A los catorce años Teresa Bellanova (Ceglie Messapica, 1958) no disfrutaba de una adolescencia normal. Empezó muy pronto a ser jornalera, justo después de terminar la escuela media, porque en Italia, hasta los noventa, el colegio era obligatorio sólo durante ocho años. Fue una entre los miles de jóvenes de la Puglia, en el sur del país, que trabajaban por cuatro duros en los campos que rodeaban las ciudades, donde se cultivaban olivos, vides y almendros.
Su historia ha cambiado mucho desde entonces. Hace poco más de un mes, cuando cayó el gobierno del Movimiento 5 Estrellas (M5E) y la ultraderechista Liga tras la crisis estival provocada por la ambición de Matteo Salvini, su nombre empezó a sonar con fuerza para encabezar uno de los ministerios del nuevo Ejecutivo de Giuseppe Conte, respaldado esta vez por los grillini y el Partido Demócrata (PD). Había sido viceministra de Trabajo y de Desarrollo Económico con Matteo Renzi, uno de los cerebros del pacto de gobierno, e hizo un buen papel al desencallar crisis industriales peliagudas. Cuando empezó a salir en las quinielas, las televisiones se llenaron de tertulianos en traje y corbata que criticaban que una mujer sin educación universitaria optase a un cargo de esta envergadura.
Su respuesta fue muy clara: “No pude seguir estudiando, fui a trabajar en los campos. Pero a los chicos que conozco, a mi hijo, les digo: estudiad, estudiad, estudiad…”. El entero PD salió a protegerla en bloque como una política con gran experiencia, parlamentaria desde hace diez años, con cargos de responsabilidad y, sobre todo, curtida en la lucha sindical desde que era muy joven. Incluso recibió críticas machistas de la derecha por el vestido azul eléctrico que eligió para jurar el cargo. “¿Es Carnaval o Halloween?”, llegaron a comentar. Esta vez la defendieron mujeres de todos los partidos.
“Luchar contra la explotación del trabajo en los campos y contra la esclavización de las mujeres lo era todo. Fueron tiempos durísimos decisivos para mi formación: no los he olvidado nunca”.
Feminista desde que tiene uso de razón, Bellanova empezó a rebelarse cuando era adolescente contra las terribles condiciones de trabajo que sufrían las campesinas en el sur de Italia, igual que las que ahora sufren los jornaleros extranjeros, la mayoría inmigrantes subsaharianos. Eran años en los que jóvenes mujeres y madres de familia perdían la vida en los accidentes de autobuses repletos de gente que las llevaban a su lugar de trabajo. Con quince años fue elegida portavoz local de los trabajadores, y en los setenta se convirtió en una joven líder sindical contra la explotación en los campos.
Ella siempre ha contado que en esa época hacía falta “ensuciarse las manos”, por ejemplo, organizando cortes de carreteras para frenar los autobuses de los capataces. “Entonces ya era una joven mujer muy coherente. Su vida social era sólo acción política, la política y el sindicato eran su razón de vivir”, recuerda Patrizia Colella, directora de escuela y buena amiga de juventud. “Luchar contra la explotación del trabajo en los campos y contra la esclavización de las mujeres lo era todo. Fueron tiempos durísimos decisivos para mi formación: no los he olvidado nunca”, promete Bellanova años después.
Las personas que la conocen la describen como una Pasionaria, una mujer que se deja llevar mucho por sus emociones, pero también reflexiva y con gusto por la lectura, sobre todo ensayos. “Le gustan los libros técnicos, sobre economía o política. Siempre que hay un nuevo movimiento debe informarse para saberlo todo”, explica Colella a este diario. Se casó en 1986 con Abdellah El Motassime, un marroquí que fue su intérprete durante un viaje del sindicato CGIL a Marruecos. También era sindicalista, se enamoraron rápidamente y al final él se trasladó a vivir a Roma con ella, aunque siguen pasando los fines de semana en Lecce. Aquí su marido volvió a estudiar, porque sus títulos no fueron reconocidos. Tuvieron un hijo, Alessandro, que sí estudia, medicina.
Después de un rápido ascenso en los sindicatos italianos, en el 2006 el ex primer ministro Massimo D’Alema la fichó como candidata a las elecciones generales y entró en el Parlamento. Ya en la política nacional continuó ocupándose de las condiciones de vida de los campesinos y trabajadores agrícolas, y en el 2012 fue una de las principales artífices de una enorme investigación parlamentaria sobre el trabajo ilegal y la explotación de mano de obra extranjera en los campos. En el 2015 Renzi la nombró viceministra, y, por sorpresa para todos, empezó a apoyarle en las grandes decisiones que enfrentaron al florentino con el ala izquierdista del partido, desde su propuesta de ley electoral a la controvertida reforma laboral. Él siempre se lo ha agradecido en público, y cuenta que “ella sí sabe qué es trabajar duro”. La fidelidad a Renzi ha continuado hasta el punto de dejar el PD para seguirle en Italia Viva, el nuevo partido que presentan juntos este fin de semana en un congreso en Florencia. “Si lo ha hecho es porque estaba convencida, no por interés”, dice Colella.
Bellanova es desde ahora la voz de Renzi en el Ejecutivo, la encargada de negociar las posiciones de Italia Viva con el PD y el M5E, pero sobre todo, ministra de Agricultura, un cargo que corona sus años de lucha en los campos.