La economía española está de luto tras conocerse el fallecimiento (3/02/2023) con 95 años de quien ha sido uno de sus principales referentes de los últimos cien años. Fue premio Príncipe de Asturias de ciencias sociales en 1992 y catedrático de Estructura Económica e Instituciones Económicas españolas de la Universidad de Madrid, entre muchas otras distinciones y cargos.
Juan Velarde Fuertes nació en Salas (Asturias). Cuando cursaba su carrera universitaria, su padre, era enlace sindical del Metal en los talleres de material ferroviario de la S. A. de Vers de Villaverde Bajo. Desde 1934, en Asturias, pudo observar con conocimiento y creciente atención las tensiones sociales. Quizá por ello a estos temas dedicó gran parte de su actividad intelectual.
Discutió y aprendió sobre problemas sociales con obreros o campesinos. «Es preciso hacer saltar las barreras de incomprensión que existen entre trabajadores e intelectuales», aseguraba continuamente. «En pocas ocasiones me encontré más cómodo que reunido con tranviarios de Palma de Mallorca o de Valencia, enlaces del Metal o del Combustible de Asturias, cooperativistas bubis del cacao de Fernando Póo, campesinos trigueros de Segovia, obreros del ramo del agua de Barcelona». Una conversación con un viejo militante que le hablara, por ejemplo, y con datos personales, del Noi del Sucre, de Pablo Iglesias, o de cualquier cuestión social, le apasionaba extraordinariamente, admirando el testimonio de militantes obreros como Julián Gómez del Castillo, al que siempre atendió y con el que afirmó su colaboración, asistiendo a impartir los cursos para formación de militantes que organizaba en la Casa Emaús de Torremocha de Jarama. «Creo que la historia social de España está en buena parte por hacer, a pesar de los excelentes ensayos que ya empezamos a ver en nuestras mesas de trabajo», afirmaba después de hablar con ellos.
En 2015, en la reedición del libro España ante la socialización económica (Voz de los sin Voz), manifestó:
“Tenemos obligación de explorar una y otra vez los caminos que llevan a mejorar la situación del prójimo. Así se evitará, mas de una vez, ir en la dirección errada, la que no conduce a ninguna parte, o incluso a empeorar la suerte del otro. De ahí, también, la importancia de no escabullirnos cuando es obligado consultar, una y otra vez, el severo sendero de la Ciencia que conduce, y no hay otro, a aproximaciones sucesivas a la Verdad”.