La gran desvinculación

Ana Sánchez

El pasado viernes 10 de noviembre, la biblioteca «Julián Gómez del Castillo» abrió sus puertas para presentar el último libro del sociólogo Víctor Renes Ayala: «La gran desvinculación». Precisamente es este un tema muy presente entre los fondos de la biblioteca, que pretende ser precisamente un punto de empuje en la dirección contraria, la de la vinculación, centrándose específicamente en temas referidos al apostolado y los distintos movimientos sociales. Siguiendo la tradición de publicaciones populares, ateneos y grupos de formación que jalonan la historia de los empobrecidos, especialmente la del movimiento obrero, con la biblioteca y la difusión de publicaciones se pretende precisamente superar la desvinculación creciente que se presenta en este libro.

Comenzó su intervención Víctor exponiendo cómo estamos en un modelo social que genera graves problemas sociales, desigualdades… Una estructura social relacionada con el sistema distributivo, que se encuentra íntimamente imbricado con la vida cotidiana de la gente. Se trata fundamentalmente de una cuestión de referentes, de modelos y de la construcción de significados, que tiene que ver con los sistemas sociales en los que habitamos y con todo lo que nos forma y conforma, con la antropología social.

Avanzando en el desarrollo del libro, expuso cómo tras la crisis de las reconversiones de los años ochenta, continuó la crisis; no se trataba simplemente de que hubiera graves problemas económicos o que no se generaran nuevos mecanismos, sino que los indicadores de la desigualdad y la pobreza mostraban como éstas se mantenían, incluso aumentando la pobreza severa.

A lo largo del desarrollo del tema se muestra cómo la internacionalización de la economía exige un cambio de modelo social, de manera que se pase de la economía de la demanda a la economía de la oferta, con productos elaborados gracias a mano de obra explotada y con decisiones políticas que legitiman la privatización de los servicios, girándose de lo social al predominio definidor del individuo. Se modifican las propias categorías de espacio y tiempo, de ahí el auge de la deslocalización y las externalizaciones.

A partir de 1983 se trató de implantar en España el estado de bienestar y en medio de este proceso el neoliberalismo ganó la partida de los valores, pasando a una economía de crecimiento ilimitado en la que el indicador absoluto es el PIB. Esto se tradujo en la manida frase «España va bien», haciendo que el modelo legitimado sea el de este crecimiento, que se convierte en “lo bueno”, en un valor absoluto que nos indica que “más es igual a mejor”, entiendo este concepto de “mejor” como indicador de sociedad. El mercado se ha convertido en el que regula todo y se prácticamente se ha transformado en una religión que quiere legitimar todo lo que le sea favorable, legitimizando la precariedad no solo como forma de trabajo, sino como forma de vida, poniendo las bases de un nuevo concepto de bienestar, de asociación  y de solidaridad

La naturalización de la desigualdad hace de ella una consecuencia individual y es un eje del modelo social que estamos construyendo; esto tiene mucho que ver con los derechos, como por ejemplo plantear que la seguridad social es únicamente para los asegurados, no para las personas, los ciudadanos… Todo gira en torno a los parámetros de la mercantilización y la rentabilidad.

Tras un breve diálogo sobre algunos de los puntos expuestos, continuamos con un diálogo más distendido compartiendo la cena en la Casa Emaús. Confiamos en que tanto la Casa Emaús como su biblioteca puedan seguir siendo un espacio de encuentro, reflexión y diálogo que nos ayuden a vincularnos y superar esta sociedad que tiene tanta necesidad de convertirse en humana.

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