Fuente: Alfa y Omega
Autora: María Teresa Compte Grau
La cultura de la cancelación es una especie de muerte civil que censura por inadmisibles a personas e ideas. Este fenómeno perverso, cuyos orígenes se sitúan en la Alemania nazi, lo protagonizan un sinfín de dictadorzuelos poco leídos que se arrogan el privilegio de conceder certificados de pureza. J. K. Rowling, autora de Harry Potter, ha sido silenciada y ha tenido que solicitar protección por decir en voz alta que el sexo existe. En 2022, Warner Bross y la plataforma HBO celebraron el 20 aniversario de Harry Potter con un documental. Estuvieron todos, menos ella. En 2019, en la Universidad de Burdeos, la filósofa Sylviane Agacinski no pudo pronunciar una conferencia sobre gestación subrogada porque organizaciones LGTBI lo impidieron. Su delito era oponerse a la instrumentalización y mercantilización del cuerpo de las mujeres. En Barcelona, hace pocos meses, los psicólogos José Errasti y Marino Pérez no pudieron presentar su libro Nadie nace en un cuerpo equivocado. Organizaciones trans lo impidieron.
La ignorancia es muy atrevida, razón por la que personas poco cualificadas se atreven a condenar a escritores, filósofos, pensadores o científicos por pensar por sí mismos y no a fuerza de impulsos, coacciones o apriorismos. El problema, sin embargo, no son ellos, sino los medios de comunicación y las instituciones, también educativas, que se someten a los desmanes inquisitoriales de quienes son incapaces de argumentar y debatir porque poseen una forma mental ideológica que es amiga de las batallas culturales y enemiga de la libertad.
¡Quién nos iba a decir que en pleno siglo XXI y en países democráticos habría que pelear por las libertades de conciencia y de expresión! Ya nos advirtió Giovanni Sartori de que las masas educadas en la imagen iban a sufrir una regresión que afectaría a su capacidad de entendimiento y abstracción. Cuando así sucede es extremadamente sencillo fomentar un ambiente cultural en el que priman las certezas que no requieren demostración, sino adhesión. Frente a la uniformidad ideológica se alzan la libertad de expresión y la tolerancia. En julio de 2020, Harper’s publicó una «Carta sobre la justicia y el debate abierto». Es hoy una de las grandes batallas pendientes.