Autor: Pablo Muñoz Cifuentes
El pasado día 8 de marzo el Colegio de Médicos de Burgos envió a sus colegiados un escrito que pretendía una reflexión en clave autocrítica sobre el excesivo rigor en el cumplimiento de las instrucciones respecto al acompañamiento de pacientes enfermos de COVID durante la pandemia. Este texto surgió de la Comisión Deontológica del Colegio en respuesta a las quejas recibidas por familiares de pacientes que habían fallecido en soledad tras su ingreso hospitalario.
La respuesta de muchos médicos burgaleses ha sido el enfado monumental llegando a solicitar la dimisión de la Junta Directiva del Colegio en pleno. Además, el escrito se filtró a la prensa con lo que este caso alcanzó un importante eco mediático desde el primer día. El Colegio como respuesta envió un nuevo escrito pidiendo disculpas por los errores de redacción de la carta inicial y convocó a los colegiados a una asamblea extraordinaria de la que se emitió un comunicado conjunto tras horas de debate en el que la Junta Directiva pide perdón por su escrito inicial y se compromete a depurar responsabilidades.
Resulta llamativo, a mi juicio, la reacción, en algunos casos desmedida por parte de cierto número de sanitarios que ha llegado al acoso por vía redes sociales a los miembros de la Junta Directiva del Colegio de médicos. Es un buen ejemplo de la facilidad con la que en nuestros tiempos cualquier conflicto se polariza al máximo en cuestión de horas en lugar de encauzarse mediante el diálogo.
Cuando un protocolo de actuación es ciego ante el sufrimiento humano que puede causar y está redactado desde despachos alejados de las habitaciones en las que este drama reside hay que ser muy cautelosos. Así lo recogieron desde los primeros meses de la pandemia organismos como el Comité de Bioética de España en sus recomendaciones y con ese espíritu se redactaron ya en 2021 instrucciones para respetar el necesario acompañamiento de los pacientes moribundos enfermos por COVID. Una lección que podemos aprender de todo esto es que los excesos en el cumplimiento de la norma en una realidad siempre cargada de incertidumbre, puede causar mucho daño incluso años después. Los sanitarios y otros muchos profesionales se han dejado la piel en esta pandemia pero es muy saludable que seamos capaces de reflexionar desde la autocrítica sobre todo aquello que hicimos o dejamos de hacer durante la pandemia para humanizar el cuidado de los sufrientes.