Mujeres israelíes y palestinas tienden puentes para construir la paz entre ambos pueblos

Fuente: télam digital

Autora: Silvina Molina

En medio del conflicto, representantes del movimiento israelí Mujeres por la Paz y el palestino Mujeres del Sol coincidieron en que la guerra las encuentra «en el mismo dolor» y lamentaron que «el cuerpo de las mujeres y las niñas sigue siendo propiedad de los violentos».

«Seguimos buscando la paz con las madres de Gaza», dijo Adriana Potel, una argentina que integra Mujeres por la Paz, un movimiento de israelíes que junto a sus pares palestinas de Mujeres del Sol concretaron el 4 de octubre pasado una histórica marcha conjunta pidiendo por la paz en Medio Oriente y afirmó que la guerra desatada tres días después de la movilización las encuentra «en el mismo dolor» en un contexto en el que «el cuerpo de las mujeres y las niñas sigue siendo propiedad de los violentos».

Desde Córdoba, donde reside, Potel reconoció que «es difícil encontrar palabras» ante la guerra desatada el 7 de octubre entre Israel y el grupo terrorista Hamas.

«Una cosa es el terrorismo y otra cosa es el pueblo, y las madres están sufriendo igual, de un lado y del otro», dijo a Télam.

Potel es referente para Latinoamérica del movimiento Mujeres por la Paz, una organización nacida en 2014 en Israel, donde ella vivió, tiene familia y adonde «va y viene», y el año pasado tuvo la oportunidad de participar de una reunión entre palestinas e israelíes en un playa cercana a Tel Aviv,

En las fotos que comparte Adriana y en las que se ven en la web oficial del movimiento (https://www.womenwagepeace.org.il/en/) el epígrafe elegido es: «Así se ve la paz» y pueden observarse mujeres, niñas y niños compartiendo un día de playa donde ríen, dialogan y juegan.

«Fue un momento inigualable. Abrazar, encontrarnos. Estábamos contentas de poder tenernos. Hicimos rondas de mujeres, hablamos como cuando hablamos las mujeres, que parece que nos conocemos hace mil años, y fue fuerte escuchar las historias de las mujeres palestinas», recordó a Télam.

-¿Cómo se conformó Mujeres por la Paz?

-Adriana Potel: Fue y es un trabajo el tejer vínculos y construir puentes basados en el activismo por la paz. Cuando se comenzó en 2014, luego de la Operación Margen Protector (debido a una escalada en el conflicto israelí-palestino) eran 50 mujeres, ahora, somos casi 50 mil.

En ese momento muchas mujeres no sabían dónde estaban sus hijos, sus maridos, sus compañeros, sus sobrinos y empezaron a mandarse mails para informase. Así nació el grupo.

Ellas dijeron: «Nosotras tenemos que hacer algo porque todo lo que pasó hasta ahora no sirvió, trajo más violencia. Los políticos, los dirigentes nunca piensan que la palabra paz es posible».

El movimiento Mujeres por la Paz (en inglés, Women Wage Pace) se define -según puede leerse en su página web- como «no partidista», y aclara que «no apoya ninguna solución específica», que «no tiene jerarquías» en su estructura y que está integrado «con plena representación, desde la izquierda, el centro y la derecha política, por mujeres jóvenes y mayores, las del centro del país y su periferia, religiosas y laicas, judías, árabes, drusas (del grupo islámico fatimí) y beduinas» con el objetivo de «poner fin al conflicto palestino-israelí».

Potel las comenzó a seguir por redes sociales, y en 2017 se unió al grupo «que tiene la lógica de las mujeres que hablamos otro idioma. Y es en este proceso que nos propusimos cambiar las palabras ‘derrocar’, ‘conquistar’, ‘luchar’, ‘ganar’ y ‘perder’, por ‘encuentro’, ‘mirar’, ‘escuchar’, ‘empatía’, ‘diálogo’ y mucho diálogo».

Adriana Potel una argentina que integra Mujeres por la Paz Foto Archivo
Adriana Potel, una argentina que integra Mujeres por la Paz. Foto: Archivo

Ese año conoció a sus ahora compañeras y explicó que «por primera vez sentí que esas mujeres me representaban. Sentía que estaba en un Encuentro Nacional de Mujeres (ahora Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries) en Argentina. Una se siente realmente abrazada, alojada, y ahí eso pasa todo el tiempo».

Así es que Potel comenzó a difundir y a involucrarse con este movimiento pacifista desde este lado del mundo: «esto hay que contarlo porque realmente no tienen prensa estos movimientos por la paz, no venden», explicó.

En estos casi 10 años de encuentro, el movimiento «hizo acciones muy creativas, desde estar en los caminos y rutas con carteles manifestando por la paz, hasta hacer pequeños grupos para conversar en las casas, actividades artísticas; diversas cosas de alto, mediano y gran impacto, pero siempre pensando que no hay otra forma más que el encuentro con las otras y los otros».

El año pasado, las palestinas e israelíes, publicaron una petición que titularon «Llamado de las madres», donde expresaron estar «unidas en el deseo humano de un futuro de paz, libertad, igualdad, derechos y seguridad para nuestros hijos y las próximas generaciones», que aún puede firmarse en: (https://www.womenwagepeace.org.il/en/category/espanol-2/)

Sobre el movimiento, Potel destacó que se basa en la Resolución 1325 del Comité de Seguridad de las Naciones Unidas que habla de las mujeres en situaciones de conflicto armado, donde ellas son víctimas pero también deben ser partícipes activas en la búsqueda y la consolidación de la paz y en las negociaciones.

-¿Cómo se logró concretar la marcha del 4 de octubre?

-Fue diseñada, programada, planificada y llevada a cabo por los movimientos Mujeres por la Paz (israelí) y Mujeres del Sol (palestinas).

Esto nunca había pasado, inclusive vinieron embajadores de muchos países. Fue un desafío, porque muchas mujeres palestinas tuvieron que pedir permiso a sus maridos y a muchas no las dejaban venir.

Entre las participantes de esa marcha histórica, en los videos y fotos se ve a Vivian Silver, una activista canadiense-israelí por la paz y los derechos de las mujeres de 74 años, habitante del kibutz Beeri -a 4 kilómetros de la Franja de Gaza- dedicada a trabajar por los palestinos de Gaza y Cisjordania, y que fuera secuestrada por Hamas en su incursión del último 7 de octubre.

«Ella trabajaba en cooperativas con Gaza, llevaba en su auto a quienes necesitaban atención médica y necesitan ser atendidos en hospitales israelíes. Es muy es muy, muy fuerte todo», resaltó Potel.

Para la activista argentina-israelí «en este contexto se habla poco de la violencia de género donde los terroristas violaron, secuestraron, torturaron a mujeres, niñas, niños, ancianas y ancianos».

La activista, además, consideró que «este ataque terrorista a la sociedad civil, a mujeres, a niñas, también tiene que ver con la violencia de género».

-Toda esta construcción que ustedes lograron, ¿considera que va a poder sostenerse luego de estos actos violentos?

-Es un horror, es tremendo y se nos trastocó la vida. El espanto hace que aún no tengamos palabras. Vamos a quedar con traumas y veremos cómo resurgimos… va a costar mucho poder volver a hablar.

En el último comunicado de Mujeres por Paz, reafirmaron que «todas nosotras, judías y árabes, estamos furiosas, tristes y preocupadas», reiteraron que «mujeres y madres de ambos lados no pueden apoyar estas atrocidades de ninguna manera», e insistieron con que «buscan la paz».

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