Las empleadas de Amazon en Polonia y el movimiento global #MakeAmazonPay

Fuente: elpais.com/planeta-futuro

Irena Tomkowiak entró a trabajar en el almacén de Sady, cerca de Poznań, en el oeste de Polonia, a finales de 2014, el mismo año en el que fue inaugurado. Para ella, Amazon representaba la salida laboral después de haber pasado por muchos empleos durante sus 62 años de vida: desde guía de museo a estenógrafa en un periódico.

Cuando llegó la covid-19, Tomkowiak estaba trabajando en un departamento denominado pick: según explica, su trabajo consistía en caminar durante diez horas para recoger productos de una cinta, que escogía gracias a un escáner que le indicaba a dónde ir. Durante los cuatro días que duraba su semana laboral, esta mujer acababa recorriendo casi 30 kilómetros por día. Y después del trabajo, de vuelta a casa tenía que cuidar de su madre de 87 años, enferma desde hace más de una década.

“Ha sido duro, muy duro. No sabía cómo gestionarlo todo. Salía de casa a las cuatro de la mañana y volvía a las seis de la tarde”, explica sentada en el salón de su vivienda mientras, detrás de la pantalla que permite la entrevista, duermen dos de los cinco gatos con los que comparte piso en Gniezno, a unos 70 kilómetros del almacén en el que trabaja. Para recorrerlos, el autobús que la lleva tarda una hora y media. “Una vez en casa, tenía que organizar los cuidados de mi madre, darle de comer. Estaba exhausta, no tenía vida personal, no podía cuidar de mis gatos ni de mi jardín, solo tenía tiempo para el trabajo y mi madre”.

También entre las trabajadoras del gigante del comercio electrónico, la gestión de la pandemia por parte de los países ha implicado un aumento de la carga laboral y del trabajo de cuidados para muchas. Así lo explican desde el sindicato Inicjatywa Pracownicza, del que Tomkowiak forma parte. “Hemos encontrado muchas personas devastadas por los turnos” (que según las trabajadoras consultadas, suelen ser diurnos un mes y al siguiente nocturnos), asegura Magda Malinowska, de 34 años, licenciada en Filosofía, sindicalista de Inicjatywa Pracownicza y empleada en el almacén de Sady. “Las mujeres, además, tenían (y tienen) que compaginar turnos de 10 horas y, a menudo largos, desplazamientos para ir al trabajo, con el cuidado de hijos que no tenían escuela o, en todo caso, actividades extraescolares”, recuerda esta empleada, que lleva trabajando en Sady desde el 2015. Para ella, el de Amazon representa el primer trabajo con contrato permanente.

Además del de Poznań, la empresa estadounidense tiene otros ocho almacenes en Polonia, cuyos productos están destinados principalmente al oeste de Europa, y emplea a 18.000 personas. A principios de marzo de este año también estrenó su página web en polaco. Ante un café largo en un día de principios de enero, en una Barcelona lluviosa y fría donde ha venido de visita, Malinowska cuenta que las mujeres son las que peor lo pasan en Sady: “Somos mitad y mitad, pero a ellos suelen asignarles tareas para las que no hay calificación, por ejemplo el trabajo de montacargas, o bien tienen funciones especiales, por ejemplo supervisan el trabajo de otras personas”.

A través de protestas, ruedas de prensa, repartición de panfletos informativos y de un periódico autogestionado, Malinowska, Irena Tomkowiak y otras han estado en primera línea en las movilizaciones del sindicato para pedir mejoras a sus condiciones laborales y denunciar las desigualdades, aún más en estos tiempos de crisis.

“Amazon no quiere compartir con la gente que está dentro los beneficios que está teniendo. Durante la pandemia ha ganado mucho dinero, pero nosotras no hemos conseguido un aumento de sueldo apropiado”, afirma Malinowska. “Primero nos dijeron que no nos subirían el sueldo, y después decidieron darnos un bono de Navidad más bajo que otros años: la gente está muy cabreada porque está trabajando en unos tiempos muy inseguros, pero por supuesto lo tienen que hacer. Entonces hemos empezado a protestar, especialmente desde que nos hemos enterado de que la empresa pagaría un bonus extra solo a los nuevos trabajadores porque necesitaba reclutar más gente”.Durante la pandemia, Amazon ha ganado mucho dinero, pero nosotras no hemos conseguido un aumento de sueldo apropiadoMagda Malinowska, sindicalista

Las trabajadoras de Sady relatan también que, desde el comienzo de la pandemia, en los almacenes se han instalado cámaras CCTV y personal cuya función es asegurarse el respeto de la distancia de seguridad de dos metros. “Me siento súper estresada y mucho más cansada por el trabajo cuando estoy bajo control cada minuto; tengo que vigilar hasta cuando voy al baño, ver cuál es el que más cerca tengo (para perder el menor tiempo de trabajo posible) y cuánto tiempo paso allí”, relata Malinowska con cansancio. “Aquí todo tiene que ser rápido”.

Las reivindicaciones polacas se suman al movimiento global Make Amazon Pay que reúne fuerza laboral, activismo climático y ciudadanía en más de 15 países para visibilizar las desigualdades detrás del gigante del comercio online, cuyas ganancias netas en 2020 se han incrementado un 84,35 % con respecto al año anterior, según datos de la misma empresa.

“La pandemia ha exacerbado algo que estaba allí en términos de desigualdades”, apunta la investigadora Bianca Agustin, de la organización sin ánimo de lucro United for Respect y coautora del informe Riqueza multimillonaria versus salud comunitaria: proteger a los trabajadores esenciales de los especuladores de la pandemia. “Desafortunadamente seguiremos viendo esta dinámica hasta que haya un cambio en el poder: el tema es sindicalizarse y luchar para obtener mejores regulaciones por parte de los gobiernos”, opina Agustin.

Según los cálculos efectuados en el estudio Poder, beneficios y pandemia, Jeff Bezos habría podido pagar a sus 876.000 empleados un bonus de 105.000 dólares (unos 88.000 euros) y todavía ser tan rico como al inicio de la pandemia. “La presión de los movimientos de los y las trabajadoras también ha contribuido a revelar algunos datos importantes en los Estados Unidos”, añade Agustin. “Por ejemplo, Amazon divulgó que hubo unos 20.000 casos de covid-19 en los Estados Unidos desde marzo hasta septiembre 2020”.

Durante estas reivindicaciones globales, las sindicalistas polacas han intentado tejer hilos con otros países a través de la plataforma internacional Amazon Workers International. “Casi cada día hemos estado hablando en plataformas de videollamada con otros trabajadores y trabajadoras de diferentes países y recogiendo firmas para dar fuerza a nuestras demandas”. Así lo explica Agnieszka Mroz, otra de las compañeras de Irena Tomkowiak y Magda Malinowska, y una de las fundadoras de la sección del sindicato Inicjatywa Pracownicza en el almacén de Sady recordando cuando, el comienzo de la pandemia, el personal de almacén empezó a protestar para reclamar derechos. Según explican estas tres mujeres, la covid-19 ha funcionado como chispa para intentar tomar poder como fuerza colectiva. La covid-19 ha funcionado como chispa para intentar tomar poder como fuerza colectiva.

“Los sindicatos son muy débiles en Polonia, esperamos que la pandemia pueda escribir nuevas relaciones o llevar a nuevas reglas, pero habrá que esperar a ver qué pasa”, afirma Iga Magda, economista del trabajo y profesora asociada en la Escuela de Economía de Varsovia.

En todo caso, la crisis actual ya ha puesto el foco sobre las dificultades laborales en los almacenes de Amazon. “Juntas con el personal de Alemania, Italia, Francia, España y Estados Unidos tenemos demandas comunes: por ejemplo, ahora mismo estamos pidiendo que el bonus (hazard pay) por el que estuvimos luchando –y que al final la empresa nos ha estado pagando durante unos meses, por el riesgo que implica trabajar en pandemia– sea incluido en nuestro sueldo base para que tengamos dos euros brutos más por hora”, abunda Mroz, con la voz decidida que la caracteriza, durante una entrevista a través de videollamada para este reportaje.

Magdalena Węglewska, responsable de relaciones públicas de Amazon Polonia, preguntada sobre esta cuestión apunta: “En realidad proporcionamos salarios y beneficios excelentes a nuestros empleados, así que ya les estamos brindando lo que piden”. Según datos de la empresa, el sueldo base es de 20 zloty, unos 4,35 euros brutos por hora; el salario mínimo en el país actualmente es de 17 zloty por hora (3,69 euros).

Otra de las demandas históricas de las y los trabajadores de Amazon, y no solo en Polonia, hoy más apremiante que nunca, es una mayor participación en la organización del trabajo: “Pedimos que el personal y los sindicatos tengan control sobre la organización de los turnos y del trabajo para que estos puedan ser compatibles con sus necesidades personales y familiares. A veces esto es más importante que el dinero para nosotras: no tenemos ningún control sobre la organización del tiempo”, explica Magda Malinowska.

En relación a estas demandas, la responsable de relaciones públicas Węglewska reitera: “Tenemos una larga trayectoria de apoyo a nuestros trabajadores y trabajadoras, a nuestros clientes y a nuestras comunidades y damos mucho valor a las opiniones de nuestro personal”. Węglewska menciona el programa The Amazon Connections como una de las herramientas con las que la empresa recoge a diario las opiniones del personal. “Créeme, cuando estás aquí y hablas con la gente, ves que le gusta lo que está haciendo, eso muestran nuestras encuestas de satisfacción. Vosotras habéis hablado solamente con unas pocas trabajadoras, pero si tuvierais la imagen completa de los 18.000 empleados no tendríais esta impresión”.

A pesar de las dificultades que las trabajadoras consultadas apuntan, Malinowska y Mroz coinciden en que la pandemia ha tenido un lado positivo: la posibilidad de demostrar que en Polonia es posible organizarse y hacerlo en una red internacional.

Katarzyna Duda, experta en políticas sociales en OPZZ, una de las mayores confederaciones nacionales de sindicatos de Polonia, no comparte ese optimismo: “En realidad la pandemia ha debilitado los sindicados y la fuerza laboral en Amazon y en otras compañías, especialmente extranjeras, que ahora pueden rechazar todas las demandas de las y los trabajadores aduciendo como excusa, prácticamente para todo, la pandemia”.

Magda Malinowska, Irena Tomkowiak y Agnieszka Mroz esperan ahora el mes de mayo, cuando tendrá lugar una conferencia virtual con trabajadores y trabajadoras de seis países europeos y de los Estados Unidos para planificar y compartir futuras acciones. Porque ninguna de ellas piensa irse. “Es un trabajo devastador, pero me quedaré hasta que pueda. Es una lucha importante”, dice Mroz. “No soporto cuando la gente dice ‘si no te gusta, vete’. Es mejor quedarse y hacer todo lo posible para mejorar las condiciones laborales”.

Este artículo es parte de una serie realizada gracias aIJ4EU (Investigative Journalism for Europe).

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *