Los libros y, por lo tanto las bibliotecas pertenecen al pasado, ya no los necesitamos, porque todo lo que puede hacernos falta lo encontramos en formato digital: en las páginas web, en las redes, en la nube… lo llevamos en el bolsillo a un toque de dedo.
Si estás dispuesto a cuestionar la verdad de esta afirmación, puedes seguir leyendo. Si no, no merece la pena (aunque será una auténtica pena).
No es cuestión de ponernos nostálgicos y recordar lo que han supuesto los libros y las bibliotecas para la humanidad, para el avance de la historia, para la construcción del pensamiento y las relaciones personales, aunque es cierto y lo sigue siendo. En ocasiones nos quedamos con aquello de Jorge Manrique de que “cualquier tiempo pasado fue mejor” y olvidamos que viene precedido de un “a nuestro parecer”. Es decir, seguimos quedándonos en apariencias, en sensaciones, en nostalgias y gustos personales.
Tenemos que ir siempre un poco más allá y uno de los medios privilegiados para esto son las bibliotecas, en las que, cada vez más, se conjugan pasado y presente, tradición y novedad. Mucho más, si cabe, cuando se trata de la biblioteca de una organización que tiene en su punto de mira trabajar por una cultura del encuentro y la solidaridad, del amor y la verdad, del bien común y la justicia social, de respeto a la vida y a la creación, como signos concretos de la fraternidad y como bases de una revolución moral que sostenga una vida más digna y derribe los muros que dividen y matan en nuestro mundo.
Por eso queremos presentar hoy la biblioteca de la Casa Emaús, una casa que está pensada para ser lugar de encuentro y acogida, reflexión y lucha solidaria por la justicia. Desde sus paredes, su gestión, distribución,… todo ha sido diseñado para que contagie solidaridad.
También la biblioteca.
La sed de aprender y la lucha contra la ignorancia siempre han resultado imprescindibles en la emancipación de los empobrecidos, constatada como algo que no significaba únicamente reivindicaciones políticas y económicas. Eso es algo que no ha cambiado en estos nuevos y digitales tiempos.
Evidentemente, algunas cosas sí que cambian, se actualizan, podemos conseguir un sumatorio. La biblioteca ya no es sólo un lugar físico, imprescindible para prestar la atención necesaria a la lectura (aquí podemos recordar que no procesamos igual la lectura que hacemos en papel que la que realizamos en los dispositivos digitales) y tener un espacio común para ello. Ya hace algún tiempo se puede consultar la existencia y disponibilidad de los fondos de forma telemática, pero también se puede acceder directamente a la consulta de libros, comentar aquellos que hemos leído y compartirlo con los demás (especialmente el libro destacado), consultar y actualizar el fichero colectivo de referencias y reflexiones sobre las lecturas que vamos realizando,… Las posibilidades, como las de cualquier biblioteca, son infinitas y estamos a vuestra disposición para seguir mejorando y empujando hacia un mundo más solidario. No dudéis en visitar la biblioteca y hacernos llegar cualquier propuesta de mejora.
Hoy podemos seguir diciendo con la tradición del movimiento obrero:
«Frente a la ignorancia, libros y periódicos; frente a la miseria, asociación»
Los bibliotecarios de la Casa Emaús