Bobbio

Norberto Bobbio: intelectual socialista contra el aborto

Norberto Bobbio está considerado como uno de los grandes analistas políticos del siglo veinte. Bobbio es percibido como el filósofo de “La democracia en el mundo contemporáneo”. Fue escritor, jurista, abogado, filósofo y politólogo italiano. Nación en Turín, Italia, el 18 de octubre de 1909 y murió 9 de enero de 2004. Bobbio comenzó sucarrera universitaria como profesor de Filosofía del derecho y pronto obtuvo un gran reconocimiento tanto en Italia como en el resto de Europa. Activo militante de la resistencia italiana durante la Segunda Guerra Mundial, pasó dos años encarcelado. De ideología claramente izquierdista, dentro de los postulados socialistas, participó activamente en la vida política italiana, llegando a ser senador de la república. Militante antifascista, estuvo a favor del compromiso histórico italiano, del reencuentro entre el socialismo y la democracia y de una política por la paz, tanto interna como internacionalmente. En reconocimiento a su trayectoria, fue designado senador vitalicio por el presidente de la República Sandro Pertini, en 1984.
Se mostró como un firme partidario del principio de legalidad, la limitación y separación de poderes y, al mismo tiempo, como socialista, se opuso a lo que percibía como la tendencia autoritaria yantidemocrática de la mayoría de los partidos comunistas. Estuvo a favor del compromiso histórico italiano, del reencuentro entre el socialismo y la democracia y de una política por la paz, tanto interna como internacionalmente. En 1996 se inscribió en el Partido Demócratas de Izquierda. Posteriormente, llegó a ser un duro crítico de Silvio Berlusconi.
Fue invitado por Gregorio Peces Barba, con una lección sobre democracia y socialismo ante los diputados del PSOE el 25 de septiembre de 1978, en los mismos días en los que en el Senado estaba teniendo lugar la discusión y aprobación de la Constitución democrática en España. Fue Doctor honoris causa por las Universidades Carlos III de Madrid, Complutense de Madrid, París, Buenos Aires, Bolonia, Chambéry.
Entre sus obras destacan Política y cultura (1955), ¿Qué socialismo? (1977), El futuro de la democracia (1984), Liberalismo y democracia (1985), Estado, gobierno y sociedad (1985), El tiempo de los derechos (1990), Derecha e izquierda (1994), De Senectute (1996) y Teoría general de la política (1999).El profesor Peces Barba, ex presidente del Congreso de los Diputados y ponente constitucional, contaba que el mismísimo Norberto Bobbio, el gran filósofo del Derecho, tras estudiar la Constitución de 1978 y las prerrogativas de los Estatutos de Autonomía, especialmente en algunas comunidades como Cataluña, que asumirían competencias esenciales, como la Educación, le comentó los riesgos de ésta y otras, a su entender, erróneas cesiones del Estado. De modo premonitorio, Bobbio llamó la atención de dichas disfunciones, señalando que, en dos generaciones, los ciudadanos de esas regiones iban a dejar de sentirse españoles. Parece que el autor acertó de lleno.


El filósofo socialista italiano Norberto Bobbio concedía una entrevista al diario «Il Corriere della Sera» el 8 de mayo de 1981, cuando se planteaba en Italia una eventual legalización del aborto. Bobbio demostró por aquel entonces que es posible ser socialista y estar contra el aborto . Más aún: lo irracional es estar a favor del mismo, sea cual fuere la opción ideológica de uno. Por su extraordinario interés en los momentos actuales, reproducimos lo esencial de aquella entrevista.


Norberto Bobbio: No hablo a gusto de este asunto del aborto. Es un problema muy difícil, el típico problema en el que nos encontramos frente a un conflicto de derechos y deberes.
Corriere della Sera: ¿Qué derechos y qué deberes están en conflicto?
N.B.: Ante todo el derecho fundamental del concebido, el derecho a nacer, sobre el cual, creo yo, no se puede transigir. Es el mismo derecho en cuyo nombre soy contrario a la pena de muerte. Se puede hablar de despenalización del aborto, pero no se puede ser moralmente indiferente frente al aborto.
CdS: Usted hablaba de derechos, no de un solo derecho.
N.B: Está también el derecho de la mujer a no ser sacrificada por un hijo que no quiere. Pero hay también un tercer derecho: el de la sociedad, el derecho de la sociedad en general y de las sociedades particulares a no estar superpobladas, y por tanto a ejercer el control de la natalidad.
CdS: ¿Y no le parece que, puestas así las cosas, el conflicto entre estos derechos es inconciliable?
N.B: Claro, son derechos incompatibles. Y cuando uno se encuentra frente a derechos incompatibles, la elección siempre es dolorosa.
CdS: Pero hay que decidir.
N.B: He hablado de tres derechos. El primero, el del concebido, es el fundamental; los otros, el de la mujer y el de la sociedad, son derechos derivados. Por otro lado, y para mí este es el punto central, el derecho de la mujer y el de la sociedad, que suelen esgrimirse para justificar el aborto, pueden ser satisfechos sin necesidad de recurrir al aborto, evitando la concepción. Pero una vez hay concepción, el derecho del concebido sólo puede ser satisfecho dejándole nacer.
CdS:¿Cuál es su crítica a la ley 194 [la ley italiana sobre el aborto]?
N.B.: Su primer artículo dice que el Estado “garantiza el derecho a la procreación consciente y responsable”. Según creo, este derecho sólo tiene razón de ser si se afirme y se acepta el deber de una relación sexual consciente y responsable, esto es, entre personas que conocen las consecuencias de sus actos y están dispuestas a asumir las obligaciones que de ellos se derivan. Reenviar la solución al momento en el que la concepción ya se ha producido, esto es, cuando las consecuencias que se podían evitar no se han evitado, esto me pareceque es huir del fondo del problema (…).
CdS: ¿Y si derogando la ley se volviera al drama y a la injusticia del aborto clandestino? El aborto es una triste realidad, no se puede negar.
N.B.: El hecho de que el aborto esté extendido es un argumento debilísimo desde el punto de vista jurídico y moral. Me sorprende que se adopte con tanta frecuencia. Los hombres son como son, pero precisamente por eso existen la moral y el derecho. El robo de automóviles, por ejemplo, está muy extendido y es algo ya casi impune, pero ¿eso legitima el robo? (…).
CdS: ¿Existen acciones moralmente ilícitas pero que no son consideradas ilegítimas?
N.B.: Ciertamente. Cito las relaciones sexuales en variadas formas, la infidelidad, la misma prostitución. Permítame recordar el Ensayo sobre la libertad de Stuart Mill. Son palabras escritas hace más de cien años, pero actualísimas. El derecho, según Stuart Mill, debe preocuparse de las acciones que hacen daño a la sociedad: “El bien del individuo, ya sea físico o moral, no es una justificación suficiente”.
CdS: ¿Puede valer esto también en el caso del aborto?
N.B.: Dice también Stuart Mill: “Sobre sí mismo, sobre su mente y sobre su cuerpo, el individuo es soberano”. Ahora las feministas dicen: “Mi cuerpo es mío y lo gestiono yo”. Parecería una perfecta aplicación de este principio. Pero yo digo que aplicar ese razonamiento al aborto es aberrante. El individuo es uno, singular, pero en el caso del aborto hay un “otro” en el cuerpo de la mujer. El suicida dispone de su propia vida. Con el aborto se dispone de una vida ajena.
CdS: Toda su larga actividad, profesor Bobbio, sus libros, sus enseñanzas, son el testimonio de un espíritu firmemente laico. ¿Imagina cuál será la sorpresa en el mundo laico por estas declaraciones suyas?
N.B.: No veo qué sorpresa puede haber en el hecho de que un laico considere como válido en sentido absoluto, como un imperativo categórico, el “no matar”. Y a mi vez me sorprende que los laicos dejen a los creyentes el privilegio y el honor de afirmar que no se debe matar.


«Se puede hablar -decía en la misma entrevista- de despenalizar el aborto, pero no se puede ser moralmente indiferente al aborto». Eso sería una corrupción de la tolerancia, muy extendida en estos tiempos, como escribió en El tiempo de los derechos. Hay, decía, un sentido positivo de tolerancia, basada en la dignidad y libertad del ser humano, que se opone a la indebida exclusión de lo diferente; y un sentido negativo, que es indulgencia culpable y no rechaza lo perjudicial para las personas y la sociedad. Pues bien, «nuestras sociedades democráticas y permisivas sufren de exceso de tolerancia en sentido negativo, de tolerancia en el sentido de dejar correr (…), de no escandalizarse ni indignarse nunca por nada».
“Así, aborto o permisivismo no son distintivos de la «ética laica»”. (ElMundo, 17-XI-1999).

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *