Ana Sánchez
Durante poco más de hora y media, podemos pasar unos meses acompañando la vida de una familia y el entorno que les rodea. ¿Peculiaridades? Sí, unas cuantas, aunque la que más suele llamar la atención en esta película es el de la sordera de todos los miembros de la familia… de todos excepto de la hija. La historia que nos plantea Eric Lartigau en esta película francesa de 2014 gira precisamente en torno a ella, aunque está repleta de detalles no menos importantes que la trama principal, aunque quizá quepa preguntarse también cuál es realmente esta trama: la hija oyente de una familia de sordos descubre la música como vocación en su vida. Si queremos resumir mucho, esa puede ser la historia que subyace, aunque seguramente tenga mucho más calado el tema de la educación, a todos sus niveles: desde la propia familia a la escuela e incluso en el ámbito político o el respeto al otro e incluso a uno mismo. Quizá el denominador común de todos ellos sea el de la libertad, pero una libertad unida a la responsabilidad. Aquí es donde se van presentando distintas situaciones que dejan entrever la diferencia que existe cuando ambas van de la mano y cuando caminan cada una por su cuenta. Y es en este contexto donde se plasma la generosidad de dejar al otro su propia libertad para desarrollar plenamente esa responsabilidad, aunque muchas veces no lo entendamos. Evidentemente, en este contexto es algo muy palpable: los padres sordos tienen muy complicado entender lo que puede significar la música para su hija.
Todo esto está aderezado de otra multitud de historias que se entrecruzan, como en la vida de cualquiera de nosotros: la dureza y despoblamiento del mundo rural, la sexualidad de jóvenes y adultos, padres con demasiado trabajo como para ocuparse de sus hijos, caciquismo en la política, los amigos que creen en nosotros más que nosotros mismos, sentirse minusvalorado por los demás, miedo a quedarse solos, confianza, amor…
Y ante todo eso, quizá lo que más resuena es la decisión de hacer algo, aunque todo el mundo esté convencido de que no puedes, de que es demasiado para ti, que no cuentas con los medios suficientes para logarlo. Evidentemente, unidos es más fácil conseguirlo.
P.D. El telón de fondo del queso tampoco es nada desdeñable, por cierto