Dar de cenar a todo lujo a 150 pobres en el Senado no deja de ser un acto hipócrita. No sé si habrá un Berlanga que ridiculice como aquel lo de “siente un pobre en su mesa”. La película trasladaba con inteligencia la crítica a la mentalidad aristocrática. Cuenta nada menos que una adjudicación en forma de subasta (Basta ver en dos minutos “Placido trailer”. Han pasado más de sesenta años pero algunos siguen igual. ¿Cómo se habrá hecho la subasta? Porque cuentan que las invitaciones han sido tan personales como las de la película. Exhibicionismo de pobres para ocultar las propias miserias, sin más.
Es denigrante que el lugar haya sido el Senado. No sé si habrán usado también la sauna o la piscina. Ni si habrán sabido manejar los enseres propios de tan “educado” acto, yo al menos no habría sabido. Un puñado de marginados por un día habrán visto los lujos de quienes les dicen representar. Esperpéntico.
Lo peor de todo es que el Senado es una institución política. Un lugar donde se fabrica que haya “pobres en serie, sin vivienda en serie, parados en serie” que decía el cardenal Saliège, uno de los que -por otra parte- no se plegó al régimen de Vichy y su complicidad con el nazismo. El Senado puede servir para cambiar la maquinaria por los medios que le son propios: los políticos.
El proceso histórico va llevando el asistencialismo al basurero de la historia. Bien está (muy bien) la cariñosa asistencia de tantas instituciones que cuidan con humildad y sencillez de quien peor lo pasa. Pero estas tómbolas, estas migajas exquisitas desde lugares que deben resolver los problemas, son corrupción pura y dura. Zapatero a tus zapatos: Senado, mete amor en la política.
Y no echemos la culpa a la Iglesia, así en general. Sería injusto. El Vaticano II hace también más de sesenta años señaló que no se diera como limosna lo que se debe dar por justicia. Otra cosa es que haya eclesiásticos haciendo de las suyas no se sabe muy bien por qué. Algunos actos de violencia que se han dado durante la historia de España fueron tan salvajes como explicables porque venían de manos de quienes habían padecido el paternalismo. El asistencialismo es origen de violencia. Es violencia. Y es que al ser humano no le va el paternalismo, aunque sí -por lo visto- a los senadores.
Tampoco echemos la culpa al socialismo, así en general. Sería injusto. Experiencias socialistas como las cooperativas y los mejores sindicatos han resuelto problemas sin caer en las redes del paternalismo. Otra cosa es un falso socialismo que ya se apunta a las mismas cosas que la vieja aristocracia. El paternalismo no le va a un socialismo verdadero pero sí a uno falso.
Un paternalismo cristiano y un paternalismo socialista se han unido en Senado. Lo siento. Por el cristianismo y por el socialismo. Los pobres se lo echarán en cara y les darán la espalda.
Eugenio Rodríguez
Fuente: Religión Digital