Nació el 14 de septiembre de 1947 en el seno de una familia humilde y murió brutalmente asesinado el 19 de octubre de 1984. Este año 2022 conmemoramos el 75 aniversario del nacimiento de este mártir polaco, sacerdote de los obreros, y el 50 aniversario de su ordenación.
Al padre Popieluszko se le encomienda la labor pastoral de acompañar a los obreros de la empresa siderúrgica más importante de Varsovia, que se han unido solidariamente a las huelgas de los astilleros de Gdansk, y a los trabajadores del recién creado sindicato obrero Solidarnosc (Solidaridad), en el que entre otros milita Lech Walesa.
Junto con otros laicos organiza catequesis para los obreros, toma solidariamente parte en los procesos penales contra los dirigentes del sindicato Solidaridad, asegura la protección a sus hijos y a sus familias, organiza para ellos la asistencia jurídica y médica, les provee de ropa y de alimento, y busca la ayuda para los que son expulsados de sus puestos de trabajo, víctimas de la represión.
Su casa se convierte en un lugar de encuentro y de reunión para los obreros perseguidos, para los que sufren, y para los que son víctimas de la represión comunista. Reúne en torno a los ideales de la libertad y la solidaridad, a mujeres y hombres de todas las generaciones y clases sociales.
A partir de enero de 1982 organizó las llamadas “Misas por la Patria”, ofreciendo en sus homilías indicaciones de orden espiritual y moral en respuesta a los problemas sociales, políticos y morales del momento. Ofrecía una respuesta de fe ante las injusticias, las torturas y la violación de los derechos humanos fundamentales, ante el ateísmo impuesto, ante el sometimiento y la violencia que sufría el pueblo.
Las Misas por la Patria llegaron a congregar cada semana a 30.000 personas, y su parroquia de San Estanislao de Kostka se convirtió en centro neurálgico de la resistencia pacífica. Sus sermones eran normalmente transmitidos por Radio Free Europe. Sus palabras sobre cómo vencer el odio a través del amor, cómo vencer el mal con el bien, la solidaridad mutua y la dignidad humana son una verdadera resistencia espiritual.
El P. Popieluszko fue brutalmente asesinado el 19 de octubre de 1984, con sólo 37 años. Tres agentes del régimen comunista secuestraron al sacerdote en un coche y, después de recorrer 100 kilómetros, le torturaron brutalmente y le arrojaron todavía con vida -con pesos atados a su cuerpo- al río Vístula. Su cuerpo fue encontrado apenas una semana después, el 27 de octubre del 1984.
El primer milagro que obró el P. Jerzy fue el de liberar del miedo al pueblo polaco, que se lanzó masivamente a la calle mostrando su inmenso dolor, y su enérgica indignación tras su muerte. Al funeral del Padre Popieluszko acudieron más de medio millón de personas y su historia dio la vuelta al mundo. Fue beatificado el 6 de junio de 2010 por Benedicto XVI “como ejemplo de la defensa de derechos y de la dignidad humana, también como modelo del diálogo y reconciliación«.
La Casa Emaús, de la asociación Encuentro y Solidaridad, situada en Torremocha de Jarama (Madrid), acoge una reliquia de este mártir europeo de nuestra historia reciente, y está dando a conocer su vida y su testimonio como forma de alentar en nuestras comunidades la entrega, la espiritualidad martirial y el compromiso por la justicia.
Casa Emaús: info@casaemaus.es – 652465919 – 629886659
Más información sobre el P. Popieluszko
Una exposición recuerda al mártir polaco Jerzy Popieluszko.
Recordamos algunas de sus palabras:
«La violencia no es un signo de fortaleza sino de debilidad».
“El ser humano se basa en la verdad. Si traiciona la verdad, se traiciona así mismo. La mentira rebaja la dignidad humana y siempre ha sido un rasgo de esclavos. Un rasgo de personas pequeñas (…). Preservar la dignidad es vivir de acuerdo con la conciencia”.
“Un hombre que es testigo de la verdad, es un hombre libre, incluso en condiciones de restricciones externas, incluso en un campo de concentración o en prisión”
“La esperanza no se puede matar. Hoy, más que nunca vemos y sentimos que la esperanza del agosto de 1980 vive y trae frutos. Lo vemos especialmente admirando la fidelidad de los ideales de nuestros hermanos, que regresan de la cárcel. Hoy, esta esperanza tiene un valor todavía mayor, porque ha entrado en los corazones y las mentes de los hombres y aquello que entra en el corazón, que está profundamente ligado al hombre, no se puede arrancar por ninguna orden o prohibición”.
“Mi lucha es contra el mal, no contra sus víctimas”.
La madre de Popieluszko en una entrevista declaraba:
“La muerte de Jerzy ha sido para mí el dolor más grande. Pero no juzgo a nadie. Dios juzga. La alegría más grande será para mí cuando las personas que mataron a Jerzy se conviertan”.
El papa Francisco, se dirige a los que mantienen su memoria viva:
“Les agradezco el mantenimiento de la memoria de este celoso sacerdote y mártir que, brutalmente asesinado por los servicios comunistas, dio su vida por el amor de Cristo, de la Iglesia y de los hombres, especialmente los privados de libertad y de dignidad”.