Fuente: Feminicidio.net
“Viva pero deshumanizada, rota por dentro y por fuera, sin sanar”. Esta es la dolorosa biografía de Valkiria (su alias en redes), superviviente de trata y prostitución argentina y a quien un día la mafia prostituyente engañó diciendo “que trabajaría de moza en un restaurante exclusivo en el sur” de su país, cuando en realidad iba a ser ultrajada en lo más hondo de su ser: “cambiaron mi valor como mujer, como ser humano, por el de un billete”. Un cambalache que le obligaron a hacer durante una década y que le llevó a estar “en burdeles de mala muerte, bares donde estábamos camufladas o prostíbulos VIP donde pagaban en dólares americanos. También tuve departamento propio y privados que cobraban comisión”, explica.
Por Nuria Coronado Sopeña @NuriaCSopena
En la cuenta de esos diez años de tortura absoluta, Valkiria es incapaz de saber el número de violadores que abusaron de ella. “Después de los 3.000 hombres prostituyentes que me violaron ya no soy capaz de contar cuántos más fueron”. Lo que sí recuerda como denominador común de todos ellos era que “una vez que satisfacían sus necesidades sexuales se iban como si nada mientras que nosotras nos quedamos con el dolor”. Tampoco ha podido olvidar el asco de las sábanas sobre las que tenía que estar. “Olían a absolutamente todo. Nos daba sarnilla y estábamos todas picadas por los ácaros. Siempre intentaba hacer los pases parada y dando la espalda para no tener que ver al putero y tampoco tener que acostarme en ellas”.
Un sufrimiento que está tratando de convertir en cicatriz a través de Avanzada Feminista, la nueva organización abolicionista argentina que persigue “la liberación de toda forma de opresión contra las mujeres en los ámbitos sociales, políticos y educativos” y que es su “mayor luz” porque “es el reflejo de las mujeres que me abrazan día a día”, dice. Y es que esta gran referente abolicionista se enorgullece diciendo a los cuatro vientos que si se define en la vida con una sola palabra esa es la del feminismo: “Soy feminista porque es el único movimiento social, político y cultural que cuestiona el poder de los hombres sobre nuestros cuerpos, sobre nuestro exilio en la política, economía y en el imaginario colectivo, donde existe la creencia de que tienen derecho a satisfacer sus necesidades sexuales y pueden valerse de cualquier medio para ejercerlo”.
Hablar para nombrar
En esta entrevista para Geoviolenciasexual.com se ha abierto en canal por dos razones. La primera, “para que la sociedad entienda que ser puta no es ningún trabajo sino el mayor trauma por el que se puede pasar en la vida. Todas salimos con enormes traumas psicológicos, físicos y emocionales”. Y la segunda, para acabar con el cuento que se sigue vendiendo de Pretty Woman. “Ninguna mujer acaba prostituida porque quiera, le guste, disfrute cada pase o porque sea dinero fácil. No, no es dinero fácil, es dinero rápido. Ninguna somos dueñas de nuestros cuerpos dentro de la prostitución. Tampoco elegimos a los puteros, mal llamados “clientes”, con los que queremos estar y con los que no. Algo que escucho muy a menudo es que si uno nos pide hacer algo que no queremos podemos negarnos y ya está. Eso no funciona así”.
– ¿Por dónde se empieza el camino hasta llegar a ser superviviente de trata y prostitución?
– Todas las mujeres que caen en la trata llegan por engaño y con la promesa de una vida mejor, de tener mayor nivel económico, de poder ayudar a tu familia, de una promesa laboral donde vas a poder tener un ingreso que sin estudios u otras oportunidades no podrías conseguir. A ninguna se le dice que va a ser prostituida sino que va a tener un supuesto trabajo como moza, de limpieza, secretaria de algún primo empresario. Las mentiras son muchas y variadas. A mí me dijeron que iba para trabajar de moza en un restaurante exclusivo en el sur.
– ¿Cuántas maneras hay de ser prostituida?
– Hay muchas, demasiadas. Cada mujer que conocí en esos ambientes, tenía una historia diferente por la cual llegó a un privado, cabaret, etc. Muchas escaparon de sus casas a temprana edad por no aguantar vivir más con sus familiares, con el padrastro, abuelo, tío, hermano, primo, vecino, que las violó y nadie las defendió. Otras tenían proxenetas disfrazados de maridos y parejas a quienes amaban. Muchísimas por ser madres que criaban solas y era la única fuente de ingreso para el alimento de sus hijos.
Otras por haber tenido una infancia rodeada de extrema pobreza y veían una oportunidad de vivir distinto. Conocí a varias chicas cuyas madres, hermanas, tías ya habían sido prostituidas y siguieron su camino. Si hay algo que todas teníamos en común era la creencia de que éramos objetos sexuales mucho antes de prostituirnos. Mujeres con muy baja autoestima y percepción de su valía. Mujeres violentadas sexualmente en su infancia o adolescencia. Todas escapaban de sus hogares o de la violencia, de la pobreza extrema o de una expareja violenta.
– ¿Cómo fue tu engaño?
– A mí me llevaron engañada al sur. De ahí me trasladaron a Punta Arenas, en Chile. Una de las chicas que era enviada por otro proxeneta, conocido en el ambiente, me dijo que había escuchado que me querían vender a Europa, que ella se escapaba a la noche siguiente y que, si quería, podía ir con ella. Cuando todos dormían, logramos escaparnos. Ella tenía un cuchillo por si alguien nos sorprendía y me dijo: “si alguien sale, vos corre que yo lo hinco”. Sacamos pasaje de vuelta a la Argentina. Al llegar a Río Gallegos fuimos directas a la primera boletería y preguntamos por el primer micro que saliera. “Sale uno en diez minutos, a Luis Piedra Buena”, un pueblo en medio de Santa Cruz. Ella pagó los pasajes y nos subimos a ese micro rezando porque los proxenetas no aparecieran. Llegamos a ese lugar y al otro día partimos hacia Comodoro Rivadavia, donde ella decía que había muchos lugares para hacer la noche.
Estando allí, yo quedé en el hotel y ella fue dos noches a un cabaret. Me dijo que fuéramos a Bariloche, que era temporada turística. Compró los pasajes de ambas porque yo no tenía dinero y fuimos. Al taxista le preguntó qué lugares había para “laburar” y nos recomendó un bar llamado Pedro B., cuyo dueño, Julio, nos recibió y nos dio un departamento para quedarnos. A la noche empezábamos. No le habíamos dicho que yo no era prostituta. Fue entonces cuando esta chica, que se prostituía desde los 15 años, me dijo: “te pago el pasaje a tu casa con lo que haga esta noche. Le digo a Julio que estás indispuesta y por eso no bajaste y mañana te vas”. Toda esa noche, sin poder dormir, me preguntaba cómo le iba a explicar a mis abuelos en la que me había metido, en dónde terminé. Sentí terror al pensar en contarles que les había mentido diciendo que iba a Buenos Aires a ver a una amiga. Nunca les había mentido. No sabía, a mi corta edad, cómo manejar la situación y decidí quedarme y buscar trabajo en Bariloche. La chica que me salvó la vida bajaba todos los días, compraba la comida de ambas y pagaba por el departamento donde estábamos. Yo me sentía horrible, culpable, como si la estuviera explotando, así que tras una semana buscando trabajo y darme cuenta de que iba a ser más difícil de lo que yo pensaba, decidí bajar con ella, porque no podía tolerar más el hecho de que tuviera que acostarse con tipos para darme de comer porque yo era una miedosa que temía enfrentar a sus abuelos. Así entré al mundo de la prostitución.
– ¿Has vivido de todo en tu periplo desde los burdeles más apestosos a las salas más exclusivas?
– Sí, he vivido de todo en cada lugar que estuve. Cuando fui llevada para la trata a través del engaño llegué a las famosas Casitas de Río Gallegos, que son antros con habitaciones precarias donde se hacen los pases. Como me negué durante tres días a hacerlos la dueña y su esposo (su exproxeneta) decidieron llevarme a Punta Arenas, donde tenían otro cabaret igual de horrible. Nos metieron en una habitación con camas cuchetas donde dormíamos diez chicas. Esa misma noche me llevaron a “debutar” y ni bien entré, recuerdo que se paró una de las mujeres con más antigüedad en el lugar y golpeando un cuchillo sobre la mesa, me dijo: “Bienvenida a Punta Arenas, chiquilla”. Sentí terror. Fui directa al baño y entró otra chica y me dijo: tené cuidado, te quieren cortar la cara porque sos linda. Los hombres te manoseaban al pasar.
– ¿También te prostituyeron en Buenos Aires?
– Sí. Empecé en Madaho’s en plena Recoleta, un night club de altísimo nivel donde estábamos 180 mujeres. Ahí iban muchos extranjeros y cobrabas en dólares. Recuerdo a un empresario español que me llevó a la suite del Hilton y me dijo que yo podría ir a Miami a trabajar, donde él me daba una casa para mí en un lugar de lujo y que sólo tenía que salir con sus amigos empresarios. Incluía viajes en jets privados hacia Nueva York por si él quería pasar los fines de semanas conmigo, o donde estén sus amigos empresarios. En Buenos Aires existen los que se llaman departamentos privados donde el dueño te hace sesión de fotos y las sube a las plataformas en Internet. Hay una recepcionista que atiende las llamadas y tres habitaciones. La comisión era del 40% de todos los pases que hagas en un turno, de nueve de la mañana a ocho de la noche. Las que no tenían donde quedarse, como yo, hacíamos 24 horas para poder dormir en el lugar pero si llegaba un “cliente” a la madrugada, había que levantarse y atenderlo. Conocí varios lugares como este. Uno era regentado por un travesti y otro por una mujer que nunca llegué a ver.
– ¿En todas ellas el vómito que te producía era siempre el mismo?
– El vómito duró cada año de estar prostituida, pero mi rechazo fue aumentando con el tiempo. Cada vez era menos tolerable para mí. Cada vez me daban más asco los tipos, así que hasta el último día trataba de que no me eligieran, siendo desagradable o diciendo que tenía gripe. No hacía gran dinero porque no hacía muchos pases y no me hacía con clientes ya que intentaba que no volvieran por mí.
– ¿Qué barbaridades te pedían los puteros?
– Uno me pegaba cachetadas mientras estaba tumbado encima de mí. Yo le pedía que parase, pero me dijo: “¡lo siento, así cojo yo!” Otro que me disfrazase y me comportase como una niña de 13 años. O que les diera sexo oral sin preservativo o pedían el dinero de vuelta. Yo salía desnuda de la habitación y le decía a la recepcionista que fuera una de las chicas que sí lo hacía. Jamás besé en la boca, di sexo oral sin preservativo o tuve sexo sin él. Me pedían que fuera su sumisa, que hiciera de su hija y ellos de mi papi, que les dejase ponerme cocaína en los senos y en el ano para que ellos tomaran de ahí. También me pedían lluvia dorada. Una vez me eligió un hombre que iba con la chica que daba servicios de ama y los golpeaba. Ella le había atado los testículos con un preservativo y me ordenó que le pegara. Yo no podía, le daba golpecitos suavecitos. Él, al no aguantar más el dolor, le dijo que ya estaba, que sólo lo tocáramos para que termine y me dijo que sólo quería que se lo hiciera yo. Vi en sus ojos cómo pedía piedad. Fue horrible. Al salir, todos se reían de mí por no querer golpearlo.
– Sonia Sánchez siempre dice que hay que seguir denunciando al lobby proxeneta porque vienen a por nuestras nietas e hijas…
– Antes se captaba a mujeres pobres por medio de engaños, promesas, pero hoy el mensaje que se da a diestro y siniestro es que la prostitución es un trabajo como cualquier otro, que te da mucho dinero y es empoderante, y este mensaje le llega a cualquier adolescente sin importar la clase social a la que pertenecen. Esto se ve reflejado en OnlyFans, donde hay incluso profesionales vendiendo material erótico. Hoy se dan charlas en las universidades sobre “trabajo sexual” y el derecho de las trabajadoras sexuales. Estamos en un momento donde se procura por todos los medios normalizar a la prostitución y dejar de verla como lo que es: explotación sexual. Por esto estoy de acuerdo con Sonia, vienen por nuestras hijas y nietas.
“Hoy el mensaje que se da a diestro y siniestro es que la prostitución es un trabajo como cualquier otro, que te da mucho dinero y es empoderante, y este mensaje le llega a cualquier adolescente”
– ¿Queda lugar para el miedo tras tanto padecido, o ahora tu existencia se basa en la rabia y la lucha para evitar ese mismo dolor a otras niñas y mujeres?
– Miedo ya no. Miedo tenía cuando estaba dentro de una habitación y nunca sabía quién era el hombre que me esperaba en ella, porque por más que digan que una puede elegir a los clientes, nunca, nunca, nunca se sabe quién es el hombre que te espera en la habitación y lo que te puede pasar una vez estés dentro de ella. Una vez salí del bar donde estaba con un putero de alrededor de 35 años. Yo tenía 21. Entramos al departamento donde se hacían los pases del bar y me dijo: “Vos tenés un ángel aparte. Lo veo. No te puedo tocar. Sentémonos y hablemos”. Eso hicimos. Luego me enteré de que era un famoso golpeador de mujeres prostituidas. Ahí comprendí lo que me dijo. Eso sí, el encargado no me había avisado. Le cobró como a cualquier otro.
Rabia no siento. No es enojo lo que me mueve. Por supuesto que hay muchísimas supervivientes que salen con ira y esto no es cuestionable, cada una gestiona lo sucedido con los recursos que tiene. Lo que me impulsa a concientizar a las personas sobre de qué se trata la prostitución realmente, es contar la verdad para que se deje de engañar a niñas y adolescentes de que la prostitución es un trabajo como cualquier otro, que no es peligroso, que están seguras y que no tiene consecuencias de ningún tipo. Lucho contra la normalización de algo que no es más que la deshumanización de la mujer. Una sola mujer prostituida basta para dar el mensaje de que todas las mujeres somos meros objetos sexuales. Dentro de una habitación, sea en un burdel de mala muerte, en el mejor night club de la ciudad o en un departamento privado, lo que sucede es la pérdida de dignidad humana, se pasa de ser una persona a un cuerpo con genitales y boca que los prostituyentes pueden usar a su antojo y así sos tratada.
“Lucho contra la normalización de algo que no es más que la deshumanización de la mujer. Una sola mujer prostituida basta para dar el mensaje de que todas las mujeres somos meros objetos sexuales”
– ¿Qué se rompe en el alma con todo lo vivido?
– Cuando una está prostituida lo que siente es la total pérdida de valía. La dignidad de mujer deja de existir. Te sentís no sólo un objeto, sino la escoria de la sociedad ya que así te tratan cuando saben que estás prostituida. El amor propio se extingue y la culpa es inmensa. Terminas cada día dolorida, con los genitales irritados, con moratones. Una vez un italiano me golpeó tanto que me dejó absolutamente marcada. Yo no podía mirarme al espejo porque no quería pensar siquiera en por qué estaba aguantando tanta violencia física, psicológica y emocional. Simplemente no lo soportaba. Muchas mujeres consumen cocaína, alcohol o cualquier cosa para poder enajenarse, para estar ausentes y aguantar los “servicios”. No hay manera de estar presente y que no te duela el alma por lo que estás y te están haciendo. Lamentablemente esas mujeres terminan haciendo los pases para poder consumir. Adentro se hacen adictas.
– ¿Avanzada Feminista es la luz de quienes fueron pisoteadas?
– Avanzada Feminista es mi luz. Son las mujeres que me abrazan día a día. Si bien Avanzada es de reciente formación, somos una organización de mujeres abolicionistas de Argentina que tiene por objetivo representar a las mujeres en los ámbitos sociales, políticos y educativos para lograr la liberación de toda forma de opresión hacia la mujer. Estamos en proceso de formación, organización y estructuración, aunque ya hemos llevado a cabo acciones en fechas claves. Además, nos capacitamos constantemente en todos los ámbitos, con información y herramientas que nos ayuden a avanzar en este camino que iniciamos. Casi todas son profesionales: abogadas, psicólogas, ingenieras, licenciadas en comunicación, en letras y profesionales de la educación. Esto nos permite poner todas nuestras habilidades y conocimientos individuales para volcarlos en la lucha colectiva.
“Dentro de una habitación, sea en un burdel de mala muerte, en el mejor night club de la ciudad o en un departamento privado, lo que sucede es la pérdida de dignidad humana”
Además, Avanzada Feminista forma parte de la coordinación del Proyecto de Ley Erradicación del Sistema Prostituyente, Prevención de la Prostitución y Restitución de Derechos, formalmente presentado el 2 de diciembre de 2021 por parte de Convocatoria Abolicionista Federal. Es el primer proyecto de ley de este tipo en Argentina, ya que las ideas fundamentales del proyecto son: la restitución de derechos para posibilitar la salida de la prostitución, lograr políticas públicas para efectivizar esa restitución, desalentar la demanda de prostitución, la sanción a los prostituidores y por supuesto proteger los derechos de las mujeres y personas prostituidas.
– ¿La abolición es el único camino?
– Estoy profundamente convencida de ello. La abolición de la explotación sexual es el único camino que dignifica a la mujer y la única acción capaz de cambiar el significado simbólico de la mujer. Es decir, lo que culturalmente se cree que es una mujer y para qué estamos. No sólo veo al abolicionismo como el medio con el que poner fin a la tortura que sufren hoy millones de mujeres, sino también como la única opción (entre las que existen para tratar a la prostitución) que nos devuelve el valor intrínseco que tenemos todas y nos humaniza.