Los días 15 y 16 de noviembre hemos tenido la oportunidad de encontrarnos un grupo de personas para reflexionar, dialogar, analizar y pensar en futuro sobre la familia y la educación en la Casa Emaús.
Partimos de la aportación de Clemente y Carmen que nos plantearon los aspectos fundamentales de la propuesta de escuela de familias y educadores que llevan adelante desde hace, al menos, 35 años: “Educarse para educar”. Ante la búsqueda de recetas para que nuestros hijos cambien; con humor, preguntas y experiencia afirman que se puede cambiar el comportamiento de nuestros hijos si estamos dispuestos a revisar y cambiar el nuestro. Mirada reflexiva, de esperanza y siempre más allá del horizonte para aprender a hacer y aprender a ser.
En definitiva, los criterios, valores y técnicas educativas expuestas nos llevan a educar el corazón para dejarnos guiar por verdades que orientan la vida. Todo ello, con mirada amplia al mundo en que vivimos. “Educar para la justicia es enseñar a mirar el mundo con ojos que no se conforman”.



José Errasti, profesor de psicología de la Universidad de Oviedo y coautor de libros como: Mamá, soy trans o Nadie nace en un cuerpo equivocado, centró su aportación en el auge de la denominada identidad de género en la adolescencia, el impacto que tienen las medidas políticas, junto con la influencia de las redes sociales, en las decisiones de chicas y chicos sobre este asunto y la situación creada en España y en otros países europeos relativo a la ley Trans. Es de destacar el efecto que tiene en las mujeres. ¿Por qué han aumentado de forma drástica las demandas de transición en jóvenes? La influencia de las redes y su presión sobre el cuerpo, la identidad, el aspecto social, hacen mucha mella en las chicas adolescentes y jóvenes principalmente. Asociaciones como Chrysalis y otras intervienen en los centros educativos generando la confusión del sexo como un sentimiento interior o una construcción flexible, en una edad en la que el cerebro está en proceso de crecimiento.
Finalmente, se hizo hincapié en el papel que deben desempeñar las familias y profesionales sanitarios y las consecuencias que tiene el modelo afirmativo, el único que contempla la ley Trans.
Constatamos que “la educación es el acto más político que existe: o reproduce las injusticias o ayuda a transformarlas”.
En un tercer momento, y bajo la convicción de “la familia que se abre a los demás se convierte en semilla de esperanza y justicia en el mundo” se presentó una mesa redonda con familias de distintas generaciones que presentaron las dificultades que presenta la sociedad actual (paro, vivienda, imposición del consumo, explotación laboral) las fortalezas que se han ido desarrollando para afrontarlas (experiencias vividas en la familia, decisiones tomadas respecto a los hijos, el dinero, el trabajo, implicación en vida asociada) y la necesidad de dar respuesta a lo que las nuevas generaciones necesitan. Surge una llamada a formar parte de grupos y asociaciones que sean testigos en la sociedad de vida solidaria, implicación en la vida profesional, vivencia de familia de familias.

El diálogo, la convivencia, la intensidad de los temas y la riqueza de las aportaciones no acaba aquí. Tenemos la posibilidad de seguir tratando temas que afectan a la salud mental en otro curso que tendrá lugar dentro de los Encuentros para la Solidaridad en verano también en la Casa Emáus. Iremos informando.





