La firma

Jose Manuel Cidre

Fuente: habitantedelanoche.wordpress.com

Sentía su corazón galopando mientras el omnipresente blanco de las paredes y los techos le sobrepasaba.

Delante, en la misma mesa, dos mujeres y un hombre le hacían sentirse como si estuviera ante un tribunal.

-Créame, de verdad, es lo mejor.

Pensó que la voz no le saldría. Pero lo consiguió; – ¿Pero no hay más opciones? No creo que sea tan difícil.

-¿Opciones? Respondió la mujer rubia de su derecha. – ¿Cómo cuáles?

Se irguió ligeramente. -Tiene que haber ayudas públicas. Mi madre cotizó muchos años. Siempre hemos cumplido con el Estado…

Sin duda -le interrumpió la mujer- se refiere a las ayudas a la dependencia. Efectivamente, como bien sabe nuestros gobernantes han hecho grandes esfuerzos por desarrollar un completo y moderno sistema de promoción de la autonomía personal y ayuda a las personas en situación de dependencia. Dicho esto, –pasó un segundo en silencio– en fin, hay que añadir que debido a las últimas circunstancias económicas y sanitarias a nadie se le oculta que dicho sistema ha tenido que sufrir un deterioro en su solvencia, el cual ha motivado retrasos en la gestión de las solicitudes, en la entrega de las ayudas… Podemos estar hablando de varios años. La calidad de vida de su madre se puede resentir grandemente.

Tenía los ojos muy abiertos. –Bueno, ¿y cuidarla yo? . Sería capaz de ir a las revisiones, hablaría con los médicos, controlaría su medicación. Debo poder pedir algún tipo de baja o algo así.

Si, verá, -respondió la otra mujer- nuestro sistema es plenamente garantista en cuanto a protección de derechos sociales; puede pedir un permiso remunerado de hasta dos días por enfermedad grave de un familiar, así como reducción de hasta el 50% de la jornada laboral para cuidar de ella por el plazo máximo de un mes. Ahora bien -le miró fijamente- no sabemos hasta cuando va a estar su madre en esta situación.

 

Pero, pero…– miraba a un lado y otro- me han hablado de los cuidados paliativos. Equipos de sanitarios que cuidan de las personas de forma interdisciplinar; médicos, enfermeros, psicólogos…

Bueno… -el hombre que se sentaba enfrente esbozó una ligera sonrisa condescendiente- Como le dijo antes mi compañera, nuestro sistema ha hecho y continúa realizando un gran esfuerzo para proporcionar a los ciudadanos los servicios más amplios y modernos. A nadie se le oculta sin embargo que aún queda mucho por hacer. De aquí a un tiempo conseguiremos sin duda, que las listas de espera para la atención en cuidados paliativos, disminuyan mediante la creación de nuevas unidades a lo largo de nuestra geografía.

No encontraba palabras. Subía y bajaba la mirada. Volvió la cabeza hacia el pasillo como queriendo buscar la habitación en la que estaba su madre. El nudo en la garganta era cada vez mayor. Por un momento le recordó a aquellas veces en que siendo niño no podía aguantar el llanto por cualquier tontería. Juraría que llegó a sentir, como entonces, la mano de su madre acariciándole la mejilla.

Ahora mismo está nervioso -comentó de nuevo la mujer rubia- si lo piensa serenamente se dará cuenta de que es la mejor decisión. Se trata de una simple firma.

Pero -respondió –yo no quiero hacer esto. Notó que no podía retener más las lágrimas. Ya daba igual. –No me dan más opciones y me están obligando a hacer algo que no quiero.

La única respuesta que le dieron fue mirarle fijamente, en silencio y acercarle el folio escrito y el bolígrafo.

Firmó rápidamente y agachó la cabeza, que cada vez estaba más cerca de la mesa.

-Verá como se alegra de esta decisión. Lo más importante es respetar la libertad de elección del paciente, de su familia y mejorar la calidad de vida de todos.

Se levantaron y se fueron.

Se quedó el corazón latiendo en medio de sollozos, sobre el fondo blanco de las paredes y los techos.

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