El Greco: el inmigrante que pintó lo invisible

Francisco Rey Alamillo

Hace unos cuatro siglos vivió en España un inmigrante cretense que ha pasado a la historia como uno de los grandes maestros de la pintura universal: el Greco, el pintor de lo invisible. ¿Cómo fue posible que aquel emigrante griego, formado en la pintura de iconos y que llegó a Toledo con 36 años, olvidado tras su muerte, alcanzara la gloria de la pintura y se aproxime increíblemente al arte del siglo XX, creando un universo único con figuras alargadas y expresivas?

El Greco enlaza con el Expresionismo del siglo XX, y es considerado el primer pintor de la modernidad como señala la escritora Ana María Preckler:

“El Expresionismo estableció una corriente que partía del sujeto al objeto, del propio interior del artista al mundo exterior, logrando algo que no se había realizado hasta ese momento: plasmar el interior de la persona, reflejar esa realidad invisible pero cierta que constituye el núcleo del yo, su alma, su mismidad, su espíritu. Después de su muerte, El Greco atravesó un largo tiempo de silencio hasta que fue redescubierto durante el siglo XIX. Su influencia en algunos artistas de finales de esa centuria y de la del XX es ciertamente indudable.” 1

Doménikos Theotokópoulos, conocido como El Greco (el griego), nació en 1541 en Candía, en la isla griega de Creta. Se sabe que tenía un hermano mayor a quien acogió en Toledo, y que su padre era comerciante y recaudador de impuestos. Hasta los 26 años vivió en Creta y luego se fue a Italia. Diez años más tarde, en 1577, llegó a España. Un año después tuvo un hijo al que llamó Jorge Manuel, en honor a su padre y su hermano.

El Greco vivió y trabajó en Toledo hasta su muerte, el 7 de abril de 1614. Su arte causó tanto asombro y admiración como rechazo. Creó un nuevo mundo de imágenes religiosas y revolucionó la forma de representar figuras divinas y terrenales. Sintetizó la tradición de la pintura de iconos griegos, la riqueza cromática veneciana y el diseño romano de Tiziano, Tintoretto y Miguel Ángel. No se ajustó a convencionalismos y desarrolló un estilo profundamente personal.

A continuación, exploramos algunos aspectos menos conocidos de este gran artista.

  • El Greco fue padre soltero: el enigma de Jerónima de las Cuevas

La madre de su hijo, Jerónima de las Cuevas, era una mujer de condición humilde. Doménikos quiso a su hijo y le proporcionó la mejor formación posible, tanto en pintura como en arquitectura, para que alcanzara una buena posición social.  Jorge Manuel se convirtió en un reconocido arquitecto y finalizó la construcción del ayuntamiento de Toledo.

Se ha especulado mucho sobre por qué El Greco nunca se casó con Jerónima. Una de las hipótesis más recientes es que ella sufrió una depresión posparto que la llevó a periodos de inestabilidad mental, razón por la cual pudo haber sido internada en el en el hospital psiquiátrico de su amigo Rodrigo de la Fuente 2. Hospital al que el Greco aportaba grandes cantidades de dinero. Esta teoría, defendida por Félix del Valle Díaz de la Real Academia de Toledo, contradice afirmaciones previas que sugerían que Jerónima era prostituta.

El Greco la retrató al menos en cuatro ocasiones, siendo La Dama de Armiño (1580) una de las más reconocidas. Además, representó a su hijo en varias pinturas, lo que refuerza la idea del fuerte vínculo familiar.

  • El Entierro del señor de Orgaz. Una reflexión sobre la muerte

Uno de los cuadros más admirados de El Greco es el Entierro del señor de Orgaz.   Emilia Pardo Bazán, en un artículo de 1891, expresó su admiración por esta obra con las siguientes palabras:

«Cualquier pintor moderno me parece un impotente al contemplar la página divina que se llama el Entierro del Conde de Orgaz»

El conde de Orgaz fue un hombre piadoso que falleció en 1323. Más de dos siglos y medio después, en 1586, El Greco aceptó el encargo de plasmar el milagro atribuido a su entierro. Para ello, combinó una detallada representación del funeral con una interpretación artística del Juicio Final.

En la parte superior del cuadro, el alma del conde es llevada al cielo en forma de un feto, atravesando una especie de “útero” celestial, en un paralelismo entre la muerte y el nacimiento a la vida eterna.

La muerte aparece así como un parto, como un alumbramiento a la luz eterna en la que viven los santos. Trance doloroso, pero lleno de esperanza. El ángel transporta en sus manos un feto, símbolo del alma del señor de Orgaz, y que está entrando a través de unas nubes que asemejan un útero materno.

En este tránsito la muerte se nos presenta no como un final sino como un principio, un nacimiento a la vida eterna. El autor viene a decirnos que la muerte es un parto a la otra vida, no es el final del camino, ni somos, como dice la canción “carne de un ciego destino”. 

En el cuadro se muestra como Dios nos acoge con su misericordia entrañable.  De manera análoga cada uno de nosotros, al nacer, ha atravesado el umbral del útero materno para acceder a una existencia asombrosa e inimaginable. Resulta fascinante descubrir que la raíz de la palabra misericordia está estrechamente ligada a la gestación. En hebreo, el término para “útero” es Rejem (רחם), derivado del verbo raham, que significa literalmente “tener entrañas de madre”. A partir de esta misma raíz se forma reḥem, cuyo significado es “matriz” o “útero”. Así, raham no solo evoca la compasión maternal, sino también la ternura y el cuidado inherentes al acto de dar vida.

Desde esta perspectiva, el milagro de la concepción y la protección del embrión pueden definirse como un acto de misericordia. La propia etimología de esta palabra, que en latín se compone de misere (miseria, necesidad), cor, cordis (corazón) e ia (hacia los demás), expresa la esencia de un corazón solidario con aquellos que más lo necesitan. Aplicado a Dios, misericordia revela su amor entrañable, como el de una madre que gesta, nutre y protege la vida en su seno.

Para algunos, la visión de El Greco sobre la muerte como tránsito hacia la vida eterna puede parecer irracional o incluso motivo de burla. Prefieren interpretar su obra desde una perspectiva puramente estética, desligada de cualquier creencia profunda. Sin embargo, la imagen que nos ofrece el maestro cretense, donde el alma asciende al cielo a través del canal materno, encierra un poderoso mensaje para nuestros días. En la actualidad, hay quienes sostienen que el ser humano adquiere dignidad y derechos solo al nacer, como si la travesía por este “canal mágico” fuese la única garantía de humanidad. Paradójicamente, esta idea resulta mucho más absurda que la visión de El Greco. La dignidad humana no está sujeta a circunstancias ni etapas; es intrínseca e inalterable desde el mismo instante de la concepción. Hemos sido creados para la eternidad.

En su obra, la Virgen María acoge maternalmente el alma del conde que asciende al cielo, como si lo diera a luz a una nueva vida. Dios, en su infinito amor, ha confiado a María la misión de ser madre, no solo de Cristo, sino de toda la humanidad. La pintura invita al espectador a sumergirse en un misterio cristiano esencial: el hombre ha nacido para la vida, no para la muerte. Incluso cuando debe cruzar ese umbral, no lo hace solo; le acompañan Jesucristo, su Redentor, la Virgen, su Madre, y todos los santos, sus hermanos mayores en la fe.

Con esta obra maestra, El Greco transmite un mensaje de esperanza que sigue resonando a lo largo de los siglos: la esperanza que nace de la Buena Nueva de Jesucristo, Señor de la vida y de la historia.

  • La adoración de los pastores: el testamento artístico de El Greco

Pintado poco antes de su muerte, cuando tenía 70 años, La adoración de los pastores es considerada su testamento artístico y espiritual. La obra representa el nacimiento de Jesús en un ambiente místico y sobrenatural. El cuadro lo pensó para su propia tumba en el convento de Santo Domingo.

Lo más notable es que la única fuente de luz en la escena es el propio Niño Jesús, reforzando la idea de Cristo como Luz del Mundo. En esta pintura, El Greco se retrató a sí mismo como uno de los pastores, un gesto que simboliza su devoción y su identificación con la fe cristiana.

  • El Greco: un hombre libre y visionario

El Greco fue un genio incomprendido y difamado en su tiempo. Su estilo rompía con las normas establecidas, lo que generó tanto entusiasmo como rechazo. Incluso el rey Felipe II rechazó una de sus pinturas y nunca le permitió acceder a la corte.

Al final de su vida, El Greco era visto como un personaje excéntrico. No obstante, su obra Vista de Toledo, considerada el primer gran paisaje de la pintura española, anticipó el surrealismo y el expresionismo del siglo XX. Artistas como Picasso, Matisse, Manet y Cézanne encontraron inspiración en su uso del color, la luz y la emoción.

Su influencia en la pintura moderna es incuestionable. Picasso, por ejemplo, se inspiró en su obra La Trinidad para su célebre Guernica. Henri Matisse, tras visitar el Museo del Prado en 1910, quedó tan impactado que viajó a Toledo para estudiar de cerca la obra del cretense.

Uno de esos focos en los que se incuba una nueva visión de El Greco en España es la Institución Libre de Enseñanza (la ILE) de la mano de Cossío. Ciertamente, esa condición de genio no se somete a duda, sino que se afirma desde los posicionamientos intelectuales más dispares.  Aldous Husxley, por ejemplo, en un breve ensayo de 1929, titulado Meditation on El Greco, lamentándose de la corta vida del pintor y anhelando a un Greco más longevo, afirma:

«¡Qué cuadros habría pintado! Bellos, apasionantes, profundamente aterradores; pues aterradores ya son los que pintó en la madurez de su vida; terribles, a pesar de su fuerza y de su belleza. Este universo engullido en el que nos introduce es una de las creaciones más inquietantes de la mente humana, y también una de las más desconcertantes».

 Andy Warhol se refirió a el Greco como «el dios de la pintura».Hoy nadie duda de la genialidad del pintor cretense, pero no fue siempre así. El Greco ha pasado de ser considerado un pintor excéntrico y marginal durante siglos, a lo que actualmente es: uno de los artistas más grandes de la civilización occidental y precursor del arte moderno que vivió una total libertad a pesar de la mentalidad de su época.

Sin duda, si el Greco hubiera sido aceptado por Felipe II, conoceríamos a otro Greco, más formal, menos libre, más atado al academicismo del momento. Y esto es lo que lo liberó al Greco y nos recuerda el llamado pensamiento políticamente correcto de cierta intelectualidad vendida al poder. Es decir, el Greco fue más libre porque no tuvo amo.  El Greco no se mordía la lengua. Era apasionado, muy crítico y polémico con las modas artísticas de su época y vivió en muchos momentos y al final de su vida la pobreza. Fue contracorriente y quiso hacer lo que pensaba que se debía hacer, aunque esta actitud le enemistara con quienes podrían haber sido sus grandes clientes.

El Greco es considerado un pintor que amó la libertad porque desafió las convenciones artísticas y sociales de su tiempo, desarrollando un estilo personal y expresando su visión única del mundo a través de su obra.

Más allá de su legado artístico, El Greco también fue un hombre de profunda humanidad. Durante un brote de peste en Toledo, causando miles de muertos, donó gran parte de su fortuna personal para ayudar a los afectados y se ofreció como voluntario para cuidar y alimentar a los enfermos. Este acto desinteresado demostró su profunda compasión y generosidad hacia sus semejantes y marco también su obra.

Hoy, su nombre y su arte son reconocidos como parte fundamental del patrimonio universal. Su independencia artística le permitió crear un estilo único, libre de influencias impuestas. Como él mismo demostró, la búsqueda de la verdad, la belleza y la bondad es el camino hacia la verdadera libertad.


1 ANA MARÍA PRECKLER, “El Greco: Pintor de la Modernidad”, https://cuentayrazon.es/archivo/Num110_014.pdf

2 Félix del Valle Díaz, “DOÑA JERÓNIMA DE LAS CUEVAS, MUJER DE EL GRECO”.

Estudia y descarts lo que otros autores han dicho sobre el no casamiento de El Greco: 1º- Posibles matrimonios anteriores de uno de ellos o de los dos por separado. 2º- La suposición de que Jerónima hubiese muerto en el parto o después de éste. 3º- Que Jerónima fuese judía por lo que no pudo casarse con un católico. 4ª- Que El Greco no fuese cristiano, y de serlo, no haber podido conseguir su partida de bautismo. 5º- Que Jerónima de las Cuevas fuese una prostituta del burdel de la Antequeruela. 

No ha de extrañarnos que Jerónima de las Cuevas pudiera sufrir una depresión después del parto de su hijo. Y que como consecuencia de ello, tuvieran que internarla en el hospital psiquiátrico de Toledo, llamado El Nuncio por haber sido fundado y costeado por el nuncio de su santidad. Hay muchos datos que nos llevan a esta posibilidad. Primero, tanto Cossío como Marañón, piensan que El Greco se inspiró en locos de Toledo para pintar sus apostolados. Si, según estos dos autores, El Greco había visto a los locos del hospital de dementes de Toledo, no debemos pensar que los locos fueran al estudio del pintor, antes bien pensaríamos que fuese El Greco el que visitara con cierta frecuencia el manicomio. https://www.realacademiatoledo.es/downloads/toletum_cont1/1028/dona-jeronima-de-las-cuevas-mujer-de-el-greco.pdf

  • El Greco: Los Apóstoles. Santos y “Locos de Dios”. Uno de los aspectos más inquietantes del Greco son sus apóstoles. Esas miradas alucinadas, esas expresiones enajenadas pudieron tener como inspiración y modelos los locos que en tiempos del artista estaban ingresados en el hospital del Nuncio. En el apasionante ensayo El Greco y Toledo, Gregorio Marañón defiende esta tesis. Este asunto fue abordado en su discurso de entrada en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Para demostrarlo (año 1954), el gran médico y humanista sugirió a la dirección del hospital toledano que dejara crecer el pelo y la barba a un puñado de enfermos mentales. Después les disfrazó con túnicas, al estilo de los apóstoles del Greco, y les hizo varias fotografías. El resultado es espectacular. En las salas que el museo del Prado dedica al Greco (8B-10B) se hallan los retratos de Santo Tomás, San Pablo y Santiago el Mayor antiguo hospital del Nuncio.

https://www.toledo.es/wp-content/uploads/2018/06/39_moreno-nieto-luis-los-apostoles-del-greco-1962-08-_-173_pp-83-88.pdf


 

 

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