600 años del Pueblo Gitano en España: historia, resistencia y dignidad

Francisco Rey Alamillo

En 2025, España conmemora el 600º aniversario de la llegada documentada del Pueblo Gitano a la península. El Gobierno ha declarado este año como el “Año del Pueblo Gitano”, una iniciativa que no solo busca recordar una travesía milenaria, sino también dignificar la historia de uno de los pueblos más desconocidos, perseguidos y resilientes de Europa.

Un éxodo antiguo: los primeros refugiados europeos

La historia del Pueblo Gitano es la historia de un éxodo. Originarios del noroeste de la India, comenzaron su migración entre los siglos XI y XIII, huyendo de conflictos bélicos y persecuciones como las de los turcos y mongoles. Al igual que muchas personas desplazadas hoy, los gitanos se vieron obligados a abandonar su tierra y depender de la hospitalidad —o el rechazo— de los gobernantes. Llegaron a Europa sin patria, sin protección legal, convertidos en los primeros refugiados del continente.

Una bandera, una identidad

Su bandera es tan simbólica como su historia: el azul representa el cielo, el verde el campo, y la rueda roja de carro, su espíritu nómada y libre. Su lengua, el romanó, tiene raíces en el sánscrito, lo que confirma su origen oriental. Hoy, con más de 11 millones de personas, los gitanos son la minoría más numerosa de Europa.

Persecución, exclusión y genocidio

Desde su llegada a Europa, el Pueblo Gitano ha sido perseguido, esclavizado y marginado. En la Edad Moderna fueron objeto de leyes de expulsión y asimilación forzada. El siglo XX alcanzó el horror absoluto durante el Holocausto nazi: el 2 de agosto de 1944, casi 3.000 gitanos fueron asesinados en Auschwitz. Más de medio millón murieron en los campos de concentración. Francia también recluyó a miles en campos de trabajo y envió convoyes a los campos de exterminio.

El genocidio gitano —el Porrajmos— apenas ha sido reconocido. Tras la guerra, los supervivientes no recibieron reparaciones ni justicia. Muchas mujeres gitanas fueron víctimas de esterilizaciones forzadas en varios países europeos, incluso hasta fechas tan recientes como los años 90. Estas políticas eugenésicas, que vulneraron profundamente su dignidad, siguen siendo una herida abierta.

Alemania, por su papel central en el Holocausto, Francia, por los campos de internamiento y deportaciones, y países del centro y este de Europa como Suecia, Noruega, Eslovaquia, República Checa, Hungría o Rumanía, donde se documentaron esterilizaciones forzadas masivas de mujeres gitanas, tienen el deber moral y político de pedir perdón públicamente por las persecuciones sistemáticas, las políticas de exclusión y estas violaciones flagrantes de los derechos humanos. La justicia no solo es memoria: es también reparación.

España pide perdón por el racismo institucional

El reconocimiento de esta histórica injusticia también se ha manifestado a nivel gubernamental. En 2019, España pidió perdón al Pueblo Gitano por el “racismo institucional” en la historia del país, un acto simbólico que reconoció años de persecución y marginación sistemática. Entre los hechos más significativos de esta opresión, destaca la Gran Redada (baró estardipen), autorizada por el rey Fernando VI y organizada por el Marqués de la Ensenada, ocurrida el 30 de julio de 1749. En esta operación, hasta 12.000 gitanos, entre hombres, mujeres y niños, fueron encarcelados sin justificación legal. Esta acción fue un claro ejemplo de racismo institucionalizado que marcó un antes y un después en la historia del Pueblo Gitano en España.

Fe, santidad y espiritualidad

La fe ha sido una fuente de fuerza y resistencia. La historia de Emilia Fernández Rodríguez, conocida como Emilia la Canastera, es especialmente conmovedora. Encarcelada durante la Guerra Civil, murió tras dar a luz, negándose a delatar a quien le enseñó a rezar el rosario. Fue beatificada en 2017, convirtiéndose en la primera gitana santa reconocida oficialmente.

Otro testimonio de santidad es Ceferino Giménez Malla, “El Pelé”, beatificado en 1997 por San Juan Pablo II, mártir por defender a un sacerdote durante la persecución religiosa en la Guerra Civil. «El amor a Dios es lo que da fuerzas para vencer todo mal» decía Ceferino, que encontró en Dios la fortaleza necesaria para soportar las pruebas que vivió.

En 2019, el Papa Francisco pidió perdón a los gitanos por las discriminaciones sufridas a lo largo de la historia, incluso por parte de la propia Iglesia: “Pido perdón —en nombre de la Iglesia y del Señor— por todas las veces en que, a lo largo de la historia, os hemos discriminado, maltratado o mirado con la mirada de Caín y no con la de Abel.” Asimismo, en un gesto histórico, San Pablo VI, en el primer Encuentro Mundial de un Papa con el pueblo gitano, les dirigió unas palabras que resuenan con fuerza hoy en día: “Vosotros estáis en el corazón de la Iglesia” (26 de septiembre de 1965).

Además, el Papa Francisco les envió un mensaje especial con motivo de este 600º aniversario, donde expresó: “En 2025 conmemoramos los 600 años de vuestra presencia en España. Quisiera aprovechar esta oportunidad para mostrarles mi afecto, reconocer sus valores y animarlos a afrontar el futuro con esperanza. Soy consciente de que vuestra historia ha estado marcada por la incomprensión, el rechazo y la marginación. Pero, incluso en los momentos más duros, ustedes han descubierto la cercanía de Dios. En efecto, Dios peregrina en la historia con la humanidad y se ha hecho nómada con el pueblo gitano. El Niño Manuel —como llaman a Dios con nosotros— también nació en Belén bajo el signo de la persecución y la itinerancia.”

Un reconocimiento desde las instituciones: el Rey de España

Durante los actos conmemorativos del Año del Pueblo Gitano, el Rey Felipe VI ofreció un discurso que representa un gesto de reconocimiento institucional y de compromiso con la dignidad del pueblo gitano. Afirmó con claridad: “La historia de España está ligada a la del pueblo gitano, un pueblo solidario, orgulloso de sus raíces y siempre dispuesto a aportar.”

El Rey destacó la riqueza cultural, social y lingüística que el pueblo gitano ha dejado en la historia común de nuestro país, y puso como ejemplo a figuras destacadas como José Heredia Maya, el primer catedrático gitano de España, quien enseñaba a “reconocer al otro sin prejuicios”.

Felipe VI subrayó también que esta conmemoración no debe ser solo un homenaje al pasado, sino un impulso hacia un presente y un futuro más justo:

“Que no se nos olvide en este aniversario que las personas gitanas continúan enfrentándose con barreras en áreas tan importantes como la vivienda y el empleo, y con necesidades significativas en el futuro, en salud y educación.”

Llamó a erradicar los prejuicios y a reconocer públicamente la contribución gitana a la identidad española: “Compartamos este año con gratitud hacia las personas gitanas de nuestro país, con quienes construimos un presente y futuro de respeto y comprensión mutuos.”

Cultura, palabras y rostros gitanos

La cultura gitana ha dejado una huella profunda en el arte, la lengua y la música. Palabras como chaval, fetén, camelar, molar, cate, churumbel, paripé, postín, currar, currelar o bulo… provienen del caló y se han integrado al español cotidiano.

Figuras mundialmente conocidas con raíces gitanas han brillado en sus campos:

Charlie Chaplin, pionero del cine mudo. Elvis Presley, rey del rock, con ascendencia romaní. Frida Kahlo, icono artístico con raíces gitanas. Lita Cabellut, pintora española más cotizada actualmente. Helen Mirren, actriz británica premiada. Andrea Pirlo, exfutbolista italiano, símbolo de elegancia en el campo. Madre Teresa de Calcuta, santa de los pobres, con orígenes albaneses y también romaníes.

Su talento ha sido un reflejo luminoso de la riqueza cultural del pueblo gitano, una riqueza que durante siglos fue ignorada, silenciada o marginada.

Un camino hacia el reconocimiento

Conmemorar este Año del Pueblo Gitano es más que una celebración: es un acto de justicia histórica. Es reconocer que tras cada rueda de carro hay siglos de lucha, belleza, dolor y resistencia. Es tiempo de escuchar, aprender y construir una Europa más justa, sin racismo ni exclusión.

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