cámara, quien se encargó de difundirla y de traducirla al inglés. Así, por la influencia de Helder Cámara, más que por la mía, la palabra entró a Europa y a los Estados Unido […] En 1965 escribí un artículo en la
revista «Civilisation et Developpement» que titulé «Educación y concientización», pero fue Helder Cámara, quien en sus giras por el mundo hizo conocer este vocablo.

En 1956, fundó la Cruzada San Sebastián, con el objetivo de dar viviendas decentes a los favelados y sin techo. En 1959, fundó el Banco da Providencia, cuya actuación se centró en la atención a las personas que viven en condición de miseria. El 12 de marzo de 1964 fue nombrado arzobispo de Olinda y Recife, donde permaneció hasta 1985. Hélder Cámara pronunció un discurso, realmente profético. Él dice:
«Soy un nativo del nordeste el que habla a otros nativos del nordeste, con los ojos puestos en Brasil, en América latina y en el mundo. Una criatura humana que se considera hermana, en la debilidad y en el pecado, de todos los hombres, de todas las razas y de todas las naciones del mundo. Un cristiano que se dirige a cristianos, pero con el corazón abierto ecuménicamente hacia todos los hombres de todos los pueblos y de todas las ideologías. Un obispo de la iglesia católica que, a imitación de Cristo, no viene a ser servido sino a servir. Católicos y no católicos, creyentes e
incrédulos, escuchen todos mi saludo fraterno. Alabado sea Jesucristo». Este discurso termina diciendo: «No es justo el suponer que, porque luchemos contra el comunismo ateo, defendemos el capitalismo liberal; y no es lícito concluir que somos comunistas, porque criticamos con cristiana valentía una posición egoísta del liberalismo económico».

Criticó a la dictadura militar por el estado de opresión que imponía a la población y esta le persiguió, le calumnió y mató a algunos de sus colaboradores inmediatos.
Condenó con firmeza tanto la injusticia y la violencia, como la represión sistemática y legalizada llevada a cabo por los gobiernos, tanto de derechas como de izquierdas. Dom Hélder se opuso a toda clase de violencia y tuvo la firme convicción de que la violencia armada no es una solución, porque el odio no sólo no construye, sino que engendra más odio, engendra una espiral de violencia. En su libro “La espiral de la violencia”, de 1978, él describe tres tipos de violencia: la institucional, la revolucionaria y la represiva. La novedad está en la descripción de la primera violencia, generadora de las demás: la institución de sociedades basadas en la injusticia y, por tanto, en la violencia. Un problema que subyace a todos los demás: la pobreza como consecuencia de la violencia institucional.
En octubre de 1969, nuestro obispo, profeta de la noviolencia, coincidiendo con el centenario del nacimiento de Gandhi, puso en marcha en Brasil y en otros países del continente el movimiento «Presión Moral Liberadora», que con el lema «Acción, Justicia y Paz» aspiraba a conseguir la transformación de las estructuras sociales y económicas de Iberoamérica a través de la lucha moral, nunca mediante la violencia.
Su influencia espiritual se dejó sentir en toda la iglesia latinoamericana, pues ayudó a crear el Consejo episcopal Latinoamericano (CELAM), dando lugar a una esperanzadora primavera eclesial. Cuando en 1985, a los 76 años, renunció al gobierno de su archidiócesis, se retiró a vivir a uno de los barrios más pobres de la ciudad de Recife, pero también a escribir y visitar muchos países llevando por el mundo su mensaje de paz y justicia social.
Tal vez sea un bello homenaje la relectura de un documento no muy conocido que articuló él mismo – poco antes del término del Concilio Vaticano II – y que firmaron 40 obispos después de celebrar juntos la Eucaristía en las Catacumbas de Domitila en Roma, el día 16 de noviembre de 1965, y que, por eso mismo, recibió el nombre de Pacto de las catacumbas (2) de la iglesia servidora y pobre. En ese documento, los obispos se comprometían a asumir una vida pobre; a renunciar a las pompas, a las riquezas, a los ornamentos y a los privilegios episcopales; a reconocer el papel de los laicos en la iglesia; a buscar la justicia y el servicio de los más pobres y a construir la colegialidad.

LA VOZ DE UNA HUMILDE BORRIQUITA QUE GRITA EN EL DESIERTO

Un servidor pertenece a una generación de jóvenes cristianos, nacido en los años 60, que tuvo en su juventud a Helder Cámara como un referente de la Iglesia en salida, con los pobres y desde los pobres. Escuchábamos con entusiasmo y difundíamos militantemente sus libros de la editorial “Voz de los sin Voz” (llamada así en homenaje a él) y especialmente su bello poema audiovisual “Sinfonía de dos mundos”. Helder Cámara de cuya parte literaria es autor, vendría a España en 1985 a estrenar dicha sinfonía, conmoviendo al público en la abarrotada basílica de Santa María de San Sebastián. Dom Helder dice en este bello poema (1): “Hombre, hermano mío, ¿qué has hecho? No vuelvas la cabeza. ¿Quién quitará esas estructuras que aplastan a millones de hijos de Dios y que llegan a matar más que las más sangrientas guerras? Es media noche en el mundo… Más ¿cómo olvidar que tú, el Hijo de Dios, en tu encarnación has querido nacer precisamente a medianoche? ¿Cómo olvidar que tanto más bella es la aurora cuanto la noche es más sombría? ¡Cuando Dios ayuda a los niños, hacen temblar a los gigantes! Porque el amor es más fuerte que el odio.”

Conocí a Dom Helder Cámara, en agosto de 1989, en el Aula Malagón Rovirosa del MCC. Él había sido invitado en el marco de las Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Santiago de Compostela por un obrero socialista, cristiano converso y pobre, que fue el gran promotor de la militancia cristiana pobre en España: Julián Gómez del Castillo. Presidente de la prestigiosa editorial ZYX (cuya línea editorial era servir al conjunto de movimiento obrero y de la militancia cristiana y que luchó contra la dictadura franquista) y posteriormente en las ediciones Voz de los Sin Voz. Sin duda, nuestro amigo Julián Gómez del Castillo, ha sido uno de los principales difusores de la obra y el pensamiento de Dom Hélder Cámara. El llamado obispo de las favelas, ya anciano, con 80 años, pero lleno de un entusiasmo juvenil contagioso, fue un verdadero don para todos nosotros. Pudimos gozar de la presencia y cercanía durante varias semanas, en tertulias durante las comidas, en los rezos de laudes y, como olvidarlo, en la celebración eucarística diaria, donde parecía su rostro transfigurado en el momento de la consagración. Cierto día vi marchar a Dom Helder camino del cementerio del pueblo de Sarria, que estaba enfrente de donde teníamos el encuentro. Debió parecerme que le habían dejado sólo e ingenuamente le pregunté. “¿Dom Helder, le veo muy solo? Y él con una maravillosa sonrisa me miró y me dijo: “No estoy solo, estoy con Dios”.

Recuerdo que en algunas de sus charlas nos habló de la humildad. Y nos contó que uno de sus encuentros con la Madre Teresa de Calcuta, que como él era recibido por multitud de personas, le preguntó: “¿Qué hacer cuando la multitud te aplaude?” Y ella respondió: “No soy más que el burro que lleva a Jesús”. Y esto me hace recordar, es decir me hace pasar por el corazón, las palabras que dirigía Guillermo Rovirosa, el apóstol del mundo obrero, (hoy también en proceso de beatificación) a los militantes cristianos pobres: “Vamos a meditar ligeramente sobre la borriquilla, ¿Qué papel desempeñó en la apoteosis «de masas» de aquel Domingo triunfal?[…] Vemos que la borriquilla llevaba sin interés personal alguno a Cristo […] Cumplió su cometido con toda fidelidad y después volvió a la oscuridad de sus tareas, sin envanecerse de su privilegio circunstancial. ¿Qué utilidad tuvo la
intervención de la borriquilla? La de conseguir, sencillamente, que vieran a Cristo aquellas personas de «la masa» que estaban lejos de Él. ¿No es precisamente ésta la misión que nos ha dado la Jerarquía para que la realicemos conscientemente los militantes de la HOAC? […]

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