Fuente: Iglesia en Aragón
«Nuestra labor con los migrantes ha sido expresar con hechos que no están solos»
La delegación de Pastoral de Migraciones de Zaragoza, a través de la Mesa de la Hospitalidad, ha practicado durante la pandemia la asistencia al forastero gracias a la colaboración inestimable de voluntarios y de los generosos fondos donados por sacerdotes y laicos de la archidiócesis.La delegación Episcopal de Migraciones, gracias al trabajo de la Mesa por la Hospitalidad, ha canalizado durante la pandemia las llamadas de personas migrantes que debido al Covid-19 perdieron sus trabajos y no pudieron hacer frente a sus necesidades básicas. «Frente a la posibilidad de ser desahuciados muchos de ellos, alojados pagando habitaciones, no tenían ningún contrato que garantizara su permanencia y llamaban angustiados», comenta Raquel Martínez, delegada de la Pastoral de Migraciones de Zaragoza.
Pero el trabajo de la Mesa no ha consistido únicamente en atender a estas personas telefónicamente. También los han asesorado sobre los recursos a los que podían acceder, asegurar que sus necesidades básicas estuvieran cubiertas, se han coordinado con Cáritas para el pago de los alquileres y se han realido acogidas temporales en alguna de las posadas de la Mesa de la Hospitalidad.
«Hemos intentado ser Buena Noticia en medio de tan malas noticias para quienes mayor vulnerabilidad tenían, ser portadores de un mensaje tranquilizador, de cierta paz en medio de la tormenta, cuando las condiciones parecían peores o más inseguras para estas familias, nuestro gesto ha sido expresar con hechos que no están solos», asegura la delegada de Pastoral de Migraciones.
Dones recibidos
Durante esta situación, han podido aumentar el número de familias acogidas, gracias a que el arzobispado de Zaragoza y las comunidades parroquiales han puesto a disposición viviendas: un piso en las fuentes, un piso de la parroquia de San Lamberto, en Miralbueno, y otro piso de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario. Además de una vivienda que estando cedida por el Arzobispado a la Fundación Solidaridad sin que tuviera ya personas acogidas, les han cedido ambas instituciones.
La puesta a disposición durante un año de viviendas del Arzobispado de Zaragoza a la Delegación Episcopal de Migraciones ha sido «una gran alegría», afirma Raquel, quien añade que «también lo ha sido poder obtener financiación del Fondo Diocesano para atenuar la crisis social creada por la pandemia, al que muchos sacerdotes de la diócesis realizaron una aportación generosa, así como posteriormente los laicos». Esta ayuda, junto con la colecta específica de Cuaresma que han realizado varias parroquias, la han utilizado, en parte, para la puesta a punto de las viviendas.
Por otro lado, ha sido fundamental la donación de enseres de hogar cedidos por muchas personas generosas. Además, durante el estado de alarma la parroquia de San Miguel y las Canonesas del Santo Sepulcro organizaron más recogida de enseres.
Labor de voluntarios
«Damos gracias a Dios por todas las personas dispuestas a formar parte de los equipos de hospitalidad de cada vivienda. Actualmente la Mesa de la Hospitalidad cuenta con personas dispuestas a acompañar en grupos de 2 o 3 voluntarios a cada una de las familias, y hacer una experiencia colectiva y eclesial de encuentro con familias que necesitan su cercanía y calidez», asiente con alegría Raquel.
Desde octubre de 2019, la delegación de Pastoral de Migraciones ha acogido a doce familias, con un total de veintidós adultos y quince menores, siendo 6 de ellas, familias monoparentales. Con el cierre de fronteras, las circunstancias están cambiando, pero siguen trabajando para dar respuesta a las situaciones que van surgiendo. Raquel asegura que, desde la Mesa de la Hospitalidad «queremos seguir en el camino de transformar este mundo y dedicar también esfuerzos a los desplazados internos, tal y cómo nos indica el papa Francisco en el mensaje para la Jornada del Refugiado que se celebrará el día 27 de septiembre».