Este debate de la toma en consideración de la ILP sobre la regularización de inmigrantes residentes en España desde antes de noviembre de 2021, pone sobre la mesa común de nuestra nación cuatro cuestiones:
1ª. La regeneración de nuestra democracia por la acogida de una impresionante iniciativa del pueblo (Demos) que plantea, además, una cuestión ética basada en la dignidad sagrada de toda vida humana, imprescindible para que el Estado no se reduzca a una “banda de ladrones”.
2ª. La situación de casi 500.000 personas que ya viven- malviven entre nosotros- trabajan, y participan de nuestra sociedad. “Regularizar” es nacer normal en el Estado lo que ya es normal, aunque con las limitaciones de la ilegalidad, en nuestra sociedad.
3ª. La necesidad de abordar la cuestión migratoria como signo del mundo global en su conjunto:
- Las causas económicas y políticas de las migraciones al servicio de un modelo.
- Las mafias que deben ser denunciadas combatidas y, desde ahí, cuestionar la involuntaria colaboración con sus objetivos criminales de muchas de las organizaciones “compasivas”, también las de la Iglesia.
- La acogida en nuestros países para acompañar, promover e integrar, desde la necesaria regulación de los flujos. Una sociedad no puede acoger, acompañar, promover e integrar a todos los que llegan; sí debe promover una respuesta internacional para todos.
- La cuestión demográfica de nuestro países. Europa rechaza a inmigrantes y aprueba el aborto como derecho humano. Ambas decisiones suponen un desprecio de la dignidad humana. Nuestro invierno demográfico es cultivado y los migrantes son reclamados y rechazados.
- Cuestionar las corrientes culturales y políticas que dominan en el globalismo actual que utiliza los flujos migratorios y las políticas de salud reproductiva al servicio de un capitalismo moralista y uniformador que juega con los reemplazos poblacionales como forma salvaje de biopolítica.
4ª. Es hora de superar una polarización provocada por intereses politiqueros y abordar conjuntamente cuestiones nucleares para el bien común desde la escucha de todos, el dialogo y el pacto que asegure el respeto a la dignidad humana y el acercamiento al bien común nacional y global.
Luis J. Argüello, arzobispo de Valladolid, presidente de la CEE
Valladolid 7 de abril de 2024, domingo de la Misericordia